11 de agosto 2024 - 00:00

El fin de la luna de miel de los mercados y Javier Milei: todos atrás y Dios de 9

Los números se le empiezan a complicar al presidente y su plan económico. Clave: el dólar y lo que pase con el cepo. De cara a las próximas semanas hay dos elementos claves que habrá que monitorear.

El plan económico se enfrenta a varios riesgos.

El plan económico se enfrenta a varios riesgos.

El Banco Central publicó hace pocos días el informe que detalla la evolución del mercado de cambios y balance cambiario a junio de 2024, en el que se terminó de confirmar lo que aquí se expuso en diversas ocasiones: el mercado hace rato volvió de la luna de miel. Por primera vez en la era Milei, la cuenta corriente cambiaria dio negativa, USD223 millones abajo, en buena medida explicado por el deterioro en el balance de bienes: menos cobro de exportaciones (USD4.931millones vs. USD6.452 de mayo) y mayores pagos de importaciones -USD4136 millones vs. USD3.744 millones). El balance se vio afectado también por los déficits en la cuenta de servicios (donde se incluye viajes, pasajes y otros gastos con tarjeta, fletes y seguros), ingreso primario (pagos y egresos netos de intereses, utilidades, dividendos y otras rentas) y secundario.

La respuesta desde entonces por parte del equipo económico fue la misma: cerrar las distintas canillas que hacen a la emisión de pesos, bajo el convencimiento que el run run financiero no es más que un reflejo del exceso de pesos en la economía. No hay forma de entender sino haya decidido esterilizar el producto de la compra de divisar al sector privado (fuente de emisión virtuosa si las hay), vendiendo por el CCL parte de los pocos dólares que se compren en el mercado oficial, lo que a la postre no hace sino debilitar la posición de Reservas Internacionales del Banco Central.

El juego de la Oca

En este marco, y dado juega con todas las cartas dadas vuelta en materia externa, una posibilidad es que hayan decidido jugarse todo a una nueva baja de la brecha cambiaria para reducir en algo los costos de una salida al menos parcial del CEPO, sin la cual el sistema no parece tener salida.

El primer paso consistió en transferir el total de los pasivos remunerados al Tesoro. Este último a su vez mantiene el compromiso de sostener el superávit fiscal primario y un resultado financiero positivo o neutro. Esto implica que si el Banco Central sube la tasa de interés el tesoro tiene que ajustar el gasto o subir impuestos para sostener la restricción auto impuesta. Esto de alguna manera impone no solo una relación negativa entre tasa de interés y actividad - la suba en la tasa forzaría al gobierno a recortar aún más el gasto o a subir impuestos – sino que actúa también como factor de cierre del esquema: la caída en el producto tiende a aumentar el superávit comercial y al mismo tiempo aminorar los reclamos salariales, lo que contribuye a contener la inflación aún más.

De cara a las próximas semanas hay dos elementos claves que habrá que monitorear. Por un lado, si para reducir la inercia el Gobierno se decide a avanzar con la desindexación de la mayor parte de los contratos, o forzarlos a que ajusten por el tipo de cambio (siendo que el proceso de dolarización de carteras viene ocurriendo desde que la inflación pegó un salto importante). El segundo elemento hace a la sostenibilidad social del proceso, ya que en este escenario no hay perspectivas se recuperen los niveles de actividad, repercutiendo en la dinámica del empleo y los ingresos. Si es solo esto parece ser solo un mecanismo que puede servir en forma transitoria hasta que se consideren dadas las condiciones para relajar de forma significativa las restricciones cambiarias.

¿Riesgos? Varios, muchos conocidos. Por un lado, la apuesta recurrente a generar superávit comercial a costa de afectar la demanda efectiva y el empleo, lo que termina por inducir una dinámica perversa en la inversión, alterando así la estructura económica y las posibilidades futuras de crecimiento.

Por otro aquellos ligados al estilo de desarrollo que tenga el Gobierno en la cabeza para lo que sigue, en el que se jugará la suerte de nuestro país para una mejor inserción internacional, tanto en terreno tecnológico como en el que hace a la cantidad y tipo de eslabonamientos productivos, centrales para la generación de empleo y una relación cuenta corriente a PBI más estable.

Finalmente, el régimen monetario en sí mismo, la necesidad sea visto como sostenible por todos aquellos que toman decisiones de ahorro e inversión de todo tipo y tamaño, donde aún no es claro si será en sentido de fortalecer o reemplazar la moneda. Ni más, ni menos.

Economista CECA, exvicepresidente BCRA

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