El contexto financiero actual en Argentina oscila entre instrumentos en pesos o dólares que permitan a los ahorristas proteger su capital y ganar, frente a una inflación aun alta; ó, una potencial devaluación del peso argentino.
Carry trade, dólar y plazo fijo: ¿ganancia real o espejismo financiero?
La promoción de un rendimiento de 24,3% en dólares puede constituirse un espejismo “Cositortesco” si no se alerta a los inversores sobre los riesgos macroeconómicos de un contexto tan vulnerable como el argentino.
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¿Qué es el carry trade y cómo funciona en el mercado financiero?
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Carry trade: vuelan las ganancias en dólares, pero advierten sobre los riesgos de la estrategia de Caputo
Entre las opciones más accesibles y de bajo riesgo, se presentan ahora los depósitos a plazo fijo con TNA en pesos de 42%, esto es especialmente atractivo en períodos de relativa estabilidad cambiaria. Sin embargo, la efectividad de este producto financiero como mecanismo de protección de capital requiere una evaluación más profunda. Es cierto que considerando las micro devaluaciones en dólares (crawling peg), las tasas de interés ofrecidas en moneda local lucen sumamente seductoras. Sin embargo, el rendimiento va de la mano del riesgo, ya que no existe seguro de cambio para un pequeño o mediano ahorrista en pesos.
Revisión de tasas y rendimientos
Finalizando octubre 2024, algunos bancos ofrecen tasas nominales anuales (TNA) para depósitos a plazo fijo en pesos de hasta el 42%, equivalente a una tasa efectiva mensual (TEM) de 3,45% y una tasa efectiva anual (TEA) de 51,1%. Dado que la tasa de devaluación mensual es de 2%, su TEA es del 26,8%. En el análisis estático, esta situación genera un rendimiento del 24,3% anual, este es el spread (diferencia, en este caso en dólares) entre la tasa de devaluación actual y la TEA en pesos de un depósito a plazo fijo.
Este spread atribuible al “carry trade al menudeo” supera el rendimiento global de un depósito en dólares en cualquier parte del mundo, aunque tal vez no logre compensar la inflación anual que provocaría en un escenario de depreciación por levantamiento del “cepo”, lo que reduce su eficacia real como mecanismo de preservación del poder adquisitivo y ganancia adicional.
Repaso conceptual y cuantitativo de tasas y rendimientos
Finalizando octubre 2024, hay bancos que pagan tasas nominales anuales (TNA) para depósitos a plazo fijo en pesos del 42%, lo que equivale a una tasa efectiva mensual (TEM) 3.45%, y una TEA 51.1068%. Al calcular los rendimientos, una inversión de en un depósito de 30 días (42% TNA) inventa una (TEA) de 51.1%. Como la tasa actual de devaluación mensual es de 2% la TEA de la devaluación es 26.82%. De esta manera, la diferencia entre la devaluación del dólar en un año y, la TEA obtenida en pesos da un rendimiento de 24.28% en dólares, si nada cambia. Esa es la foto de hoy, no la película.
Esta incipiente variación al alza en las tasas de interés, refleja tanto la demanda de crédito como las políticas de captación de los bancos. Aunque la tasa en pesos, en ciertos escenarios (como una depreciación) podría no lograr superar la inflación, cuando se las compara con la depreciación de hoy día, supera el rendimiento mundial de un “time deposit” en dólares (plazo fijo en dólares) en donde quiera que sea.
El rol de la tasa efectiva anual (TEA)
Existe una diferencia significativa entre tasas de interés compuestas y tasas de interés simples. Cuando el dinero se invierte a tasa de interés compuesta, cada pago de intereses se reinvierte para ganar más intereses en periodos subsecuentes. Por el contrario, en una inversión que solamente paga una tasa de interés simple, se pierde la oportunidad de ganar intereses sobre intereses.
La Tasa Efectiva Anual (TEA) permite a los ahorristas analizar sus rendimientos mediante la simulación de una capitalización de intereses mensuales, lo cual resulta ventajoso para quienes buscan la optimización de sus rendimientos. Sin embargo, en un contexto de alta inflación y potencial devaluación, el valor real del capital tiende a erosionarse en términos de poder adquisitivo. Aun calculando el rendimiento con la reinversión mensual que ofrece la TEA, una tasa de 51,1% puede ser insuficiente para compensar la paz perdida por estar en pesos y la eventual pérdida de valor real del capital frente a la inflación y/o el tipo de cambio.
Perspectiva crítica sobre la rentabilidad en términos reales
La oferta de tasas de interés nominales en dólares del 24,3% parece atractiva a simple vista, aunque es “Cositortesca” en la economía global, sobre todo después de muchos meses de “carry trade” (bicicleta) de los bancos, que ganaron grandes caudales en dólares proporcionados por la operativa del BCRA, encima ahora consolidado por la seguridad que ofrece al estatizar y garantizar el Tesoro, directamente.
Por esa razón, el rendimiento de la nueva estrategia de: “bicicleta minorista” debe analizarse con cautela, por el nivel de “riesgo país” todavía muy alto y la siempre potencial volatilidad cambiaria de Argentina.
Al compararlo con el costo de oportunidad de invertir en otros activos, debido al riesgo procedente del retraso cambiario, el altísimo rendimiento local en dólares, aun parece insuficiente para cubrirse del peligro inherente a una potencial pérdida de valor, cuando los términos estáticos de estabilidad y rendimiento real, no ofrecen una seguridad incondicional.
La falacia del ahorro seguro en una economía en recesión
La promoción de un rendimiento de 24,3% en dólares puede constituirse un espejismo “Cositortesco” si no se alerta a los inversores sobre los riesgos macroeconómicos de un contexto tan vulnerable como el argentino.
Aunque los depósitos a plazo fijo o “time deposit” representan una alternativa de bajo riesgo dentro del espectro financiero mundial, en la Argentina difícilmente protegen el poder adquisitivo frente al dólar. Esto ha quedado en evidencia con el “Caputazo”, la devaluación que supero “el Rodrigazo” en diciembre (118%), lo cual muestra que estos productos financieros a veces son insuficientes para mantener la estabilidad del capital en el mediano plazo.
Los que defienden la indemnización y los próximos desempleados
El pequeño ahorrista tiene riesgos adicionales por el consumo mensual de sus ahorros ya que su ingreso genuino no alcanza (tal vez hasta venda a $1.200 los dólares que compró a $1.500). En adición, el desempleo merodea su escritorio o su máquina, en una economía donde el consumo ha caído de una manera rimbombante. Los sectores industriales, de construcción y comercio siguen mostrando caídas mensuales de la actividad, lo que refleja la fragilidad de la economía real.
Según los datos del Ministerio de Trabajo hasta agosto, el empleo formal lleva once meses consecutivos de caída, situándose en el nivel más bajo desde el segundo trimestre 2022 y 4% por debajo de los niveles 2017. Esta situación se traduce en un escenario de “recesión sin alternativa keynesiana”. La reactivación no coincide con los manuales de reacción en el mediano y largo plazo, luego de las reformas estructurales.
Una actualización del tipo de cambio situaría el dólar en $1.850 para igualar la competitividad lograda en diciembre 2023. Este es el valor que recorre las consultoras privadas y que aguardan los inversores.
Como vimos en estos días, los mercados tienden a reaccionar favorablemente a las expectativas de cambio y motivados reconocimientos. “Los premios suelen tener tres objetivos, que pueden coexistir o no. El primero y más noble es agasajar al premiado, el segundo, alagar al que premia (en una especie de falacia “ad Vericundiam”) y el tercero es conseguir algo del premiado” (Dionisio Bosch, ámbito.com, 28 de octubre).
El gobierno de Javier Milei hasta ahora solo obtuvo promesas de préstamos del BID y el Grupo del Banco Mundial en Washington, DC, mientras continúan las conversaciones con el FMI. Sin embargo, todos ellos esperan devaluación y reformas estructurales para que las mejoras sean sustentables.
El repunte reciente de los ADRs y los bonos argentinos, así como la caída del riesgo país, sugieren conformidad de rumbo, aunque se requieren resultados tangibles para que mejoren los flujos y la estabilidad social que garantice la continuidad de las políticas. Hay que recordar, que los mercados siempre reaccionan positivamente a medidas impopulares, aunque las propuestas de reformas planteadas sean insostenibles. Ya ha sucedido antes de ahora.
De nuevo, hasta el momento cada medida fastidiosa para el conjunto de la sociedad ayudó a restablecer cierta simpatía de los mercados, pero existe una lógica empresarial que el presidente y el equipo económico deben conocer y se dice: “show me the money”. La estrategia, “show me the money” en las empresas dice que aún tienes que demostrar que lo que están haciendo incrementará los flujos de caja año a año, agregando valor a quien venga a invertir. Por el momento y como vimos, en una economía en recesión, con elevadas tasas de inflación, extraordinaria caída del consumo y la necesidad ineludible de obtener u$s144.000 millones para hacer frente a compromisos por u$s142.000 millones en 2025 (año de elecciones de medio termino) sigue presentando dudas, no solo para grandes inversores, sino para los inocentes ahorristas que atraídos por ganancias novelescas en el sector privado vienen siendo “Cositorteados”, “Esquemiponzeados”.
El desafío final: transformar expectativas en realidad
La economía argentina enfrenta el reto monumental de transformar las expectativas de los mercados en hechos tangibles que restauren la confianza. La rentabilidad del 24,3% en dólares es una promesa “Cositortesca” si no se acompaña con paz social, sin huelgas, sin marchas de jubilados, universitarios y paros de transporte. Todo eso inviabiliza la inversión agregada. A excepción de una recuperación de la economía real, con paz social, los ahorristas deben ser cautelosos a la hora de decidir. La nueva bicicleta “al por menor” luce atrapada en el dilema de apoderarse de rendimientos ilusorios o perder ahorros por efecto de una potencial devaluación.
Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros
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