Argentina enfrenta otra crisis económica bajo el experimento libertario de Javier Milei. A un año y medio de su gestión, su modelo de ajuste fiscal brutal y rechazo a devaluar el peso –su único logro visible: una inflación más baja– destapa una contradicción letal: necesita al Fondo Monetario Internacional (FMI) para no colapsar, pero choca con sus exigencias.
El modelo no cierra sin FMI pero el FMI no cierra con este modelo, una paradoja increíble
El modelo de Milei no sobrevive sin el FMI, pero su viabilidad tambalea. Sin crecimiento, la dependencia al organismo se agrava, pero la rigidez de Milei lo aleja de cualquier solución viable.
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Un modelo que reafirma la necesidad de financiamiento del FMI.
El acuerdo de 2022, firmado por Guzmán el 28 de enero de ese año y renegociado en el actual acuerdo número 23, no parece tener una relación aceptable con la estabilidad, sino que desató una crisis que expone las fisuras de una apuesta que juraba romper el ciclo histórico. Reservas al límite, una economía estancada que castiga los ingresos y un frente externo en ruinas, según el Instituto Argentina Grande (IAG). ¿Cómo un modelo antiestatista depende tanto del FMI? ¿Y por qué el Fondo duda?
El FMI como sostén y amenaza
El modelo de Milei no sobrevive sin el FMI, pero su viabilidad tambalea. Las reservas del BCRA cayeron esta semana a u$s25.775 millones tras ventas diarias de u$s192 millones el viernes pasado, un nivel “bajísimo”. El 21 de marzo estaban en u$s26.626 millones, con u$s1.000 millones gastados en días para frenar el dólar paralelo. Desde diciembre de 2023, el Central quemó u$s26.567 millones hasta febrero de 2025, USD 487 millones solo ese mes, en un intento desesperado por evitar una corrida que ya asoma.
El FMI es la única salida. Milei anunció u$s20.000 millones del acuerdo número 23, pero el Fondo titubea. Con una brecha MEP del 20% (dólar a USD 1.306) y un crawling peg del 1% que Caputo cuestiona, exige devaluar o unificar el tipo de cambio. Milei dice no, atrapado: necesita al FMI, pero no sus reglas. ¿Por qué el Fondo soltaría fondos si el drenaje diario persiste? ¿Geopolítica? No alcanza. El ajuste fiscal, su bandera, destruyó la construcción (-52% desde noviembre de 2023 tras un recorte del 80% en obra pública) y la industria (-9,3% en 2024), dejando al país sin divisas propias. Sin crecimiento, la dependencia del FMI se agrava, pero la rigidez de Milei lo aleja de cualquier solución viable.
Una economía en rojo y un FMI en duda
Febrero de 2025 cerró con un déficit de u$s1.231 millones en cuenta corriente del balance cambiario del BCRA (u$s593 millones al FMI en intereses, u$s169 millones por servicios, por ejemplo), tras nueve meses negativos. El superávit financiero de USD 974 millones no alcanzó. Peor aún: u$s1.922 millones de inversión extranjera huyeron entre diciembre y febrero, un golpe para un modelo que presume atraer capitales. Lejos de ser un imán, Argentina ahuyenta inversores, intensificando su necesidad del FMI.
El Fondo pide unificar el tipo de cambio y cortar controles. Milei se niega, defendiendo un crawling peg que ni Caputo avala. Sin fondos, el colapso acecha; con ellos, debe devaluar, rompiendo su discurso. La brecha MEP, el Riesgo País en 788 y la inflación al alza reflejan una economía al borde. El IAG alerta: sin un “panorama cambiario resuelto”, el FMI puede retener todo, forzando una devaluación que Milei evita a toda costa. Nueve meses de cuenta corriente negativa muestran un modelo sin oxígeno, sostenido apenas por el blanqueo, ya agotado.
El costo social y la inviabilidad del modelo
El ajuste devasta lo social. Los salarios reales cayeron 10,6% en enero de 2025 sobre el promedio de 2023, perdiendo 1.904.403 pesos por trabajador desde que asumió Milei, según el IAG. El consumo se hunde (-10,5% en supermercados), el PBI bajó 1,7% en 2024, con construcción (-24%), industria (-6,7%) y comercio (-7,3%) en picada. Se perdieron 118.019 empleos formales, 64.400 en construcción, y el trabajo doméstico cayó 20%. La moratoria previsional, cortada el 23 de marzo, dejó a miles sin jubilación digna, un sacrificio más en nombre del ajuste.
Este costo no convence al FMI ni estabiliza nada. La fuga de u$s1.922 millones en inversión extranjera contradice las promesas libertarias. Sin el Fondo, el dólar explota; con él, Milei debe ceder. El ajuste no genera confianza: la brecha persiste, el Riesgo País no baja y la inflación acecha. El modelo, un castillo de naipes, castiga a las mayorías mientras el FMI duda, atrapado en su propia lógica insostenible.
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