Hay quienes aseguran que George Eastman fue el Steve Jobs de su tiempo. En 1888, cuando Argentina celebraba ser el granero del mundo, Eastman fundaba en Estados Unidos una empresa que iba a revolucionar el mundo de la fotografía bajo el lema “usted aprieta el botón y nosotros hacemos el resto”.
Kodak, la empresa que inventó la primera cámara de fotos digital pero la descartó porque no le veía futuro
Revolucionó la industria fotográfica, pero careció de visión estratégica cuando en 1975 pudo haberse convertido en pionera de la era digital. Es un caso de estudio en las escuelas de negocios.
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En aquel momento nadie imaginaba que ese emprendedor e inventor exitoso en 1932 iba a terminar pegándose un tiro en la cabeza con una pistola fabricada en Alemania, apremiado por una enfermedad degenerativa. La nota de despedida que dejó parecía premonitoria de lo que sería el futuro de la compañía: "A mis amigos: mi trabajo está hecho. ¿Por qué esperar?".
Las preguntas que rodearon el suicidio de Eastman se reavivaron en 2012 cuando la compañía se declaró en quiebra. ¿Qué pasó con la empresa exitosa que había fabricado la cámara que retrató la llegada del hombre a la Luna? ¿Cómo pudo hundirse una compañía que en la década del 70 fabricaba el 90% de los rollos fotográficos y el 85% de las cámaras vendidas en Estados Unidos? ¿Cómo había podido dejar pasar la chance de ser la pionera de la era digital en la fotografía?
La historia de George Eastman y la "fotografía para todos"
George Washington Eastman nació el 12 de julio de 1854 en Waterville, Estado de Nueva York. Hijo de una familia de trabajadores, mostró una inclinación temprana hacia los negocios y la tecnología. Tras la muerte de su padre, dejó la escuela para trabajar y ayudar a su madre y hermanas.
Su interés por la fotografía comenzó en 1877 cuando planeaba realizar un viaje y decidió aprender el arte de la fotografía para documentarlo. Cuando advirtió lo costoso y complicado que era operar el equipo, se propuso simplificar el proceso y hacerlo más barato.
Para eso experimentó con diferentes materiales y métodos, particularmente en la creación de placas secas que reemplazaran las húmedas, que eran muy difíciles de manejar. En 1880, patentó un recubrimiento que facilitaba el uso de estas placas y fundó la Eastman Dry Plate Company en Rochester, Nueva York, firma que luego se convertiría en la famosa Eastman Kodak Company.
El éxito de Kodak se basó en la innovación técnica. Pero también se explica por las estrategias de marketing ideadas por Eastman. Su objetivo fue fomentar una cultura de “fotografía para todos”.
La primera cámara portátil de la compañía venía con un rollo de película de 100 fotos. Los clientes podían enviar sus cámaras a Kodak para que el rollo de película fuera revelado y la cámara fuera recargada con uno nuevo.
En 1900, lanzó la cámara Brownie, de bajo costo y fácil de usar, lo que la hizo accesible a familias y fotógrafos aficionados, cambiando para siempre la forma en que la gente registraba momentos para su archivo de recuerdos. En 1935 presentó los rollos de película Kodachrome, que llevaron el color a las fotografías caseras.
Eastman también fue conocido por su filantropía. Donó millones a instituciones educativas y de salud, entre ellas el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Rochester.
La expansión de Kodak: de la diversificación al blooper histórico
A pesar de la muerte de su fundador, la empresa se expandió a nivel internacional y mantuvo una estrategia de ventas diversificada. Además de las cámaras, Kodak vendía películas fotográficas, papel fotográfico y suministros para el revelado, lo cual le permitía tener un control casi total de la cadena de valor de la fotografía. El modelo de negocio era tan exitoso que llegó a ser una de las empresas más rentables del mundo.
Kodak también aprovechó su capacidad de innovación para expandirse a otras áreas. Durante la Segunda Guerra Mundial colaboró con el gobierno estadounidense para desarrollar tecnología fotográfica de espionaje. Al finalizar la guerra, la empresa volvió a concentrarse en el mercado de consumo, invirtiendo en investigación y desarrollo para continuar mejorando la calidad y el alcance de sus productos.
Pero uno de los grandes hitos en la historia de Kodak se produjo en 1975, cuando Steven Sasson, un ingeniero eléctrico de la empresa, inventó la primera cámara digital del mundo. El prototipo pesaba unos cuatro kilos y utilizaba un sensor CCD (Charge Coupled Device) para capturar imágenes en formato digital en blanco y negro.
A pesar de que la cámara era primitiva y capturaba imágenes con una calidad de apenas 0.01 megapíxeles, Sasson había dado los primeros pasos hacia una tecnología que revolucionaría la fotografía en las décadas siguientes.
La cámara digital de Sasson fue presentada a la gerencia de Kodak, pero la respuesta no fue la esperada. La dirección tenía dudas sobre el potencial de la cámara digital y temía por los efectos que ese invento que prescindía del rollo fotográfico podría tener en su lucrativo negocio en auge.
En ese momento, la compañía estaba ganando miles de millones de dólares con la venta de películas, cámaras, papel y productos químicos para revelado. Para qué arriesgar entonces ese imperio por algo que no tenía un futuro asegurado. Por eso, Kodak patentó la tecnología pero decidió no fabricarla.
Y así fue que optó por seguir su modelo de negocio tradicional, apostando que el auge de la fotografía digital no podría desplazar al uso del rollo y revelado en papel.
Así, durante los años 80 y 90, mientras Kodak continuaba aferrada a su modelo de negocio centrado en el rollo de película, otras empresas comenzaron a invertir en la tecnología digital. Canon, Sony, Fujifilm, y otros competidores aprovecharon el vacío dejado por Kodak y comenzaron a desarrollar sus propias cámaras digitales.
La calidad de imagen de estas cámaras fue mejorando, y poco a poco se volvieron más accesibles y populares entre los consumidores. En el cambio de milenio, la tendencia hacia la digitalización era ya evidente, y la demanda de cámaras con rollo comenzó a decaer.
Kodak amagó una reacción lanzando cámaras y dispositivos digitales propios en la década de 1990, pero estos productos no lograron captar la atención del público. La cultura empresarial conservadora y la dependencia en el modelo de negocio tradicional hacían que Kodak no tomara las decisiones necesarias para competir en el nuevo entorno digital.
El proceso de la quiebra a la resurrección
A medida que la industria fotográfica se movía hacia la tecnología digital, Kodak comenzó a perder su posición dominante en el mercado. La compañía trató de diversificarse mediante adquisiciones y proyectos en otras áreas, como la impresión digital y el sector farmacéutico, pero estos esfuerzos resultaron en gran parte ineficaces. Además, las inversiones en estas áreas no lograron compensar las crecientes pérdidas en el negocio de la película fotográfica.
En 2004, Kodak anunció oficialmente que dejaría de producir cámaras tradicionales y se enfocaría en la fotografía digital, un paso que en el mercado fue percibido como muy tardío. La empresa ya había perdido market share contra su competencia. Finalmente, en 2012, se declaró en quiebra y se acogió al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos.
Dos años después, y un proceso de reestructuración mediante, la empresa logró superar la bancarrota y volvió al ruedo. Su diversificación la llevó a ingresar al negocio de telefonía inteligente, incorporando una cámara digital y herramientas para la edición en el mismo dispositivo.
En las escuelas de negocios de todo el mundo el caso Kodak pasó a representar un ejemplo de estudio sobre los peligros de no adaptarse a tiempo a los cambios en el mercado.
La empresa que había inventado la cámara digital, careció de visión para aceptar el cambio y apostar por las nuevas tecnologías. Optó por refugiarse en su negocio tradicional, decisión que finalmente la llevó al colapso.
En los últimos años la empresa buscó reinventarse, enfocándose en sectores como la impresión comercial, la industria farmacéutica y la tecnología blockchain.
La facilidad de pronunciar su nombre en todos los idiomas y la vigencia de su inconfundible logo amarillo y rojo convirtieron a Kodak en una de las empresas globales más relevantes de la historia. Pero la decisión de no aprovechar su invento digital para reafirmar su liderazgo en el negocio de la fotografía seguirá siendo motivo de estudio como uno de los mayores bloopers de la gestión empresarial mundial.
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