Naurú es el tercer país soberano más pequeño del mundo, sólo por detrás de Mónaco y el Vaticano. A la vez, en un punto de la historia fue el territorio más rico del mundo, con el mayor ingreso per cápita.
Hallaron fosfato y se convirtieron en el país más rico del mundo, pero la ostentación y corrupción los hundió: la insólita caída de Nauru
El país gozó de una época de prosperidad gracias al descubrimiento de fosfato, aunque algunas gestiones deficientes y malintencionadas acabaron con su riqueza.
-
La historia detrás de la Legión extranjera
-
El ladrón francés que se realizó una cirugía plástica, escapó a la Argentina y nunca fue atrapado por la Policía: la increíble historia de Albert Spaggiari
Esta isla de la Micronesia no parecía tener nada llamativo, hasta que se encontró una reserva gigante de fosfato, la cuál provocó el interés de varias potencias. Así fue que, durante el siglo XX, Naurú fue dominada por muchos países; al principio, el negocio del fosfato estuvo a cargo de Australia, debido a su cercanía, pero durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes bombardearon la isla, lo que provocó una pérdida en las cosechas.
Luego, un puñado de tropas japonesas lograron conquistar la isla, y los originarios fueron detenidos y despojados de sus viviendas. Aunque el objetivo del país oriental fue otro: construir una gran pista de aviación como punto de reabastecimiento y zona de lanzamiento de ataque contra la flota enemiga. Esto, sin embargo, duró poco tiempo, y los japoneses de Naurú fueron bombardeados.
A partir de los episodios de sequía, guerra y hasta canibalismo entre los contendientes, muchos nativos de Naurú fueron deportados, mientras que otros murieron por causa de infecciones e inanición. Pero, a pesar de que la isla había quedado en manos del tridente Australia-Nueva Zelanda-Reino Unido, los deseos de autonomía llevaron a Naurú a independizarse en 1968.
La época dorada de Naurú gracias al fosfato
Con un gobierno propio y con control sobre los negocios, Naurú explotó al máximo sus reservas de fosfato y, al quedarse con el total de los beneficios de las ventas al exterior, se convirtió por un tiempo en el país más rico del mundo. El ingreso per cápita, en esos años, llegó a ser el mayor del mundo, con 50.000 dólares anuales por persona.
Sin embargo, a pesar de que la cuenta entre la riqueza distribuida entre 10.000 habitantes parece fácil, los mandatarios de Naurú optaron por otro camino y dejaron a la mayoría sin dinero. La mayoría de los habitantes ganaban apenas 5.000 por año, mientras que los millonarios se podían contar con los dedos de una mano.
La caída de Naurú: ostentación y corrupción
Asimismo, como los altos cargos imaginaban al fosfato como un recurso ilimitado, no entendieron que habría consecuencias para sus acciones. En cambio, eligieron una vida ostentosa; construyeron un impresionante rascacielos en Australia y hasta se creó una aerolínea de bandera. De ahí fue inevitable la corrupción entre las cúpulas de poder, donde gran parte del dinero iba al bolsillo de los políticos.
A mediados de los noventa, el fosfato comenzó a acabarse, y buscaron como alternativa convertir a la isla en un paraíso fiscal. Pero la falta de regulaciones provocaron no solo la llegada de mafiosos y narcos, sino exigencias por parte del sistema político internacional, que terminaron por cerrar esta vía de escape.
Como si esto fuera poco, la explotación del suelo fue tan intensa que lo dejó inutilizable. Así, Naurú quedó como un anillo que en su mayoría se ve gris y árido. El 80% del terreno quedó inutilizable. Por otra parte, un dato que suena increíble pero es real tiene que ver con que es una de las poblaciones con mayor obesidad del planeta, debido a que la sociedad adoptó un gusto -y posterior adicción- por la comida chatarra occidental.
Las salidas fueron cada vez menos; vendió todas sus posesiones en Australia, y hasta los diplomáticos vendían sus votos en las discusiones dentro de organismos internacionales.
Naurú hoy: una cárcel de deportados australianos
En la actualidad, Australia paga millones de dólares anuales para que centenares de deportados permanezcan detenidos en la isla. Además, deriva refugiados al pequeño país que, obviamente, cobra por esa tarea.
Denominada como La Solución Pacífico, que no sólo le sirvió a Australia, sino también a Naurú, que de a poco alivió sus cuentas fiscales. En la legalidad se lo llama “Centro de Procesamiento de Inmigración Australiana”, aunque ya fue denunciado por organismos internacionales. En la misma línea, los niños de allí sufren muchos problemas psiquiátricos y tienen pensamientos suicidas por las pésimas condiciones de vida.
- Temas
- historia
Dejá tu comentario