26 de febrero 2025 - 16:04

Una startup argentina atrajo inversiones del mismo fondo que apostó a los primeros pasos de Tesla y Coinbase

Se trata de Cálice, que desarrolla soluciones de Inteligencia Artificial aplicadas al agro. El fondo es Draper Cygnus, fundado por un referente mundial del venture capital.

Ramiro Olivera (CEO), Esteban Hernando (CSO), Andrés Rabinovich (CTO) y Pablo Romero (COO/CFO), fundadores de Cálice.

Ramiro Olivera (CEO), Esteban Hernando (CSO), Andrés Rabinovich (CTO) y Pablo Romero (COO/CFO), fundadores de Cálice.

La startup argentina Cálice, fundada por cuatro emprendedores a fines de 2018, comenzó este año a participar de las grandes ligas de financiamiento. Esta empresa, especializada en inteligencia artificial (IA) aplicada al agro, recientemente consiguió fondos por u$s1,5 millones en su primera ronda de inversión, en la que participó un fondo con antecedentes de primer nivel.

La mencionada ronda fue encabezada por el fondo Draper Cygnus, entidad que tiene entre sus fundadores a Tim Draper, un referente mundial del venture capital que fue uno de los pioneros en invertir en los primeros pasos de empresas ahora consagradas, como Tesla, SpaceX, Coinbase y Robinhood.

Además de Draper Cygnus participaron Innventure, Xperiment Ventures, Air Capital y el australiano GrainCorp Ventures por medio de Artesian.

Tras esta capitalización, Cálice se prepara para obtener otros u$s500.000 adicionales en negociaciones con otros inversores extranjeros.

La startup argentina ya había recibido otros u$s750.000 en una ronda de capital “pre-semilla” durante 2023, que fue aportada por parte de “inversores ángeles” que suelen ser hombres de negocios que invierten a modo personal en empresas que están en sus primeras etapas de desarrollo y muestran un potencial de crecimiento destacado.

Cálice fue creada por los científicos argentinos Ramiro Olivera (CEO), Esteban Hernando (CSO) y Andrés Rabinovich (CTO), junto con el ingeniero y magíster en negocios Pablo Romero (COO/CFO). Este grupo de fundadores todavía lidera el management de la compañía.

Originalmente nació como una empresa orientada a hacer edición génica de semillas de cultivos, pero el año pasado cambió de rumbo hacia un nuevo modelo de negocio: sus fundadores suprimieron el laboratorio para enfocarse de lleno en el modelo computacional con el propósito de simular ensayos a campo. “Lo hicimos porque ésta era la mayor demanda de nuestros clientes”, explicaron desde la empresa a Ámbito.

Así fue como en 2024 la empresa se centró en cerrar pruebas de concepto del modelado de cultivos como maíz, cebada, trigo, arroz y soja, en conjunto con otras compañías de Argentina y del exterior.

Luego de estas validaciones que demostraron con resultados concretos la efectividad de la tecnología, la startup se permite proyectar que cerrará contratos por u$s800.000 a lo largo de 2025.

La transformación desde biotech a agtech

La historia de esta startup indica que los fondos iniciales fueron utilizados para montar un laboratorio en el campus de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Esto estuvo acompañado de un equipo de trabajo basado en el diseño de software y asesorado por expertos en biología molecular.

En la actualidad, Calice cuenta con dos sedes: una está en la Ciudad de Buenos Aires y la otra en San Francisco (Estados Unidos). Ahora, sin la tarea de laboratorio la empresa se volcó de lleno a la vertical agtech: armó un equipo de 15 personas dedicadas a la transformación de la agricultura a través de la digitalización de ensayos a campo con el fin de acelerar el desarrollo de cultivos y productos biológicos.

En este marco, los emprendedores idearon Nodes, una plataforma de ensayos de campo virtuales, que utiliza Inteligencia Artificial y el modelado computacional para el desarrollo de cultivos y productos biológicos.

Para lograr esto sin la necesidad de realizar pruebas extensivas en el campo, incorporaron una metodología de simulaciones avanzadas, que permite evaluar el comportamiento de nuevas variedades en distintos ambientes, optimizar estrategias de cruzamiento, analizar tolerancia a enfermedades y predecir la efectividad de bioinoculantes y biofertilizantes, previo a su implementación en condiciones reales.

“El principal beneficio de esta innovación es que disminuye los tiempos y los costos de validación de nuevas soluciones agrícolas, al posibilitarles a las empresas reemplazar parte de los ensayos físicos con simulaciones precisas y replicables”, detallan para explicar las razones de la reconversión.

“Esto no sólo acelera la llegada de nuevos productos al mercado, sino que también minimiza la incertidumbre y el impacto ambiental de los ensayos tradicionales”, añaden.

Según los cálculos de Cálice, de esta forma podrían reducirse hasta un 80% las necesidades de ensayos a campo y hasta 50% los tiempos de desarrollo.

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