8 de marzo 2025 - 00:00

A dónde nos lleva la Segunda Guerra Arancelaria de Donald Trump

En un giro inesperado, la segunda guerra arancelaria no solo se entiende desde el comercio, sino también desde la geopolítica y la relación de Trump con Vladimir Putin agrega una capa de complejidad al panorama.

El segundo mandato de Trump muestra un enfoque pragmático en el que las políticas económicas y las estrategias geopolíticas van de la mano.

El segundo mandato de Trump muestra un enfoque pragmático en el que las políticas económicas y las estrategias geopolíticas van de la mano.

Gentileza KGET

La guerra arancelaria iniciada en el segundo mandato de Donald Trump se desarrolla en un contexto más complejo que el primero: si bien el enfoque sigue siendo la competencia con China, las implicancias y las estrategias geopolíticas son notablemente diferentes. Esta nueva fase no solo se centra en el comercio, sino que también abarca temas cruciales como la tecnología, la seguridad nacional y la influencia global de Estados Unidos.

Al igual que en su primer mandato, Trump ha continuado con su objetivo de frenar el avance tecnológico de China, protegiendo sectores clave como la tecnología y la propiedad intelectual. Los aranceles, una herramienta de negociación característica de su administración, siguen siendo la punta de lanza para presionar a China. Durante ambos mandatos, el uso de los aranceles ha sido una forma de obtener concesiones, presentándose como un medio para recuperar empleos y proteger la industria estadounidense frente a lo que Trump denomina "prácticas desleales" en el comercio.

Los aranceles, especialmente aquellos dirigidos a productos tecnológicos y semiconductores, han afectado a empresas que dependen de las importaciones de China. Este impacto se siente con mayor fuerza en sectores como la tecnología de vanguardia y las cadenas de suministro de alta tecnología. La presión sobre empresas como Huawei ha aumentado, con la intención de limitar su acceso a los mercados occidentales.

Sin embargo, a pesar de este impacto, las idas y vueltas en las declaraciones de Trump sobre el conflicto han creado una mayor volatilidad en los mercados. Mientras que en el primer mandato el tono parecía irreconciliable, ahora, el mandatario Trump adopta una postura más flexible, dejando entrever la posibilidad de acuerdos, mientras mantiene un discurso agresivo hacia China.

La relación Trump-Putin

En un giro inesperado, la segunda guerra arancelaria no solo se entiende desde el comercio, sino también desde la geopolítica y la relación de Trump con Vladimir Putin agrega una capa de complejidad al panorama. Desde su primer mandato, Trump ha mantenido una relación cercana con el presidente ruso, viéndolo no como un adversario, sino como un "socio estratégico" en su lucha contra China. Esta relación ha sido controversial, especialmente por las declaraciones de Trump sobre la guerra en Ucrania, que calificó como un "movimiento de genio" por parte de Putin.

La guerra en Ucrania, las tensiones con Rusia y las políticas arancelarias hacia socios comerciales y aliados han puesto a prueba las alianzas de Estados Unidos, las cuales parecen estar en constante desgaste. Por un lado, Trump ha elogiado las maniobras estratégicas de Putin, mientras que por el otro, ha mantenido una postura agresiva contra las prácticas comerciales chinas. Este ida y vuelta entre sus declaraciones refleja una incertidumbre continua que afecta tanto a los mercados, como a los aliados de Estados Unidos.

Conclusiones: un enfoque estratégico

El segundo mandato de Trump muestra un enfoque pragmático en el que las políticas económicas y las estrategias geopolíticas van de la mano. Si bien el objetivo de la guerra arancelaria sigue siendo contener a China en el terreno económico, las dinámicas globales han cambiado, especialmente con la inclusión de Rusia como un aliado estratégico en el enfrentamiento contra el gigante asiático. A pesar de las declaraciones contradictorias y la incertidumbre generada por los cambios de postura, lo que queda claro es que Trump busca una posición más firme de Estados Unidos frente a China, mientras navega las aguas turbulentas de las relaciones con Rusia y el contexto geopolítico global.

Al final, el impacto de esta guerra arancelaria no solo se mide en términos de comercio o tecnología, sino también en la forma en que las alianzas y los intereses estratégicos globales continúan redefiniendo la competencia global. Con una guerra en Ucrania como telón de fondo, la flexibilidad y las contradicciones de Trump podrían definir el rumbo de una batalla que va más allá de las fronteras del comercio y que se extiende a un dominio mucho más amplio: el de la seguridad nacional y la hegemonía económica global.

Director de Guardian Capital

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