La comunicación ha experimentado una transformación vertiginosa en los últimos años, y este año sin duda, será un punto de inflexión. Las herramientas de inteligencia artificial generativa, como ChatGPT, DALL-E y otras, están redefiniendo cómo las marcas crean contenido, interactúan con sus audiencias y gestionan su reputación.
Comunicación en la era de la Inteligencia Artificial generativa: cómo ser auténtico
Más allá de su eficiencia, la IA generativa plantea interrogantes éticos profundos. ¿Qué pasa cuando una máquina produce contenido sin comprender su impacto cultural, emocional o de contexto?
-
James Cameron y el uso de inteligencia artificial en cine: reducir costos a la mitad sin despedir a la mitad del personal
-
La nueva plataforma benéfica que con solo pedirle a la Inteligencia Artificial que done por vos, lo hace

YourMove.ai es un asistente personal para que la conversación entre dos personas en una app de citas sea exitosa.
Por supuesto, que la promesa es seductora: mayor eficiencia, personalización a gran escala y resultados en tiempo récord. Pero detrás de esta revolución tecnológica, surge una pregunta crucial: ¿podrán las marcas mantener su autenticidad y su humanidad en un entorno dominado por algoritmos?
Hoy, la inteligencia artificial generativa ya no es una tecnología de nicho; está integrada en los procesos de comunicación de empresas de todos los tamaños e industrias. Desde la generación de textos hasta la creación de imágenes y videos, las herramientas de IA han democratizado el acceso a recursos antes costosos y complejos. Sin embargo, el desafío no es sólo técnico, sino ético y estratégico: ¿cómo garantizar que esta tecnología sea una herramienta y no un foco de riesgo para la relación con las audiencias?
La tentación de la automatización total
La capacidad de la IA para generar contenido masivo y adaptado a diferentes públicos ha tentado a muchas empresas y profesionales a delegar gran parte de su comunicación en estos sistemas. Es entendible: en un mercado saturado de información, producir contenido rápidamente y a bajo costo puede parecer la mejor estrategia. Sin embargo, esta automatización excesiva puede conducir a mensajes impersonales, genéricos y, en el peor de los casos, desconectados de los valores de la marca. Este factor se vuelve vital y diferenciador.
Las audiencias actuales tienen un radar muy afinado para detectar mensajes que no son auténticos. Según un estudio reciente de Edelman Trust Barometer, el 57% de los consumidores desconfían de los mensajes generados por máquinas. Esto nos recuerda que, aunque la tecnología puede facilitar el proceso creativo, la conexión emocional sigue siendo un atributo exclusivamente humano.
Humanidad como diferencial estratégico
En este contexto, la autenticidad y la empatía se convierten en los principales diferenciales estratégicos para las marcas que desean destacarse en un mercado saturado de mensajes automatizados. Las empresas que logren integrar la inteligencia artificial de manera ética y equilibrada en sus estrategias de comunicación tendrán una ventaja competitiva por sobre las demás.
El rol del profesional de la comunicación no es reemplazado por la tecnología, sino transformado, potenciado por ella. La curaduría de mensajes, la capacidad de leer contextos y la sensibilidad para conectar con las emociones humanas son habilidades que no pueden ser replicadas por la IA. En otras palabras, el éxito radica en cómo utilizamos estas herramientas para impulsar a otro nivel nuestra creatividad, no para sustituirla.
El dilema ético de la comunicación automatizada
Más allá de su eficiencia, la IA generativa plantea interrogantes éticos profundos. ¿Qué pasa cuando una máquina produce contenido sin comprender su impacto cultural, emocional o de contexto? ¿Cómo aseguramos que las herramientas no reproduzcan sesgos que puedan dañar la reputación de una marca? Estos son debates que la industria debe abordar con urgencia, porque la comunicación no solo se trata de transmitir información, sino de crear relaciones de confianza, vincularse, interactuar y más.
Además, las empresas deben estar preparadas para gestionar los riesgos asociados con el mal uso de la tecnología. La desinformación y las fake news generadas por IA representan un desafío creciente para las marcas, que deben actuar como guardianas de la veracidad en un entorno cada vez más complejo.
En conclusión, tecnología con propósito
Ya es una obviedad que la inteligencia artificial generativa ha llegado para quedarse, pero el éxito de su integración en la comunicación corporativa dependerá de un principio esencial: la tecnología debe estar al servicio del propósito humano y no al revés. En 2025, las marcas que logren equilibrar eficiencia y humanidad, innovación y autenticidad, serán las que lideren la conversación en un mundo donde la confianza es el recurso más valioso y escaso.
El futuro de la comunicación no es completamente humano ni completamente artificial, es esencial que entendamos esto, es una combinación de ambos. Y en esa intersección, el profesional de la comunicación tiene un rol insustituible: ser el puente que conecta la tecnología con las emociones humanas, garantizando que los mensajes sean auténticos, relevantes y memorables. Sino, no tendrán sentido de serlo.
Consultor en comunicación estratégica.
Dejá tu comentario