Cuando comenzaron las preguntas de la prensa, el Dow caía más de 1,5%. Cuando cuarenta y cinco minutos más tarde finalizaba la reunión, el promedio cedía 0,9%. Si somos de los que gustan de interpretar en cada vaivén del mercado una respuesta a la realidad, deberíamos decir que los inversores tomaron de buena manera la reunión entre “Bibi” y “Donald”.
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Javier Milei, en problemas con Donald Trump por los aranceles
En el Gobierno creen que, con las tarifas, pueden lograr que Donald Trump le dé un trato preferencial a la Argentina. La evidencia es que no.
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Tras una jornada de fuertes derrumbes, los mercados asiáticos abrieron el martes al alza
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Trump se reunió con Netanyahu y adelantó nuevas negociaciones para liberar rehenes en Gaza
Hasta que Argentina no elimine las restricciones paraarancelarias y fuerce al Mercosur a rebajar la carga a la importación de productos norteamericanos, Javier Milei tiene pocas posibilidad de que el país alcance un estatus favorecido.
En general la prensa local, mucho más focalizada en el último papelón de nuestro Presidente, no le prestó demasiada atención al evento. Error.
Como tantos otros lideres mundiales, Benjamín Netanyahu fue tomado por sorpresa con la decisión de imponer un recargo de 17% a todas exportaciones que Israel realiza a los EEUU.
Tal vez la palabra sorpresa sea una exageración, ya que un día antes de que el norteamericano anunciara el castigo, fuera por la magia de Jared Kuchner o los Servicios israelíes, el israelí firmó un proyecto para eliminar los poquísimos recargos que aún subsistían entre los dos países.
Así, una vez que el Parlamento lo apruebe, se eliminan todas las cargas al comercio con los yanquis. Desde 1985 existe un tratado de libre comercio entre EEUU e Israel, por lo que esta eliminación apenas afecta a productos por unos u$s11 millones.
Si bien, como nosotros, consideraron injusto estar incluidos en el índex, la sorpresa no fue tanto por esto, sino por el monto del recargo, 17%, que colocaba a Israel entre los 50 principales ofensores a la Unión (Argentina, a pesar de mantener un déficit con el norte, 10%).
Nuestro presidente, Javier Milei fue el primero que pergeñó una entrevista “sui generis” con Trump, buscando el apoyo en su gesta con el FMI pero por sobre todo, ver que se podía hacer con el tema de las tarifas. Es que con una apoyatura diplomática y de inteligencia algo menor a la de Israel, a él si la medida lo agarró totalmente por sorpresa. Como sabemos la cosa terminó en algo parecido a un papelón.
Mientras el “establishment” económico y financiero local viene insistiendo en que los nuevos recargos a las importaciones son el resultado de alguna fórmula matemática (proponiendo una lógica cartesiana de “si hacemos esto, conseguimos aquello”), la realidad es que la decisión de Trump tiene más de geopolítica que de economía.
Así la decisión israelí de “adecuarse” no sirvió de nada y “Bibi” pidió una reunión urgente con su par norteamericano para ver si conseguía alguna rebaja.
Algunos imaginamos que tras el reinicio de los ataques israelíes sobre Gaza hace casi un mes, el multimillonario, maestro de las negociaciones, estaría dispuesto a ceder algo, si su amigo -con el que ha tenido mas de un choque en el pasado- se mostraba dispuesto encauzar nuevamente los procesos de paz. Nos equivocamos. Como es su costumbre, Trump fue por más.
Si bien le dio lo que parecía una carta blanca en lo que compete a la cuestión palestina, no dudó en humillarlo (aunque no se note). En primer lugar, el tema tarifario quedó fuera del tablero. El año pasado EEUU exportó bienes a Israel por u$s14.800 millones y los importó por u$s22.200 millones. Claramente esto es insostenible para Donald.
Cuando un periodista le preguntó sobre la cuestión, mirando a Netanyahu sólo se refirió a que ellos le dan todos los años u$s4.000 millones a Israel y que eso era mucha plata. Ergo, el 17% sigue inamovible.
Parte de la explicación tiene que ver con la insistencia del yanqui en que los socios comerciales de la primer potencia del mundo, no sólo aplican tarifas, sino que lo que es más grave, imponen barreras pararancelarias (aquí cae la Argentina) y recurren a devaluar sus monedas (aquí caen China y los países del Sudeste asiático).
Si esto sugiere algo, es que Trump está buscando algo que va mucho más allá de cualquier fórmula de comercio multilateral (acusó a Canadá y México de embaucadores).
El siguiente golpe para Nethanyahu vino con el anuncio de que en unos días se celebrará una reunión entre los representantes norteamericanos e Irán, buscando llegar a algún tipo de acuerdo, en donde Israel queda fuera de la mesa.
Tras cartón Trump se mostró casi risueño, afirmando que su amigo Erdogan había logrado lo que nadie en 2.000 años, invadiendo Siria, apuntando que, si Israel tenía algún problema con su vecino, él lo iba a solucionar charlando con el turco, en la medida en que los reclamos de Netanyahu fueran “razonables”. Ahí finalizó el convite.
Si algo nos platea el viaje de Netanyahu a Washington es que si Donald Trump -quien negociando no tiene ningún problema en humillar a su contraparte, especialmente cundo ésta es débil- está dispuesto a hacer lo que hizo con un socio dilecto al que conoce hace años, que no podría hacer con “el Javo”.
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