16 de febrero 2025 - 00:00

El ajuste de Milei, más cerca del Ponzi que del modelo exitoso contra la inflación

La reciente estafa crypto en la que el propio presidente alentó a invertir a sus seguidores en un activo de alto riesgo es un reflejo de su visión sobre la economía.

El presidente Javier Milei.

El presidente Javier Milei.

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El ajuste implementado por el gobierno de Javier Milei no tuvo como objetivo recomponer la economía ni sentar bases para un crecimiento sostenible. Al contrario, se diseñó para desmantelar cualquier condición de desarrollo futuro, focalizando el recorte en los sectores más vulnerables: jubilados, trabajadores informales y quienes dependen de la inversión pública para mejorar su calidad de vida. Lejos de representar una estrategia eficiente, el ajuste condujo a una recesión profunda sin generar ninguna alternativa superadora. De este modo y no de otro logra bajar la inflación.

Uno de los pilares de esta política fue la fuerte devaluación de diciembre de 2023, que llevó al dólar a aumentar un 118% en un solo movimiento. Esta decisión impuso un enorme costo social, innecesario y evitable. Aun si se partiera del diagnóstico de que una corrección cambiaria era necesaria, la magnitud del ajuste fue excesiva. Una devaluación menor, por ejemplo, de la mitad, habría permitido estabilizar la economía sin una caída tan abrupta del poder adquisitivo y del consumo. En términos de inflación, podría haber logrado el mismo objetivo en menos tiempo y sin una contracción tan severa de la demanda agregada. En definitiva, una mala praxis de manual.

El impacto de esa devaluación fue devastador. Durante el primer año de Milei, la inflación acumulada habría alcanzado el 189,9% con el nuevo IPC (ENGHo 2017/8), mientras que con el IPC vigente fue 179,2% (casi 11 puntos de diferencia), y aunque en enero de 2025 la inflación mensual descendió al 2,2%, esto no se debió a una estrategia de estabilización genuina sino al derrumbe del consumo y la inversión.

Los salarios no pudieron recuperar la caída inicial: por ejemplo, los salarios registrados (registrados en el RIPTE, ya más estabilizado) perdió un 3,4% en términos reales entre noviembre de 2023 y enero de 2025, y si se consideran los ponderadores actualizados del IPC, la caída alcanza el 7,2% (más del doble que con el IPC actual). En el sector público, la situación es aún peor: los salarios siguen 13% por debajo de noviembre de 2023. Mientras tanto, los jubilados perdieron en el acumulado del primer año de gestión el equivalente a un mes de jubilación, producto de la combinación entre inflación y el cambio de fórmula de actualización.

La contracción de la actividad económica es evidente. La industria cayó un 9,4% en 2024 y la construcción se desplomó un 27,4%. En total, se destruyeron 119.954 puestos formales en un año, con la construcción perdiendo 68.000 empleos y la industria 25.900.

El combate a la inflación no solo incluyó el salto del dólar, que mejoró los saldos de exportación, sino también una serie de factores externos y financieros que beneficiaron temporalmente al gobierno: una cosecha favorable en comparación con el desastre de la sequía de 2023, el blanqueo de capitales y el atractivo del carry trade. Estas condiciones no fueron resultado de una planificación macroeconómica sino de circunstancias externas y, en el caso del blanqueo y el carry trade, de incentivos especulativos que poco tienen que ver con la economía real.

En este contexto, con un gobierno que solo piensa en lo financiero, resulta sintomático que Milei haya librado la promoción abierta de esquemas especulativos de dudosa transparencia. La reciente estafa crypto en la que el propio presidente alentó a invertir a sus seguidores en un activo de alto riesgo es un reflejo de su visión sobre la economía: una apuesta a la especulación sin ninguna mirada productiva. Al igual que su modelo económico, basado en licuar ingresos y fomentar burbujas financieras, esta operación dejó en evidencia su falta de escrúpulos a la hora de manipular expectativas en favor de intereses personales y de su círculo más cercano.

El problema central del modelo de Milei es que no hay ningún factor que permita prever un futuro de mayor crecimiento, inclusión social o desarrollo. El ajuste impacta en la obra pública, deteriora la inversión en salud, educación y tecnología, y socava cualquier posibilidad de recuperación sostenida. En este esquema, la única "ancla" contra la inflación es el propio sacrificio del futuro del país: menos consumo, menos inversión y menos capacidad productiva. La pregunta que queda abierta es qué pasará cuando se agoten los efectos de la licuación de ingresos, el veranito financiero y un posible nuevo aporte del FMI. No se sientan bases para tener un país genuinamente estable. Si la inflación sigue en descenso, no será por una estabilización exitosa, sino porque el ajuste ya no dejará nada más por destruir.

Hernán Herrera es Licenciado en Ciencia Política (UBA), docente e investigador de Flacso e integrante IAG.

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