Warren Buffet. Fortuna personal, u$s120.000 millones. Como CEO de Berkshire Hathaway controla inversiones por u$s700.000 millones.
El rally del Bitcoin y cómo Satoshi Nakamoto podría desplazar a Warren Buffet
Si algo está haciendo el rally del bitcoin y las demás criptomonedas, es separar “la paja, del trigo”. Demostrar -guste o no- quiénes son inversores de verdad y quiénes oportunistas que han llegado a donde están, más por el uso y abuso de su poder que por su capacidad.
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Bill Gates. Fortuna personal, u$s107.000 millones. En 2020 se retiró de la dirigencia activa de Microsoft, donde es Asesor Tecnológico y el décimo mayor accionista (sumando su fundación). Los activos de Microsoft alcanzan u$s523.000 millones.
Ken Griffin. Fortuna personal, u$s35.000 millones. A través de su fondo, Citadel comanda u$s59.000 millones.
Ray Dalio. Fortuna personal, u$s18.000 millones. Su fondo de inversión, Bridgwater Associates administra activos por u$s125.000 millones.
Howard Marks, Fortuna personal, u$s2.200 millones. Su fondo, Oaktree Capital Management controla activos por u$s205.000 millones.
Jamie Dimon. Fortuna personal, u$s1.600 millones, como CEO del JPMorgsn Chase es responsable de activos por u$s4.21 billones.
Larry Fink. Fortuna personal en torno a los u$s1.200 millones, como presidente y CEO de BlackRock es responsable de activos por u$s10 billones.
La verdad es que la lista podría ser mas larga, pero con estos siete bastan. Su fortuna personal asciende a más de u$s285.000 millones, y comandan activos por más de u$s15.697.000.000.000 (u$s15,7 billones).
No entendieron nada, o no quisieron entenderlo
Mas allá de su dinero, poder e influencia lo que aúna a estos hombres es el horror y desprecio que mostraron alguna vez por las criptomonedas y en particular el Bitcoin
“Uno de los vehículos de inversiones más especulativos y volátiles jamás creados”. “El bitcoin es solamente una inversión del tipo de la teoría del tonto mayor”. “El bitcoin es un fraude… peor que los bulbos de tulipanes”. “Los voy a despedir en un segundo (a cualquiera que encuentre operando criptomonedas), por dos razones, va en contra de nuestras reglas y son estúpidos, ambas son peligrosas”. “Son un mecanismo Ponzi”. “Son un índice de lavado de dinero”. “Aceptémoslo, es un grito de los Jihadistas que no creemos en el dólar”. “El bitcoin es probablemente veneno para ratas al cuadrado”. “Algo como el Bitcoin es una ficha de apuestas, y no tiene ningún valor intrínseco” . “Es básicamente especulativo. La gente esta pensando, ‘puedo venderlo a un precio mayor’, entonces es una burbuja”, ….
Después de todas estas diatribas e insultos -no importa quien dijo que cosa- algunos cambiaron de opinión… si no es que ya lo habían hecho antes de su alarde de santa indignación. Otros, más ladinos, siguen en la misma, pero apenas rascamos un poco sus carteras encontramos que su dinero no sigue a sus palabras y tienen más de una cripto o inversiones en empresas “ad hoc”.
En apenas 15 años, el Bitcoin pasó de valer de u$s0,09 (aparece el 3 de enero de 2009, pero realmente cotiza desde el 18 de julio del 2010) a superar los u$s107.700, con una capitalización que excede u$s2.000.000.000.000 (la mitad del valor de todo el mercado cripto).
Esto es siete veces más que la fortuna de quienes alguna vez criticaron el pergenio de Satoshi Nakamoto, y un treceavo de todo el dinero que controlan.
¿Cómo puede ser que los hombres más poderosos e informados del mundo “se la perdieron” o “llegaron tarde”?
Si esto demuestra algo es una de las “bellezas” del mercado financiero, donde somos todos iguales y la riqueza y contactos -dejando de lado que esto si genera la posibilidad de entrar en maniobras “non sanctas”-, especialmente en un mercado verdaderamente libre como es el de las cripto, no aseguran nada.
Afinando el lápiz vemos que Fink, Buffet, Gates, Marks y Dimon se han manifestado públicamente como demócratas, mientras pude decirse que Dalio jugó siempre para ambas puntas y solo Griffin es republicano. La tendencia política podría entonces explicar -aunque sea sólo en parte- el horror que han manifestado los primeros por un instrumento que ni ellos ni el estado puede controlar, al punto de obnubilar su visión como hombres de negocios (le erraron con el BTC, le erraron con Trump).
Si bien no hay informaciones precisas, Nakamoto -que aún sigue en el anonimato- tendría unos 1.100.000 bitcoins en su “wallet”, que por lo que se sabe no se ha movido desde 2010. A valores de hoy esto es más de u$s117.000 millones, lo que lo colocaría como la doceava persona más rica del planeta.
Si las promesas que están acompañando la asunción de Donald Trump se cumplen, la burbuja aún no se ha pinchado -el precio del bitcoin pareciera crecer a través de burbujas especulativas- y el año que viene el bitcoin supera los u$s140.000, no nos sorprendamos que Sakamoto -sea quien sea-, desplace del sexto puesto de entre los más ricos del mundo a uno de sus más feroces críticos: Warren Buffet.
Ídolos con pies de barro
Ya que estamos en la época de las fiestas navideñas, bien viene una referencia bíblica. En el pasaje 2:26:45 del Libro de Daniel, en el Antiguo Testamento, el profeta relata que el rey Nabucodonosor había tenido un sueño, en el que una gigantesca estatua con la cabeza hecha en oro, el torso en lata, las caderas en bronce, las piernas de hierro y los pies de barro cocido, era impactada en su parte más baja por una pequeña piedra que venía rodando, demorándola y partiéndola en mil pedazos.
Las figuras que mencionamos antes son seguidas casi con religiosidad -puedo incluir acá a otros críticos locales de las cripto como Juan Carlos de Pablo, Ricardo López Murphy, Claudio Zuchovicki, Ricardo Arriazu, Carlos Melconian, etc.-, en algunos casos, como el de Warren Buffet, con un fanatismo que supera al de los jihadistas.
Salvo “El oráculo de Omaha” y su amigo “el Fiestero” Gates, los demás han terminado reconociendo públicamente su error al despreciar al bitcoin e instrumentos financieros asociados (siendo en parte responsables del actual rally de las cripto).
Estos “mea culpa” intentan disimular el hecho que su visión del mercado y la sociedad quedó vieja; nunca fueron mas que ídolos con pies de barro. Como alertó Satoshi Nakamoto hace ya tiempo: “Si no me creés o no lo entendés, Yo no tengo el tiempo para tratar de convencerte… perdóname”
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