El papa Francisco falleció este lunes a las 7:35 de la mañana hora local en Roma, según informó el Vaticano. Su última aparición pública tuvo lugar el pasado domingo 20 de abril, durante la misa de Pascuas, en la que, aunque visiblemente debilitado, participó desde el balcón central de la basílica de San Pedro. Allí pronunció la tradicional bendición “Urbi et Orbi”, dejando un mensaje contundente en favor de la paz y la libertad religiosa.
La última aparición pública del papa Francisco: una misa de Pascuas marcada por la paz, la fe y la debilidad física
Jorge Bergoglio presidió desde el balcón de la basílica de San Pedro su última ceremonia religiosa antes de su fallecimiento. Días antes había retomado actividades, entre ellas, una emotiva visita a una cárcel en Roma.
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A los 88 años, murió el papa Francisco, quien dejó un importante legado reformista en la Iglesia Católica.
Sentado en silla de ruedas y sin cánulas de oxígeno, Jorge Mario Bergoglio llamó a garantizar la libertad de religión, pensamiento y expresión como condiciones esenciales para la paz. “No puede haber paz sin libertad religiosa y respeto por las opiniones de los demás”, aseguró ante unos 35.000 fieles congregados en la Plaza de San Pedro.
Un mensaje pascual con fuerte tono político y social
Durante su discurso, el papa argentino instó a los líderes políticos del mundo a no sucumbir ante “la lógica del miedo que aísla”, y los exhortó a usar los recursos públicos para asistir a los más vulnerables. “Estas son las armas de la paz: las que construyen futuro, no las que siembran muerte”, expresó con firmeza.
También se refirió a los conflictos bélicos en curso, en especial al drama humanitario en Gaza, reclamando un cese del fuego, la liberación de los rehenes y el envío urgente de ayuda humanitaria. Su tono fue grave, directo y profundamente humano, fiel a su estilo pastoral y político.
“Lo vivo como puedo”: la Pascua más íntima del pontífice
La Pascua 2025 fue, sin saberlo, la última Semana Santa de Francisco. La misa del Domingo de Resurrección fue oficiada por el cardenal Angelo Comastri, pero el pontífice saludó brevemente con un “Buena Pascua” a los fieles. En días anteriores, había sido dado de alta tras 38 días de internación por una neumonía bilateral, lo que limitó su presencia en gran parte del calendario litúrgico.
Sin embargo, eso no le impidió cumplir con una de sus tradiciones más queridas: visitar la cárcel de Regina Coeli, como lo hacía cada Jueves Santo desde 2013. En silla de ruedas, compartió un encuentro con 70 reclusos, a quienes dedicó palabras de aliento y cercanía. “Cada vez que entro en un lugar así me pregunto: ¿por qué ellos y no yo?”, reflexionó ante los micrófonos.
Consultado por la prensa sobre cómo vivía la Semana Santa, respondió con humor: “Estoy sentado”, provocando risas entre los reporteros. Su presencia fue celebrada con aplausos por el personal penitenciario.
Una despedida silenciosa, pero elocuente
A pesar de su delicado estado de salud, el papa Francisco siguió cumpliendo funciones hasta el final. En sus últimos días, también recibió al personal del hospital Gemelli, donde había estado internado, como gesto de agradecimiento.
La imagen de Francisco en el balcón de San Pedro, débil pero firme, quedará como el último acto de un pontificado signado por la humildad, el compromiso social y la búsqueda de paz global. Su despedida terrenal fue serena y coherente con todo lo que predicó durante más de una década al frente de la Iglesia católica.
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