30 de enero 2025 - 12:46

Donald Trump y la Argentina

Milei consolida su alianza con Trump.

Milei consolida su alianza con Trump.

Los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) tienen nuevo presidente. Y como principal potencia del mundo, líder continental, y aliado estratégico sin equa non de Argentina, el desenvolvimiento de su política exterior será relevante para nuestro futuro.

Donald Trump tiene como eje de su gestión la mirada endógena. La política exterior, complementaria, es expansiva en términos de negocios, pero contractiva en relación a las batallas militares que desea enfrentar. El ‘Drill baby Drill’ doméstico, deberá conjugarse armoniosamente con el incremento del comercio y la obtención de recursos naturales estratégicos. La adquisición de Groenlandia, y el control del Canal de Panamá, fueron las primeras declaraciones explosivas en torno a ello.

Por supuesto, para la consecución de sus objetivos, siempre es mejor contar con apoyos. Pero no en términos de formas conjuntas de crecimiento y desarrollo económico inter-estatales. Más bien, deben ser ideológicas, culturales. Hasta mismo religiosas. Un apoyo contundente por el simple hecho de EEUU ser, el mismísimo ‘faro del mundo’. Sin cuestionamientos racionales. Un mesianismo explícito. Conmigo o ‘sinmigo’ a todo o nada, como diría el inefable Herminio Iglesias.

Y ahí ingresa la Argentina, bajo la alianza ‘Anti-Woke’ o ‘Anti Agenda-2030’. Sin importar que EE.UU. es nuestro tercer socio comercial de relevancia, o mismo la sumisión que implica el endeudamiento (que a esta altura de la historia de nuestro país parece eterno). Un enorme problema económico, totalmente ‘anti-libertario’, que solamente se morigera con una discursiva que nos rememora las profundamente famosas ‘relaciones carnales’ menemistas.

En este sentido, la gran pregunta sería: ¿Hasta cuándo el gobierno estadounidense, a través del FMI, permitirá el refinanciamiento argentino? ¿Habrá carta libre como en 2018? Los actores son diferentes, la situación es diferente.

Hoy hay un ajuste innegociable que es un ‘canto de sirenas’ para los oídos de Washington, además de la previamente mencionada ‘hermandad de valores’, que se circunscribe, dentro del realismo más puro, a que Buenos Aires sea un Buffer de contención contra el ‘eje del mal comunista que acecha nuestra región’ (que va desde Venezuela, Cuba y Nicaragua, respaldadas por Rusia, hasta los ‘más moderados’ Lula o Petro). Pero realmente no sabemos hasta donde llegará el apoyo. Hasta el momento, es más tácito que explícito.

Probablemente sí redunde en algún beneficio de tinte marginal y de bajo costo, como la mejora de las condiciones de acceso a mercados, donde, por ejemplo, Argentina sopesa distintas trabas fitosanitarias. Pero no mucho más.

Lo que sí podemos afirmar es que en estas épocas de bipolaridad y belicismos exasperantes en nuestro bendito sistema mundo, el dinamismo propio de una época más que compleja deja un final abierto. Por supuesto, para nuestro país; porque como dijo el propio Trump sobre América Latina, “Nosotros no los necesitamos. Ellos nos necesitan”.

No nos olvidemos que EEUU explica el 8% de las exportaciones de bienes de Argentina; lo que incluye el 31% de las exportaciones de combustibles, el 62% de aluminio y manufacturas, el 24% de vino y el 19% de preparaciones de frutas y hortalizas. Por el contrario, Argentina representa apenas el 0,18% del total de las importaciones de los EEUU No más vale recordar la miserable – en términos de la miseria económica que representaba para los EEUU - disputa de los ‘limones’, junto con los aranceles al acero y al aluminio, que nuestro país sufrió durante el primer mandato del líder republicano.

Por ello, se debe volver a recalcar que las votaciones negativas y en solitario de Argentina en la ONU sobre temas que van desde los derechos indígenas o el repudio a la violencia digital contra las mujeres y las niñas, el salir de los Acuerdos de París y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), o mismo el retiro de la delegación argentina de la cumbre del clima COP 29, no implican una mayor relevancia de Argentina en la política económica exterior de los EE.UU. Solo una amistad proveniente de lógicas comunes sobre cómo se observa – y se interpreta - el mundo.

Para concluir, no tenemos que olvidar que estamos claramente ante una relación desigual y asimétrica. En este sentido, hay que tener mucho cuidado sobre la manera en la que se obra de aquí en más. Solo para citar un par de ejemplos, la idea de retirar a Argentina del Mercosur si este se convierte en un obstáculo para cerrar un acuerdo de libre comercio con EE.UU., debería ser reflexionada más de una vez. O, por otro lado, ¿acaso alguien puede pensar que Argentina puede reducir el comercio con China para llevarse mejor con EE.UU.? ¿Desentenderse del Swap y las inversiones del gigante asiático? Muy poco probable.

Lo mejor que podemos hacer entonces, para evitar la aleatoriedad del destino que, en términos del escenario internacional, hace que estemos siempre más cerca del debe que del haber, es tener un programa claro y conciso de política exterior.

No sería necesario, al menos en el corto plazo, crear un nuevo ‘destino manifiesto’, como lo han hecho nuestros vecinos del norte. Pero sí sería de relevancia llevar adelante determinadas políticas de Estado que nos permitan generar un modelo autónomo, balanceado y sustentable para enfrentar al mundo.

Para ello, debemos ser inteligentes, pragmáticos, comprender bien lo que ocurre a nuestro alrededor. Y trabajar para el bien común de los argentinos. Pero, sobre todo, para los que más lo necesitan. ¿Será mucho pedir?

Economista y doctor en Relaciones Internacionales.

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