5 de febrero 2025 - 14:47

Molino Cañuelas: se dilata el concurso y hay incertidumbre entre sus acreedores

La reestructuración de deuda de la principal procesadora de trigo de Argentina sigue sin definiciones. A pesar de haber logrado el respaldo de la mayoría de los acreedores, la homologación judicial se demora.

La empresa es líder nacional en capacidad de molienda de trigo, con alrededor de 3,2 millones de toneladas anuales.

La empresa es líder nacional en capacidad de molienda de trigo, con alrededor de 3,2 millones de toneladas anuales.

A mediados de diciembre pasado, Molino Cañuelas anunció haber alcanzado las mayorías necesarias para la aprobación de su propuesta concursal en el marco de su proceso de reestructuración financiera. Con un respaldo del 89,07% de los acreedores quirografarios, solo quedaba la homologación por parte de la justicia comercial de Córdoba. Sin embargo, hasta el momento no hubo avances significativos y la incertidumbre entre sus acreedores, fundamentalmente granarios y comerciales, sigue creciendo.

El concurso preventivo de Molino Cañuelas involucró a más de 650 acreedores y un pasivo quirografario de u$s1.290 millones. En este contexto, se logró el respaldo del 89,07% de los titulares de la deuda quirografaria, quienes representan el 60% de los acreedores.

El punto clave es que los principales acreedores de la compañía, comandada por el empresario argentino Aldo Navilli, son entidades financieras, locales e internacionales. Entre ellas se destacan International Finance Corporation (CFI), Banco Nación, Natixis New York Bank, Cargill, Banco de la Provincia de Buenos Aires (Bapro) y BAF Latam Credit Funds NV. Por caso, con el CFI mantiene una deuda de $21.944 millones y con el Banco Nación de $18.807 millones. Si bien con estas entidades se logró un acuerdo, las tres propuestas de pago presentadas (contado, corto plazo y largo plazo) no convencieron a una parte importante de los acreedores granarios y comerciales.

En este marco, la última actuación en el concurso de acreedores de Molino Cañuelas data del 27 de diciembre del año pasado, cuando el juzgado de Concursos y Quiebras de Río Cuarto, a cargo de la jueza Mariana Martínez, corrió vista a la sindicatura plural para que analice distintos aspectos del acuerdo, en cumplimiento con la Ley de Concursos y Quiebras.

Más concretamente, el tribunal solicitó a la sindicatura que controle la cantidad de acreedores que prestaron conformidad y el porcentaje del capital representado, además de verificar posibles exclusiones del régimen de mayorías. También se pidió un informe detallado sobre cesiones de créditos, incluyendo qué acreedores transfirieron sus derechos y a quién.

Uno de los puntos clave es la postura de la Dirección General de Rentas de Córdoba (DGR), que había solicitado la exclusión del régimen de mayorías, un planteo que la empresa rechazó. La sindicatura deberá expedirse sobre este aspecto, pero todavía no hay novedades y el concurso sigue dilatándose.

Propuesta de pago

Según consta en el expediente, la empresa propuso tres alternativas de pago. La primera es un pago al contado del 12,5% de la deuda, con un límite de hasta u$s400 millones en total. Si el monto total de pedidos supera ese tope, se distribuirá de manera proporcional y el excedente pasará a otras opciones. La segunda alternativa es un plan de pago a corto plazo, que cubre el 37% de la deuda en cuotas escalonadas a lo largo de seis años, con un primer pago dentro de los 30 días hábiles posteriores a la homologación del acuerdo.

La tercera opción es la más ambiciosa y a largo plazo. Promete el pago del 100% de la deuda, pero en cuotas que se extenderán por más de una década. Este esquema incluye intereses progresivos y un posible pago adicional si la empresa obtiene mejores resultados financieros en los próximos años.

Para dar mayor seguridad a los acreedores, Molino Cañuelas respaldará los pagos con un fideicomiso sobre sus marcas más importantes, como "Cañuelas", "9 de Oro" y "Pureza". Además, si la empresa no logra reunir los fondos necesarios para los primeros pagos, sus accionistas se comprometieron a aportar hasta u$s10 millones como refuerzo financiero.

Un largo camino

El default de Molino Cañuelas con bancos y entidades financieras se remonta a mediados de 2018. En ese momento, la principal procesadora de trigo de Argentina se vio obligada a cambiar su estrategia financiera, dejando atrás la posibilidad de cotizar en la Bolsa local y en Nueva York. En paralelo, contrató a la firma de asesoría financiera Lazard para reestructurar su cuantiosa deuda, que en ese momento ascendía a poco más de u$s760 millones.

Tras meses de negociaciones, ese proyecto no logró el visto bueno de todos sus acreedores. Incluso el Banco Macro le pidió formalmente la quiebra. Finalmente, en marzo de 2019, consiguió un salvavidas del banco estatal BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior), que le concedió un crédito destinado íntegramente a capital de trabajo.

La apertura del concurso de acreedores llegó en 2021 y, desde entonces, la empresa ha transitado un largo camino en busca de un acuerdo con las entidades bancarias, que en la práctica son sus principales acreedores.

Gran parte de los problemas financieros de la empresa se originaron en su vertiginosa expansión, que no estuvo acompañada por un crecimiento del consumo en el mercado interno. Además, sufrió el impacto de la mega devaluación del peso durante la presidencia de Mauricio Macri. Con el 60% de sus ingresos provenientes del mercado interno, Molino Cañuelas se encontró en un callejón sin salida con deudas millonarias en dólares.

Uno de los hitos clave en su historia fue la compra, en 2016, del negocio local de harinas de Cargill (siete molinos) por $736 millones, operación para la que obtuvo un crédito del Banco Mundial de u$s80 millones. Hoy, la empresa es líder nacional en capacidad de molienda de trigo, con alrededor de 3,2 millones de toneladas anuales. También creció en el segmento de premezclas y productos con mayor valor agregado, invirtiendo u$s100 millones en su planta de alimentos congelados en Spegazzini, partido de Ezeiza.

Sin embargo, esta expansión tuvo un alto costo y la compañía necesitó financiamiento para refinanciar su deuda. En 2017 intentó una IPO en la Bolsa local y en Wall Street para recaudar u$s1.141,6 millones, pero en noviembre de ese mismo año postergó la iniciativa por la volatilidad del mercado.

Para ese entonces, ya enfrentaba serias dificultades financieras. En su prospecto de emisión de acciones enviado a la Comisión Nacional de Valores, mostraba un patrimonio neto negativo de $736 millones, es decir, tenía más deudas que activos.

Lo cierto es que actualmente, y a pesar de los esfuerzos por sanear su situación financiera, la incertidumbre sobre el futuro de Molino Cañuelas persiste. La falta de avances en la homologación del acuerdo mantiene en vilo a sus acreedores, quienes aún esperan una resolución definitiva para un conflicto que se extiende por más de cinco años.

Dejá tu comentario

Te puede interesar