Las economías bimonetarias son aquellas en donde coexisten dos patrones monetarios diferentes, es decir, hay co-circulación de monedas; en Argentina, el peso argentino y el dólar norteamericano. ¿Por qué razón? Pues ambas cumplen las funciones del dinero: medio de cambio, unidad de cuenta y reserva de valor. Cuando la economía es de este tipo, las funciones se realizan en dos monedas diferentes, con lo cual existen:
Aranceles, fin del cepo en Argentina y bimonetarismo: ¿y si esta vez es diferente?
Según el grado de apertura comercial que decida llevar adelante el Gobierno, la economía real podría recuperarse más o menos rápido.
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El levantamiento del cepo (parcial) mostró la audacia de eliminar el miedo a flotar ("fear of floating") por parte del Gobierno.
- Bimonetariedad contractual: la moneda nacional deja de ser medio de cambio generalmente aceptado y el intercambio comienza a realizarse en moneda extranjera.
- Bimonetariedad numeraria: la moneda doméstica deja de ser el numerario de la economía, es decir, para fijar los precios y salarios, y estos comienzan a referenciarse en la otra moneda.
- Bimonetariedad financiera: los depósitos bancarios, para que el dinero cumpla la función de reserva de valor, pueden realizarse también en moneda extranjera.
Esta característica hace que los requerimientos de reservas internacionales deban ser más rígidos, a fin de satisfacer las dos demandas: la demanda que hace la autoridad monetaria para evitar crisis de balanza de pagos y la demanda de los agentes privados, en su mayoría, para preservar el valor de sus activos (bimonetariedad financiera).
Su evolución se muestra a continuación en un gráfico y da una idea de la volatilidad que se registra en dicha variable.
Gráfico: Argentina. Variación de reservas internacionales por transacciones. Datos anuales expresados en equivalente a millones de dólares norteamericanos.
En este escenario, si las reservas caen en un valor considerable, se implementa un control de capitales (cepo), como lo hizo Argentina en 2011, el cual se interrumpió a fines de 2015 y volvió a implementarse en 2018 hasta el 11 de abril de 2025.
¿Qué escenario internacional y nacional encuentra hoy Argentina? Comenzando por el plano internacional, los nuevos aranceles que presentó Estados Unidos el 2 de abril llevan a que el resto de los países también suban sus aranceles como defensa, pero también estas subas van acompañadas de devaluaciones en sus tipos de cambio (para compensar las pérdidas). El resultado es que los productos empiezan a venderse en otros países a precios muy bajos (rozando lo que se conoce como dumping).
El escenario nacional previo a la suba de aranceles, según datos del INDEC presentados en abril de 2025, muestra que el Índice de Producción Industrial (IPI) manufacturero subió un 5,6% en febrero en comparación con el mismo mes de 2024. Además, el acumulado del primer bimestre de 2025 registró un incremento del 6,6% respecto al mismo período del año anterior. Asimismo, la inflación paso del 2,4 en febrero al 3,7 en marzo.
¿Qué esperar entonces?
Según el grado de apertura comercial que decida llevar adelante el Gobierno, la economía real podría recuperarse más o menos rápido. Si la apertura comercial es elevada, la industria tendría un camino difícil de adaptación, pues no podría competir con los productos importados y se vería forzada a reducir personal y les sería conveniente convertirse en importadores.
Si la apertura comercial es más bien moderada a baja, podría lograrse una recuperación del mercado interno. Pero, a esto debemos adicionar el cambio del régimen cambiario. El levantamiento del cepo (parcial) mostró la audacia de eliminar el miedo a flotar ("fear of floating") por parte del Gobierno. El dólar oscilará en una banda entre 1000 y 1400 pesos.
Lo que podría suceder es que los agentes económicos se vuelquen a comprar divisas y eso reduzca las reservas internacionales, pero dado que no hay sobrante de pesos para realizar dicha compra por parte del sector privado (salvo que aparezca algún comprador con mucho dinero que eleve el precio de la divisa norteamericana), no habría que preocuparse por el valor del tipo de cambio. Esta medida, junto con la reducción del déficit fiscal desde diciembre de 2023, logró el apoyo del FMI -lo que permitió un nuevo desembolso por parte del organismo-, así como también el aporte de otros organismos de crédito.
A esto se sumaría la eventual liquidación de divisas por parte de los exportadores, lo cual tendería a incrementar los niveles de reservas internacionales brutas de la autoridad monetaria. De este modo, se enviaría una señal positiva al mercado respecto de la sustentabilidad del pago de la deuda con acreedores privados. Entonces, ¿puede ser diferente esta vez?
Docente del Dpto. de Economía y Finanzas e investigadora del Instituto de Economía (INECO) de UADE.
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