A poco más de un año de haber asumido la presidencia, son muchas las promesas de campaña que Javier Gerardo Milei no ha cumplido -por más que algunos intenten disimularlo-: no ha bajado ni bajará la presión impositiva, a pesar que alguna vez prometió cortarse un brazo antes de subir ningún impuesto, el cierre del BCRA, y la dolarización de la economía brillan por su ausencia, si alguien viene pagando el precio del ajuste no pareciera ser “la casta” y de levantar el cepo, nada.
Cepo al dólar, hasta las elecciones...
Unas semanas atrás el Presidente Javier Milei anunció que de mantenerse por un par de meses más la inflación en los niveles actuales, reduciría el “crawling peg”, sugiriendo que muy poco tiempo después levantaría el Cepo. Lo mismo ha hecho innumerables veces, corriendo cada vez el arco, más hacia adelante, pero el Cepo sigue ahí.
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Salida del cepo: asesor de Milei aseguró que "no se necesita un acuerdo con el FMI" para lograrlo
Hay otras, como el superávit fiscal, que son al menos cuestionable, pero si algo no se discute es el éxito que ha tenido combatiendo (i.e.: reduciendo el incremento de) la inflación. Del 25.5% que trepara en diciembre del año pasado el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que elabora el Indec, el incremento se redujo el mes pasado a 2.4%, el mínimo desde julio de 2020.
Este 2.4% es importante más allá de lo que significa para la vida diaria de los consumidores/argentinos, porque a mediados del mes pasado -a días de conocerse el IPC de octubre: 2.7%- el presidente Milei aseguró que: “De confirmarse dos meses más esta inflación se bajará la devaluación mensual -el “crawling peg”- al 1%”.
Una semana más tarde durante una entrevista televisiva iba más allá declarando: "Para salir del cepo tienen que darse tres condiciones: que durante los próximos tres meses haya inflación de alrededor de 2,5%, que se baje el crawling peg al 1% y resolver los stocks".
TANSTAAFL
Los libertarios y en general los malos economistas, tienden a adjudicar a Milton Friedman el pergenio de la idea que “There's No Such Thing as a Free Lunch” (“No hay tal cosa como un almuerzo gratis”), para explicar eso que llamamos “el costo de oportunidad”.
Friedman aprendió de Keynes -a quien consideraba mejor economista que a Hayek o Von Mieses- la importancia de la autopromoción y el manejo de los medios de comunicación. No dudó entonces en “robar” la frase que había popularizado y sido el argumento central del bestseller “La Luna es una cruel amante” Robert Heines de 1966 (la primer gran novela de ciencia ficción “libertaria”), para el titulo de su libro homónimo de 1975.
En realidad, el concepto ya era empleado en el mundo económico al menos desde 1938, según surge del cuento: “Economía en ocho palabras” (relata el pedido desesperado de un rey a los economistas para que le sinteticen toda la sabiduría económica en el menor número de palabras y así poder ayudar a su pueblo) que publicó Walter Morrow el 27 de junio en El Paso Herald-Post.
Tal vez sea meritorio el entusiasmo del presidente por vincular la religión con los eventos económicos a través de afirmaciones como “…no hay tal cosa como un almuerzo gratis, lo decía Milton Friedman, judío polaco, inspirado en la Torá y frase que viene de lo que fue la salida del pueblo hebreo de Egipto” que viene repitiendo en sus discursos (Fundación Faro, 13 de noviembre de 2024; Asociación Dirigentes de Marketing en Uruguay, 6 de diciembre de 2024, etc.) o afirmaciones como que la frase esta grabada en una pared de la Universidad de Chicago.
La realidad es que la única inscripción significativa que vimos quienes alguna vez caminamos por los pasillos de la UC es el “Crescat scientia, vita excolatur” del escudo de armas, “Dejad que el conocimiento crezca de más en más, y así la vida humana se enriquezca” (Nota: si se quieren graduar, es crucial no pisar el escudo en la entrada al Hutchinson Hall.
Un glotón por los premios
La evidencia no favorece las afirmaciones del presidente, quien lamentablemente ya no tienen gente que pueda decírselo.
Milei, un glotón por los galardones (en los 19 viajes que lleva al extranjero, recogió al menos siete) que nunca visitó Chicago, según las malas lenguas espera que la cuna del liberalismo y el movimiento libertario le conceden un “Honoris Causa” para hacerlo… aunque el mal trato a sus primeros compañeros políticos -Emilio Ocampo, Carlos Rodríguez, Diana Mondino, etc.- le dificultan la cosa.
Mas difícil es que, como ha sostenido: “probablemente me den el premio Nobel de economía junto a Demian (Reidel)” por “reescribir la teoría económica”.
Los Nobel
A los quince días de asumir, en enero de 2009 Barak Obama fue nominado. Algo menos de ocho meses más tarde el “Den norske Nobelkomité” (los cinco miembros escogidos por el parlamento noruego) le otorgaban a Barak Obama el Premio Nobel de la Paz por “sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”, “su visión de un mundo libre de armas nucleares” y “un nuevo comienzo de las relaciones entre el mundo musulmán y Occidente basado en intereses comunes y en la comprensión y el respeto mutuos”.
Al inicio de su gobierno, EE.UU. estaban involucrados en dos conflictos armados, Afganistán e Iraq, más la campaña contra de Al-Qaeda.
Para cuando dejó la presidencia en 2017, había ordenado bombardear Libia, Siria, Pakistán, Somalia y Mali, incrementado las acciones en Iraq además de fomentar la guerra civil en Yemen. Obama el presidente que involucró Norteamérica en el mayor número de conflictos armados de la historia (en su autobiografía, Geir Lundestad, uno de los miembros del comité Nobel admite que el premio fue político y que con ello buscaban influir al yanqui).
Sin desmerecer el prestigio que otorgan, algunos Nobel han sido ridículos (Literatura en 2016 a Bob Dylan), otros cuestionables (Medicina en 1949 a Antonio Egaz padre de la lobotomía; Fritz Haber, química en 1918, inventor del “gas mostaza” y la guerra química) y hasta más que cuestionables (Paz en 1973 a Henri Kissinger y en 1994 a Yasser Arafat, Shimon Peres y Yitzhak Rabin).
Ah!. No olvidemos que Hitler en 1939 y Mussolini en 1945 y Stalin en 1948 fueron nominados por el Comité, así que ver por ahí el nombre de Milei…
Milei se postula para el Nobel
Javier Gerardo Milei lleva publicados unos 13 libros de divulgación económico-política popular y varios “papers” a nivel local -la mayoría en colaboración-, pero no tiene indexado ningún trabajo en las tres principales fuentes de referencia para la profesión (SSRN, Ideas/RePec, EconLit)
La situación académica de Demian Reidel, más conocido como “trader” de Goldman, el JPMorgan y la fundación, auge y caída de QFR Capital Management no es mejor. Mas allá de su tesis doctoral es poco, más bien nada, lo que ha publicado.
Una historia de Wall Street
La aventura del QFR (Quantitative Fundamental Research) es una de las tantas de Wall Street.
Tras la infausta quiebra del LTCM en 1988, Robert Merton (su director estrella, premio Nobel 1997 -otro galardón para cuestionar a pesar de su aporte a la compresión de los derivados-) pasó al JPMorgan como consejero principal y director ejecutivo. En 2002 se desvinculó del banco cofundando con Peter Hancock y Roberto Mendoza, Integrated Finance Limited (IFL). En 2007 Marakon Assc absorbió a IFL que pasó a llamarse Trinsum Group. Al año siguiente Merton y sus socios dejaron Trinsum, que unos meses después se presentó en convocatoria de acreedores (venían perdiendo plata desde 2006).
En 2003 el chileno/aporteñado José Luis Daza, Jefe Global de Estrategia de Mercados Emergentes del Deutsche, fue nombrado Director ejecutivo del IFL. Antes de ingresar al Deutsche en 2001, Daza había establecido una muy buena relación con Merton durante su estadía en el JPMorgan, donde había llegado a ser Director Ejecutivo y Jefe de Investigación de Mercados Emergentes -su equipo desarrolló el índice EMBIG y el ELMI+-.
De esa época es la relación entre Daza y Luis “Toto” Caputo. Los dos habían ingresado al Morgan en 1994 de la mano de Nicolas Rohatyn junto a Alfonso Prat Gay (Nick, renunció al Morgan en 2001, fundando el Rohatyn Group, que dministra algo más de u$d 8.000 millones), donde “el Toto” alcanzó a ser Jefe de Trading para América Latina, antes de mudarse en 1998 a Londres, como Chief Trader para Latinoamérica y Europa del Este del Deutsche Bank.
Casi al mismo tiempo que Daza dejaba a los alemanes 2003, “Toto” y su mujer, ya con cuatro hijos (el mayor de ocho años; después vendrían las dos chicas), tomaron la decisión de regresar a Buenos Aires, convenciendo a los alemanes que lo nombrara director a cargo de la presidencia de la filial porteña (la presidencia se la dieron en mayo de 2004). Pero bueno…, esto es otra historia.
Apenas entró en el IFL, Daza convocó a los argentinos David Sekiguchi (hasta hace poco asesor de Patricia Bullrich) y Demian Reidel, a quienes había tenido a su cargo durante su trabajo en el Morgan.
En 2005 el trio recibió de IFL unos u$d 20 millones, para hacer con ellos “lo que quisieran” (esto es una forma de decir). Los resultados fueron buenos, y cuando Marakon avanzó sobre la compañía en 2007 (la realidad es ya no tenían futuro en la nueva sociedad), decidieron lanzarse por su cuenta, fundando QFR Capital Management junto a David Xu (otro ex “morganita”, del MIT) y Kristen Boyle (ex Ernst & Young), en una pequeña oficina del Midtown neoyorkino.
En 2008 la convexidad negativa de su cartera -el objetivo del fondo era mantener una correlación nula con los principales activos financieros: acciones, bonos, tasa, dólar, etc.) les permito en un año en que todos perdieron plata (crisis subprime), generar un retorno del 20%, lo que les valió que la revista Hedgeweek los corona como uno de los mejores hedge funds del mundo. La popularidad del fondo explotó.
Durante los siguientes años los resultados continuaron siendo buenos y para febrero de 2014 se habían mudado al piso 37 del One Bryant Park en el edificio del Bank of America, tienen más de una decena de empleados y administraba cerca de u$d 4.500 millones… pero los problemas ya habían comenzado: en mayo de 2013 Ben Bernanke había anunciado el final de la política de Facilitamiento Cuantitativo, (QE) comenzando a reducir la compra de bonos (el “taper tantrum”)
El fondo había sido estructurado como un mecanismo de protección ante las crisis, y no supieron ver ni prepararse para un cambio de escenarios. Ese año el fondo perdió un 13%. Después de que se revelaron los resultados, los clientes comenzaron a retirarse de manera creciente. La situación empeoró aún más cuando el cambio en la policía de tasas de la Fed comenzó a elevar el costo de los mecanismos de cobertura que habían venido utilizando.
A partir de entonces, los resultados fueron más bien mediocres (2018 pareció una excepción) y en 2020, en coincidencia con la pandemia, los socios decidieron cerrar las puertas repartiéndose las ganancias. Por entonces reportaban apenas tres clientes, con un AUM (activos administrados) de u$d 467 millones, la mayoria propios.
Luego de su fallida aventura como administradores de carteras, hoy José Luis Daza y Demian Reidel “consiguieron conchabo” bajo el ala de Javier Milei, el primero como viceministro de Economía y el segundo como Jefe de asesores del presidente. Sekiguchi, que el año pasado apoyó a Patricia Bullrich cuando esta denostaba a Milei, sigue en el equipo, pero algo más en las sombras.
Mala suerte con los Nobel
El Nobel en economía, que en los últimos años ha mostrado un fuerte sesgo hacia cuestiones sociales (J.Robinson/D.Acemoglu, C.Goldin, D.Card, A.Banerjee/E.Duflo/M.Kremer, D.Nordhaus, A Deaton) se otorga fundamentalmente por los avances teóricos, que pueden o no tener aplicaciones prácticas; y en esto, nuestro presidente y su amigo están bastante flojos.
Quien si es fuerte en ello es Thomas Sargent, Nobel en economía 2011, que la semana pasada fue invitado por la Universidad Di Tella -con la que vienen colaborando desde 1996- para recibir un premio Honoris Causa y participar de la reunión de invierno de la Society of Economic Dynamics.
La oportunidad no fue desperdiciada y la gente de Ceremonial organizó una reunión con el presidente de la República, el ministro Caputo y Federico Stuzenegger, sembrando la idea que el objetivo del viaje era la charla con Milei.
Luego del convite, por alguna razón presidencia no emitió ningún comunicado ni se dio a conocer ninguna foto del evento (si hubo fotos con Caputo y Struzenegger). Prudente, lo más que esbozó públicamente el viejo economista es que “Argentina tiene grandes expertos en el gobierno y en la presidencia” sin mencionar a nadie, lo que la maquinaria oficialista intento vender como un apoyo explícito a la actual administración.
Cuando el año pasado Sargent visitó el país y se reunió con Patricia Bullrich (de lo que si hay fotos), había afirmado -según dijo “La piba”, en aquel entonces enfrentada con su actual mandamás- que “La dolarización (que impulsa Milei) es un disparate”.
Tal vez buscando limar asperezas con su invitado, a principios de mes Milei apeló a una nota de este diario publicando un tweet (si, aunque no lo diga, Milei lee Ambito), en que citaba la paráfrasis que hiciera el norteamericano de “La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario” de Milton Friedman (Primer conferencia en Bombay, India, 1963: en la misma Friedman sostenia que: “No está claro que la inflación sea siempre un mal impuesto”).
Lamentablemente el presidente parece haber olvidado, confundido o nunca leyó el trabajo de Sargent -quien avanza sobre el de Friedman y Lucas-, dando a entender que la referencia a la que apeló es del paper de 1982 “The ends of four big inflations”, cuando corresponde a la página 238 de “Rational expectations and Inflation: Third Edition”, 2013.
Lo cierto es que la relación de Milei con los premios Nobel no ha sido buena, y esto es un escollo para alcanzar el premio.
En marzo 68 galardonados (en medicina, química y física: ninguno en economía) le enviaron una carta solicitándole que no recorte la inversión estatal en ciencia -si el gasto en educación es inversión... en ciencia lo es mucho más- y en octubre, James Robinson, coganador del de Economía de este año con Daron Acemoglu y S.Johnson se se había referido a la situación social argentina, no en los mejores términos.
“Crawling Peg”, un salvavidas de plomo
Tras la brutal devaluación del peso, entre las primeras medidas de la actual administración estuvo la decisión de instaurar lo que se llama un “crawling peg” de 2% mensual para el dólar oficial Aun al riesgo/costo de alimentar un retraso cambiario esto se decidió porque esto actuaba como una especie de ancla inflacionaria, evitando una disparada de los precios de los productos importados y los bienes fijados por el mercado externo.
Pero… Tanstaafl (nada es gratis) y a medida que el incremento de los precios se ha venido atemperando, lo que antes era un ancla pasó a funcionar como un especie de motor, fijando como base aquel incremento mensual de 2% para los bienes y servicios importados.
Fue así como, a principios del mes pasado desde el Banco Central comenzaron a hablar de esta cuestión y para mediados, el propio presidente de la Nación se refirió al tema, desglosando aquel 2.7% de incremento de los precios de octubre en tres componentes: a) el efecto del “crawling peg” (2% mensual), b) la inflación internacional (0.5%) y c) lo que entendía era una inflación monetaria local (0.2%).
La conclusión: si se quería bajar más la inflación y eliminar el Cepo, era entonces imperioso bajar el “Crawling peg”.
Javo, un cero en matemática financiera
Desde comienzos de su gestión, las actuales autoridades nacionales vienen apelando a un burdo acto de “mala praxis” económica, proyectando a futuro y sin ninguna consideración adicional, las variables que le favorecen.
Esto se entiende desde lo marketinero y el deseo de manejar las expectativas de la gente -sobre todo los más ignorantes-, pero no deja de ser algo triste desde lo profesional, especialmente porque el gobierno acumula varios éxitos por lo que no le haría falta mentir ni exagerar.
El caso más burdo es el de la hiperinflación del 15.000% (por precios minoristas) o 17.000% (por los mayoristas) que afirman haber heredado de la administración anterior y que supieron evitar. Para esto los precios deberían de haber crecido entre el 1.38% y 1.42% diario durante 365 días.
La realidad es que, según todas las consultoras privadas y las propias estimaciones del Banco Central, durante las dos primeras semanas de diciembre 2023 los precios treparon algo menos del 15%, o si se quiere a una tasa compuesta de 0.94% diario (el incremento de la segunda quincena obedeció en gran medida a las acciones del nuevo gobierno).
Si suponíamos entonces que aquel incremento diario se repetiría e iría acumulando sin ninguna variante durante los siguientes 365 días, esto era un brutal 2.899% anual, menos que el 4.924% de 1989 pero más que el 1.344% de 1990
Finalmente, el incremento de los precios durante aquel diciembre terminó siendo de 25.5% (0.74% diario) lo que anualizado hablaba -en el peor de los casos- de una inflación de 1.451% (“Hiper”) pero menos de un décimo de lo que imaginaban los libertarios.
Antes del actual, Argentina experimentó tres procesos en que la inflación a lo largo de doce meses superó el 211.4% acumulado a diciembre pasado: Jul.75 a Mar.77, Ene.83 a Feb.86 y Abr.88 a May.91; de estos solo el último se asoció a un proceso -en realidad dos- hiperinflacionario.
Tal vez, con tiempo, podríamos haber caída en una hiper, pero para esto había que hacer todo muy mal, y no es lo que indicaban las señales.
En su juego de “abusar” de los números, el mes pasado Milei habló de una inflación argentina pura (disectando y proyectando los datos de octubre a 12 meses) de 2.4% anual.
Esto colocaría al país entre las 34 naciones con la menor inflación del plantea, debajo del 6.2% de los precios internacionales o del 2.7% que viene registrando la economía norteamericana.
Pero el dato de noviembre generó un problema. Aplicando la lógica Mileísta debiéramos hablar (por alguna razón el gobierno calló) de una deflación local de 1.3% anual, la más elevada del planeta, lo que sugeriría la presencia de un proceso recesivo -pésima señal- eliminando cualquier excusa para no acabar ya mismo con el “crawling peg” y liberar el mercado cambiario (Cepo).
Fede se prende a la fiesta
Desgraciadamente esta manía de forzar los números parece contagiosa y afectó ahora a alguien que muchos consideraban -considerábamos- un profesional: Federico Sturzenegger.
Buscando generar algo de entusiasmo, “Sturze” tomó el dato del crecimiento del PBI del tercer trimestre (el segundo había sido desastroso) y lo elevo a la cuarta potencia (cuatro trimestres). Pasó así de hablar de una caída interanual de 2.1% en los últimos doce meses a imaginar un crecimiento del 17% (lo más que creció el PBI argentino en tiempos modernos fue 10.6% en 1965).
Frente a la algarabía del Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, el FMI habla de que la economía argentina se contraería este año 3.5%, creciendo el próximo 5%, la CEPAL es algo más modesta apunta a -3.2% y 4.3%, mientras las consultoras más afines al gobierno sugieren -2.9% y 5.2%.
Si tenemos en cuenta que, en los últimos 63 años cuando el PBI se incrementó lo hizo en una media de 5.8% y al año siguiente de una caída mayor al 2.9% subió 7.1%, las proyecciones para 2025 no parecen ser nada descollantes.
Así en los dos primeros años de la administración Milei el Producto Bruto Argentino crecería un acumulado entre el 1.3% y el 2.2%, frente un incremento de 3.5% en los dos últimos años de la gestión Fernández/Massa o el histórico 4.3% para dos años cualesquiera. Nada rimbombante, ojalá entonces que la segunda parte de la actual presidencia sea mucho mejor.
El cuarto Plan Antinflacionario
Antes que Milei, Argentina tuvo tres planes antinflacionarios que -al menos por un tiempo-, pueden considerarse exitosos: Martínez de Hoz en marzo de 1976, el Plan Austral de Sourrouille en junio de 1985 y la Convertibilidad de Cavallo en febrero de 1991.
Lo que era una inflación mensual del 37.6% caía a 2.7% tres meses más tarde, orillando 8.2% a los once meses de asumir el “Joe”. Juan Vital, arrancó con una inflación de 30.5%, que cuatro meses más tarde caía a 1.9% y un mes antes de cumplir el año rondaba 4%. Finalmente, el “Mingo”, el más exitoso de todos los ministros de economía argentinos -al menos en esto de controlar la disparada de los precios-, que arrancó con un IPC subiendo 27%, que nueve meses más tarde se ubicaba en 0.4% y dos meses más adelante en 3%.
Caputo, o si se quiere Milei, empezaron con una inflación algo más baja que sus antecesores, 25.54%, que acaba de tocar un mínimo en lo que va de su administración de 2.4%, lo que está lejos de ser excepcional.
Diciembre y enero, meses difíciles
Como decíamos antes, lo que vaya a ocurrir con los precios este mes y en enero, resulta relevante, especialmente para la implementación de los cambios del plan económico que promete el gobierno.
En lo personal -en parte por los motivos esgrimidos más arriba- no tengo la más mínima idea de que va a suceder con el IPC. Sin embargo, contamos con alguna evidencia que nos permitiría al menos, contextualizar lo que vaya a ocurrir.
En primer lugar, el acervo popular que sindica a diciembre y enero como meses de alta inflación; en el primer caso por las compras navideñas y las fiestas de fin de año, en el segundo por las vacaciones.
La realidad es que, muy equivocada, la gente no está. Desde fin de 1959 la inflación de diciembre ha tendido ser superior a la de noviembre en el 66% de los casos, promediando 6.1% frente a 3.4% (medias de 3.8% frente a 3.4%).
Por su parte la de enero fue mayor a la de diciembre en el 61%, pero con una mayor volatilidad resultando en un valor promedio y medio más bajo, de 4.42% y 2.1%.
Los que (no) saben
Si tomamos en cuenta la última estimación del REM donde los 42 principales referentes económicos consultados por el Banco Central estimaban en conjunto que la inflación de diciembre apuntaba a ser un décimo mayor que la de noviembre, la idea de un “crawling peg” en el 1% para enero, no luciría nada disparatada.
El problema es que la intelligentsia económica local, más que inteligente, pareció siempre ser oportunista.
Desde que el Central difunde públicamente los datos del REM (julio de 2016), es notable la veleidad de los economistas. Durante el gobierno de Mauricio Macri tendieron a subestimar la inflación efectiva del mes más próximo a cada encuesta en más del 64% de los casos errándole en promedio en más del -6% (más allá de lo que era un error esperable).
Mas allá del evidente sesgo del establishment económico por aquel el gobierno -alimentando el ego de las autoridades que veían todos los meses como sus colegas más reputados intentaban disimular sus repetidos fracasos en materia inflacionaria-. la recurrente promesa desde la cima del sector privado que “el mes próximo la inflación baja” conllevaba un infructuoso objetivo de manejo de expectativas.
Durante la gestión de Alberto Fernández la cosa fue mas ecuánime y los analistas financieros parecen haber afinado el lápiz, al punto que a pesar del incremento inflacionario (de un promedio mensual de 2.7% durante la era Macri se pasó a 5.01%) la subestimación se redujo al 53%, errándole en promedio un 2.5%, valores absolutamente normales y que sugieren que no hubo ningún tipo de sesgo.
Llegamos ahora a los tiempos de Milei & Cía. Es cierto que once meses es muy poco como para sacar conclusiones con alguna significancia, pero desde que el Economista esta en el poder, el 83% de los meses los grandes popes del mercado previeron una inflación mayor a la que efectivamente se dio, con un error medio de 9.5%, lo que va indiscutiblemente más allá de cualquier cosa que se pueda llamar un error razonable.
Acá nos manejamos con dos hipótesis. Una es la teoría conspirativa, de un establishment que busca “limar” a la actual gestión (poco creíble, dada la dependencia económica y técnica de la mayoría de quienes responden al REM). La otra es la visión cínica, que al costo de recibir tangencialmente algún improperio (bestias, mandriles, ecochantas, mentirosos, pedazos de soret…) le abre la puerta al gobierno para armar “buenas noticias” todos los meses, en su búsqueda de manejar las expectativas de la gente.
Y el Cepo…, ¿para cuándo?
A medida que se van solucionado los problemas, lo habitual es que se revelen o surjan otros. Pero esto no explica que el gobierno haya venido “corriendo una y otra vez el arco” (no por nada milei es un arquero frustrado) postergando lo que fue una de sus principales promesas de campaña, la liberación del mercado cambiario y la eliminación del Cepo.
A momento de pensar el porqué de esta procrastinación, el temor a lo que podría sobrevenir, por parte de quienes festejan pero no entienden del todo el éxito de su combate a la inflación (claramente sobreestimaron las condiciones iniciales) y/o el creciente valor del anuncio de la eliminación del Cepo a medida que nos acercamos más a las elecciones de medio término son ideas que no podemos descartar.
Al mismo tiempo, si bien el incremento de los precios durante diciembre y enero no ha sido estadísticamente diferente al de los demás meses del año (p>0.15%), en la medida que la historia tenga algún peso y el presidente mantenga su palabra, tal vez sería apropiado no apostarle demasiado a la idea de una inminente reducción del “crawling peg” y menos a una pronta eliminación del “cepo cambiario”.
Celaro que, si la rompe -no sería la primer vez-, el resultado bien puede ser otro.
Feliz Noche Buena y mejor Navidad para todos, aunque sea con CEPO… ah! y no olviden que esta una gran época para que cada uno de nosotros haga algo por los que sufren.
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