La próxima presidencia de Donald Trump en su segundo mandato plantea un panorama incierto para América Latina y, en particular, para Argentina. A pesar de la afinidad ideológica que algunos sectores atribuyen entre Trump y figuras como Javier Milei, resulta fundamental matizar estas expectativas con una mirada realista sobre la política exterior estadounidense. La agenda de Trump históricamente ha priorizado temas como la rivalidad con China, el fortalecimiento de la economía interna, la seguridad fronteriza y el protagonismo en el escenario global frente a Europa y Asia.
Argentina al límite: ¿puede Javier Milei sobrevivir sin Donald Trump?
En un escenario global marcado por las tensiones geopolíticas y una economía mundial cada vez más interconectada, Argentina se encuentra en una encrucijada crucial.
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En este contexto, es cuestionable que Argentina ocupe un lugar relevante en sus prioridades inmediatas, más allá de temas puntuales relacionados con acuerdos comerciales o inversiones estratégicas. Si bien la retórica de cercanía ideológica podría abrir ciertos canales de diálogo, el pragmatismo y la naturaleza transaccional de la política exterior de Trump sugieren que Argentina podría quedar postergada en un segundo plano, dependiendo más de su capacidad de ofrecer beneficios concretos que de afinidades políticas.
En un escenario global marcado por las tensiones geopolíticas y una economía mundial cada vez más interconectada, Argentina se encuentra en una encrucijada crucial. Mientras el mundo asiste a una recalibración de las relaciones de poder, con Donald Trump proyectando su influencia y el dólar fortalecido, el país no parece estar preparado para eventuales choques. El Fondo Monetario Internacional presentó a Javier Milei dos condiciones indispensables para liberar cualquier desembolso adicional a los 45.000 millones de dólares que previamente le fueron otorgados a la gestión de Mauricio Macri. Estas condiciones incluyen obtener el aval del Congreso para nuevos endeudamientos y llevar a cabo reformas estructurales significativas. Aunque el presidente Milei expresa confianza en su capacidad para cumplir con estos requerimientos, reconoce que no será posible concretarlos en el corto plazo. Trump ha proyectado a Javier Milei como un referido en Sudamérica, a él se le unirían gobiernos de derecha de menor tamaño en comparación con los mayores México y Brasil, su apoyo podría iniciar alguna influencia de Trump en la región, pero Sudamérica no parece ser una prioridad de su complicada agenda.
Las luces de alerta económica se encienden mientras los riesgos, tanto exógenos como endógenos, se suman, creando incertidumbre para mantener la estabilidad.
Donald Trump ha manifestado su interés por frenar las guerras y esta buscando antes de asumir, el cese de los conflictos para despegar con una victoria política. Un ejemplo de su intervención fue el cese del fuego entre Hezbollah e Israel en Líbano por dos meses, sin embargo, la ofensiva israelí en Gaza continúa. Además, siguen los ataques de los hutíes a Israel y, en estos días cayo el régimen en Siria de Bashar Al Assad, que estaba respaldado por Rusia e Irán. La confrontación entre Israel e Irán sigue siendo el pleito geopolítico más transcendental.
En EE.UU., Trump tiene poderes omnímodos: la Suprema Corte, el Congreso y la mayoría de los Estados miembro de la Unión, lo que le otorga un poder institucional integral. Ya ha comenzado a designar funcionarios leales en organismos clave, y se prepara para una reforma profunda en las FF.AA. Entre los nombres que forman parte de su gabinete están Marco Rubio como secretario de Estado y Scott Bessent como secretario del Tesoro, ambos “market friendly”. El presidente electo ha propuesto por las redes, aumentar los aranceles de importación, alcanzando un 25% para México y Canadá y un 10% para China, con la posibilidad de que algunos productos sufran incrementos de entre 40% y 60% como medidas “anti dumping”. No obstante, estas disposiciones parecen más una amenaza que una decisión definitiva. Es probable que los aranceles para la mayoría de los países sean más moderados, proyectándose entre el 5% y el 10%.
Como anticipamos desde esta columna, antes de las elecciones, el triunfo de Donald Trump ha fortalecido al dólar, lo que ha tenido efectos en otras monedas, como el euro, que podría estar cayendo hasta 0.95 dólares por EUR desde el nivel actual de 1.05 u$s por EUR. Retomando Medio Oriente, el aumento de los precios del petróleo, impulsado por tensiones geopolíticas y las fluctuaciones dadas y proyectadas en el mercado de divisas han generado incertidumbre. La combinación de estas variables podría afectar el comercio global y las relaciones internacionales, especialmente entre Estados Unidos, China y Europa, con coletazos para todos los países.
ARGENTINA
Se espera que la inflación en noviembre de 2024 no disminuya significativamente, manteniéndose apenas por debajo del 3% respecto al mes anterior. El FMI proyecta una la inflación del 45% (entre diciembre de 2024 y diciembre de 2025), mientras que el consenso de consultoras privadas, colaboradoras de Milei, prevé un 30%.
A pesar de los logros fiscales que el gobierno presume, esto ha sido simple producto de la “licuadora” en el gasto en prestaciones sociales, obra pública, giros a las provincias, prestaciones sociales y otros rubros esenciales que han caído significativamente, lo que está provocando un sufrimiento social sin precedentes. La contrapartida de los supuestos logros fiscales es el impacto negativo en la calidad de vida de la población.
El superávit fiscal es engañoso, ya que no incluye los intereses capitalizados en la deuda en pesos del Tesoro, lo que distorsiona la situación real. A pesar de que el FMI permite esta “contabilidad creativa”, se espera que el superávit primario sea del 1.7% del PBI en 2024, mientras que el “creativo déficit financiero” se proyecta en 1.7%.
A todo esto, los vencimientos de la deuda local son comprometidos. En los próximos seis meses y medio, se deberán afrontar vencimientos de deuda interna por un total equivalente a u$s 61.500 millones, lo que pone en evidencia las dificultades fiscales que podrían producirse a corto plazo.
Dólares, avances macroeconómicos y, costo social
El ingreso de dólares es deseable, pero funcional al peligroso “carry trade eterno” una práctica adictiva que parece avanzar sin ningún tipo de impedimentos. El sector privado ha colocado obligaciones negociables por u$s 4.700 millones en los últimos tres meses, con tasas de interés nominales de entre 5% y 9% anual en dólares. Esto ha generado un diferencial de tasas de 18 puntos solo en octubre
El análisis de la relación costo social y avances macroeconómicos en Argentina es especialmente relevante, dado que el impacto en la población es considerablemente negativo. Las prestaciones sociales cayeron 24%, los salarios del sector público bajaron 9%, y las transferencias a las provincias se redujeron en 8%. En general, las políticas de ajuste y reducción de gasto público han afectado profundamente a los sectores más vulnerables, mientras que el gobierno ha mostrado una mejora limitada, que en realidad es un “resultado fiscal real” bajo. Se enfatizan y con razón, los resultados del blanqueo de capitales (alrededor de u$s 20.000 millones) aunque la acumulación de reservas es mínima y, aun si se suman las compras de dólares del BCRA de u$s 18.000 millones durante la administración Milei, las reservas brutas no llegan a crecer 7.500 millones, las reservas netas estan en u$s 6.600 millones negativas.
Deuda Pública y Sostenibilidad
El peso de la deuda pública interna y externa continúa siendo uno de los mayores retos para Argentina. En septiembre 2024, el total de la deuda pública ascendió a u$s 460.068 millones, lo que implica un aumento del 24.12% en solo 9 meses y 20 dias. La deuda en pesos, que está vinculada a los vencimientos de los próximos meses, plantea un reto significativo para el gobierno. Además, el gobierno se enfrenta a un escenario donde los intereses de esa deuda en pesos, no se contabilizan plenamente, lo que genera una visión distorsionada de las cuentas fiscales. Esta “contabilidad creativa” ha permitido presentar un superávit fiscal marketinero, pero el déficit real sigue siendo elevado.
Uno de los aspectos más críticos del panorama económico argentino es la política cambiaria. El tipo de cambio real ha estado bajo presión, exacerbado por la apreciación del dólar y la depreciación del real brasileño, lo que genera una predictibilidad de contexto 2025 desfavorable. La caída probable que estima el consenso de macroeconomistas pro mercado es de alrededor de un tercio del superávit comercial en 2025. El tipo de cambio real atrasado impactará especialmente en las Pymes, que enfrentarán dificultades para competir con productos importados baratos de China. Esto es aún más grave dado que las Pymes representan una parte esencial del tejido industrial y social de Argentina, especialmente en el conurbano.
Excesos institucionales
“…veo nubarrones en esta etapa: temo por poderes judiciales y legislativos” … “Temo por las instituciones. Existe en el mundo una preocupación mayor por los resultados que por los métodos para alcanzarlos” dijo Juan Carlos Maqueda, Juez de la Suprema Corte de Justicia. (Urgente24, 11 de diciembre 2024)
En Washington y Wall Street preocupa el uso de (DNU) para aprobar el presupuesto o reasignar partidas. El respeto a la institucionalidad y la seguridad jurídica es crucial. Y, con un solo DNU se derogaron enorme cantidad de Leyes. Mantener vigente el presupuesto 2023 mediante una prórroga, le daría al Poder Ejecutivo elasticidad para manipular a gusto las partidas, pero al mismo tiempo limitaría la capacidad de negociación de los gobernadores, especialmente en un año electoral. Esta centralización de decisiones a través de mecanismos extraordinarios refleja una dificultad institucional que podría agravar la gobernabilidad del sistema. Preocupa “la política”, pero más inquieta “la democracia”.
El análisis conjunto de todos los factores enunciados revela un panorama económico que, aunque presenta algunos desarrollos fiscales, sigue marcado por un alto costo social. La caída en los ingresos de los sectores más vulnerables, las restricciones en el gasto social y los desafíos de la deuda pública proyectan luces amarillas. A pesar del presunto superávit fiscal financiero, y aun si fuera real, muestra que la relación “costo social/beneficio macroeconómico” es claramente negativa, lo cual plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de estas políticas en el largo plazo.
Con una deuda pública en ascenso imparable, un superávit fiscal maquillado para encubrir desequilibrios profundos y un costo social que afecta de manera desproporcionada a los sectores más vulnerables, Argentina se encuentra al borde de un escenario global incierto y potencialmente adverso. La pregunta no es solo si el país logrará sortear estas aguas financieras agitadas sin naufragar, sino también a qué costo político, económico y social podría hacerlo. Lo que resulta innegable es que la estabilidad económica no está garantizada y que los próximos doce meses serán un verdadero punto de inflexión; el momento en que se decidirá si las políticas adoptadas marcan el inicio de una recuperación sostenida o, por el contrario, profundizan un ciclo de crisis recurrentes y desgarradoras.
Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros
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