4 de enero 2025 - 00:00

Las franquicias conquistan la Avenida Corrientes desplazando a los clásicos porteños

La Avenida Corrientes vive una transformación radical. Franquicias modernas ocupan los espacios que pertenecían a tradicionales cafés y restaurantes porteños, poniendo en peligro una identidad culinaria única.

En la Avenida Corrientes todavía perduran las pizzerías más emblemáticas de la ciudad. 

En la Avenida Corrientes todavía perduran las pizzerías más emblemáticas de la ciudad. 

La Avenida Corrientes, emblemática arteria de Buenos Aires conocida por su vibrante vida nocturna y su rica oferta gastronómica, está experimentando una fuerte transformación. Las franquicias, tanto nacionales como internacionales, proliferaron en los últimos años, ocupando espacios que antes pertenecían a tradicionales cafés y restaurantes porteños. Este fenómeno plantea interrogantes sobre el futuro de la identidad culinaria de la avenida que nunca duerme.

Según la web del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que busca atraer el turismo, la calle Corrientes “fue testigo de la época de oro del tango, cuando los grandes músicos de la primera mitad del siglo XX tocaban en bares, teatros y cabarets de la zona. Por eso sobrevuela la bohemia de los años 40 marcados por Carlos Gardel. La Av. Corrientes es una y es muchas. Es también la de los años 60 y principios de los 70, con sus discusiones políticas, culturales y literarias en los bares y cafés de las esquinas más emblemáticas. Es la de las librerías que cierran tarde, la de los cines de arte y la de las pizzerías que bajan sus persianas aún más de madrugada. Es la del Teatro San Martín y la del Centro Cultural Rojas, que está pasando la Av. Callao, y que en los 90 reinventó la escena del arte contemporáneo. También es la de los kioscos de diarios que venden las principales revistas culturales. Y, por supuesto, es la de los teatros y las grandes marquesinas”.

Lo cierto es que hoy el tango, la bohemia y los cafés emblemáticos dejaron de ser una constante en la Avenida Corrientes y, por el contrario, son cada vez más las cadenas de hamburgueserías y fast food que ocupan un lugar de privilegio.

Al recorrer Corrientes entre Callao y 9 de Julio, es evidente la presencia dominante de cadenas como Starbucks, Tostado, Kentucky, Dean & Dennys y Big Pons, entre otras. Estas marcas encontraron en la avenida un lugar estratégico para expandirse, aprovechando el constante flujo de peatones y turistas. Por su parte, la apertura de locales como Sbarro, la cadena de pizzerías neoyorquina, refuerza esta tendencia hacia la globalización de la oferta gastronómica en la zona. Paradójicamente, en la meca de la pizza porteña -al molde y con mucha muzzarella- todo lo opuesto a la pizza de Estados Unidos.

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El ocaso de los clásicos

Otra realidad es que la proliferación de franquicias también tuvo un impacto directo en los tradicionales cafés y restaurantes de la avenida. Establecimientos emblemáticos como el Café La Paz, ubicado en Corrientes y Montevideo, que cerró sus puertas definitivamente en 2021, son testimonio de esta transformación. Actualmente, en esa esquina conviven dos franquicias conocidas: Fabric Sushi y Café Martínez y en rigor de la verdad, queda muy poco registro de su fachada original que supo ser una postal emblemática de Buenos Aires y por donde desfilaron intelectuales y políticos durante décadas.

Además de las sucesivas crisis económicas que vivió la Argentina en los últimos años, la pandemia aceleró el cierre de muchos de estos locales históricos, incapaces de competir con las cadenas que cuentan con mayores recursos y modelos de negocio más sencillos de operar.

Sin embargo, algunos bastiones de la tradición porteña resisten. El Gato Negro, fundado en 1927, continúa ofreciendo su amplia variedad de especias, tés y cafés en un ambiente que evoca épocas pasadas. La Giralda, otro café notable, reabrió sus puertas en 2021 tras casi dos años de cierre, recuperando su lugar como punto de encuentro para los amantes del chocolate con churros.

Otros locales que mantienen viva la esencia de la cocina porteña son las pizzerías emblemáticas como Güerrin, Banchero, Los Inmortales, Las Cuartetas y el Palacio de la Pizza, que siguen siendo referentes indiscutidos para quienes buscan degustar una auténtica pizza al molde. Además, heladerías tradicionales como Cadore, reconocida por su helado artesanal, continúan atrayendo a generaciones de porteños y turistas.

En este contexto, el éxito de Güerrin, que incluso extendió sus instalaciones para albergar a los cientos de comensales que cada fin de semana desfilan por su salón, suena hasta casi poético. Según cuenta la historia, el nombre Güerrín, alude a una especie de justiciero tipo Robin Hood, que les sacaba a los ricos para darles de comer a los pobres. Así, esta pizza tradicional compite y hasta gana con las grandes cadenas de fast food, demostrando que la cocina porteña todavía tiene mucho para dar.

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Otro caso notable es el del restaurante Pippo, conocido por su cocina italiana, que cerró su sucursal de Montevideo 341 en septiembre de 2020, después de 83 años de actividad. Aunque su local de Paraná 356 continúa en funcionamiento y sigue siendo parada obligada de cientos de turistas y comensales locales que buscan platos tradicionales a buen precio.

No obstante, la convivencia entre las franquicias y los locales tradicionales no está exenta de tensiones. La competencia por los alquileres y la atracción de clientes llevó a algunos establecimientos históricos a adaptarse, incorporando elementos de las cadenas modernas, como menús más acotados y opciones de comida rápida, para mantenerse vigentes en un mercado en constante cambio.

De cualquier manera, queda en evidencia que la transformación de la Avenida Corrientes refleja una tendencia global hacia la homogenización de las ofertas gastronómicas en los centros urbanos. Algo que también significa dejar de lado la identidad culinaria de Buenos Aires, tan rica en sabores, pero también en historia.

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