15 de septiembre 2024 - 13:58

El rumbo de la nave económica: vientos y anclas 2024-2025

El análisis de cómo influye el contexto político sobre tres variables relevantes: la inflación, el sector externo y la situación fiscal. Qué ancla los programas y cómo vienen los vientos.

Los tres ejes de la política económica del Gobierno para 2025.

Los tres ejes de la política económica del Gobierno para 2025.

El país vive semanas muy intensas en lo político. Prevalece la confrontación y la fragmentación partidaria. El contexto condiciona y condicionará cada vez más, tan pronto se acerquen las elecciones de 2025 los próximos meses de gestión económica.

El cortoplacismo, la fragmentación y la polarización determinan que las políticas no se determinen por su necesidad o justicia. La táctica se antepone a la estrategia. El poder de lobby es el que define a quién se le cobra impuestos y a quién no. Qué gastos se efectúan y cuáles no. Claramente no se ajusta sobre la casta sino sobre los más vulnerables, incluidos los jubilados.

Lo cierto es que para encarar la resolución de los problemas se requiere poder o consenso. El Gobierno no puede prevalecer dada su representación minoritaria en el consenso, pero tampoco genera un consenso amplio y estable. Acuerdos puntuales en cada tema. Por eso “gana” jubilados o boleta única papel y “pierde” en financiamiento a la SIDE y actualización al presupuesto universitario.

Analicemos como influye todo esto en tres variables relevantes inflación, sector externo y situación fiscal. Que ancla los programas y como vienen los vientos.

Inflación

El Gobierno definió que la baja de la inflación es un objetivo excluyente. Esto es coherente con que el año pasado y gran parte de 2024, el tema inflacionario fue la preocupación central de la mayoría de la población. Ahora está preocupando crecientemente la pobreza, el empleo los salarios.

El triunfo de Milei de 2023 en parte responde a la promesa antiinflacionaria. Y su destino electoral se ata en gran parte a mostrar resultados, más allá del nivel de actividad. Alfonsín en 1985 y Menem en 1991 lanzaron planes inflacionarios que les proporcionaron un triunfo en las elecciones de esos años. Lo mismo ocurrió con Duhalde-Lavagna en el triunfo de Kirchner en 2003.

Mauricio Macri perdió las elecciones por duplicar la inflación de Cristina Kirchner. Unión por la Patria las perdió por duplicar la inflación que heredó de Macri.

El Gobierno logró un descenso en la inflación en 2024, pero encuentra por ahora un piso similar al de 2022 entre 3 %y 4%. La expectativa era poder lograr una inflación que empiece con 3 para consolidar una imagen del Gobierno que está en niveles altos pero en descenso y evitar una apreciación del tipo de cambio real, dada la devaluación mensual del 2%.

No solo el 4,2% mensual no fue un dato favorable, sino que la suba de la inflación núcleo (que excluye productos estacionalmente volátiles y precios regulados) subió por segundo mes consecutivo a 4,1% el valor más alto desde abril.

Sin perjuicio de que el Gobierno pueda bajar el índice los próximos meses, dependiendo de algunas decisiones que tome no exentas de costos. Lo cierto es que la inflación se resiste a bajar del 3% mensual, un piso que casi no fue perforado desde marzo de 2018.

Los diferentes Gobiernos apelan a anclar ciertos precios de la economía. El Plan Austral y la Convertibilidad tuvieron cierto éxito, aunque sea temporal en el primer caso porque generaron un plan consistente e integral que atacó de conjunto todos los factores. Además, partieron de un tipo de cambio muy alto luego de una fuerte devaluación y licuación salarial.

El gobierno de Macri intento aplicar un ancla monetaria y fiscal tras el programa con el FMI, pero subestimó la cuestión cambiaria y los saltos devaluatorios con fuga de capitales propulsaron la inflación.

El programa de Alberto Fernández y Martín Guzmán tuvo un ancla cambiaria y tarifaria desde 2021 pero no pudo sostener un ancla monetaria y fiscal que pudiera quebrar la inflación. Especialmente luego del salto inflacionario mundial en la Guerra de Ucrania que impulsó políticas más restrictivas tanto en países desarrollados como emergentes.

El Gobierno de Milei aplica anclas fiscal y cambiaria y en cierta medida monetaria, pero para bajar la inflación al 2%, hay factores no resueltos que tensionan el objetivo.

La primer cuestión que no se atacó desde que se retornó a la indexación hace algo más de 15 años es el freno de la inflación inercial que establece un piso inflacionario que varía entre 1,5% y 2% mensual. El Plan Austral estableció el desagio y la Convertibilidad prohibió la indexación de contratos, limitación que subsistió tras 2002 aunque luego la realidad la repuso fuera del límite legal.

No alcanza con anclar el tipo de cambio, emplear un ancla fiscal o intentar fijar los salarios por debajo del 2% mensual si otros precios impulsan mayores costos que le ponen un piso más alto al índice. Una esperable conflictividad laboral será un duro test para ver si el Gobierno puede imponer el ancla salarial si los precios le ganan al salario los próximos meses.

El segundo tema es que la suba de precios regulados (mes por medio) aceleran la inflación como se observó en los últimos meses. La suba de precios regulados excede largamente a la inflación núcleo y eleva el índice general, con efectos alcistas de segunda ronda en todos los precios.

Si bien hay precios como la energía que volvieron a niveles de 2019, hay salarios y precios “atrasados”. Por lo demás el Gobierno vinculó precios de tarifas al tipo de cambio lo que provoca que ajustar el tipo de cambio, hoy muy retrasado (en niveles pre-devaluación de agosto de 2023 e incluso de octubre de 2023, cuando el salto cambiario de agosto fue licuado por un salto de precios equivalente.

Un tercer tema es que está aumentando muy fuerte el crédito 12,4% real en agosto y 17% real el crédito de consumo. Si la demanda aumenta sin un incremento de la oferta, habrá presiones inflacionarias.

Tanto en este tema como en tarifas, la enunciación de Sturzenegger de que, si suben determinados precios, cae la demanda en otros productos y se neutralizan subas con bajas, requiere de una mayor recesión en la economía.

¿Qué hará el Gobierno?, ¿pisará las tarifas? Difícil en el futuro inmediato. ¿Retraer el crédito? Luego del mal dato el Ministerio de Economía tuvo que subir las tasas en la licitación de bonos. No parece suficiente para limitar el crédito en el corto plazo. Pero si la inflación se estabiliza la demanda de crédito encontrará límites ante el mayor endeudamiento de las familias lo que puede provocar insolvencia familiar y mayor mora en la cartera de los bancos.

Seguramente el Gobierno podrá estabilizar la inflación si calibra tarifas y el crédito, pero dificilmente bajarla más, salvo un mayor enfriamiento de la economía.

Como venimos sosteniendo sin un Plan de Estabilización que ataque todas las causas de inflación inercial, freno a presiones del presente y cambio de expectativas futuras va a ser muy complejo bajar mucho, nivel y dinámica de los precios en forma sostenible y lograr genuino crecimiento.

¿Puede el Gobierno llegar así hasta octubre de 2025? Veamos la cuestión cambiaria.

Ancla cambiaria

Cada vez es más evidente que la salida del cepo será en el mejor de los casos luego de las elecciones de 2025. Con cepo el Gobierno podrá mantener el equilibrio del mercado cambiario por algo más de un año, claramente sin restricciones el tipo de cambio necesario es más alto, pero a expensas de la recuperación de la economía tanto por la demora en el ingreso de divisas por inversiones directas como en el freno natural a importaciones, derivadas de un nivel negativo de reservas netas que serán menores los próximos meses.

Esto es porque tampoco se vislumbra un fuerte ingreso de capitales tanto de Organismos Internacionales como de endeudamiento en el mercado, salvo YPF y algunas empresas, a estos niveles de riesgo país y tipo de cambio.

Probablemente el Gobierno efectúe relajaciones simbólicas del cepo, por su poca incidencia en el balance de pagos como por mejorar el humor social (ej. para compra de vivienda) o para mejorar el humor empresario (flujo de utilidades y dividendos en cash). Pero imposible liberar el dólar ahorro que en años sin restricciones como 2007 implicó una salida de US$ 15.069 millones y en 2017 una merma de más del doble US$ 32.919 millones.

Un tema complejo será el manejo de las expectativas de devaluación no solo por la mayor apreciación cambiaria sino porque volverá la tensión de exportadores que el año que viene demorarán la liquidación ante una eventual devaluación post-electoral, además de acelerarse los mayores pagos de importaciones. Con ingresos de exportaciones que se reducen de $34,9 mil millones a US$ 29,5 mil por menores precios de commodities, temas climáticos y chicharritas.

Una doble tenaza (más pagos de impo y menos cobros de expo) que históricamente amplía la restricción externa cuando suben las expectativas de devaluación y el escenario político es incierto o cambiante. La cuenta de viajes y otros pagos con tarjeta también está creciendo fuertemente este año y seguirá siendo un drenaje importante de reservas a este tipo de cambio.

Ancla fiscal

Agosto arrojó un superávit primario de $455.160 millones, (la mitad de julio) que, al incorporar intereses, deviene en un resultado financiero negativo de $1,92 billones. Principalmente por caída de ingresos a pesar de la moratoria.

La recaudación de impuestos alcanzó en agosto a $11,7 billones, con una caída anualizada en términos reales del 13,7% (incluyendo moratoria). Durante 2024 la caída real es de 8%.

En conjunto, los impuestos ligados a la actividad económica disminuyen en agosto un 16,7% real. En el acumulado anual, se observa una variación negativa del 9.4%.

El gasto primario devengado cayó un 25,7% interanual en términos reales en agosto. Considerando los primeros ocho meses, la contracción real fue del 30,4% interanual. Pero si se consideran los gastos totales la caída real del gasto es solo 12,4% porque sube el pago de intereses un 55,8% interanual.

Entre las partidas devengadas con mayores ajustes reales respecto a agosto 2023 figuran las transferencias a provincias (-67,6%), la obra pública (-63,1%) y el gasto en programas sociales (-54,1%). En el caso de las jubilaciones hubo una reducción del 9,6% reales en términos interanuales. Solo aumentaron 24% real interanual las asignaciones familiares y AUH.

Desde septiembre se baja el impuesto PAIS lo que implicará una pérdida adicional de recursos. Si la economía se recupera mejorará la recaudación, pero habrá más presión inflacionaria y de sector externo. Un dilema delicado para el Gobierno. Suponemos que tratará de bajar la inflación como sea, quizás con ancla tarifaria cerca de las elecciones.

Escribo esta columna horas antes que el Presidente anuncie los datos macro-relevantes del Presupuesto 2025. El Gobierno promete que mantendrá déficit cero. Un recuerdo que retrotrae a reiteradas promesas incumplidas o a realidades amargas como en 2001 y 2019.

La pregunta es si el Gobierno podrá gestionar la aprobación de leyes con la restricción brutal que señalamos en obra pública, transferencias a provincias y programas sociales. Con un nivel de actividad que disminuya ingresos y requiera más recortes, o eventualmente lo obligará a relajar el ancla monetaria o recurrir a mayor endeudamiento.

¿Las provincias darán apoyo legislativo a ajustes ulteriores que también afecten su gestión y de cara a un año electoral? Quizás el Gobierno prefiera que no se apruebe el Presupuesto y gobernar con el presupuesto de este año lo que implica mantener recortes y mayor discrecionalidad en la ejecución.

El Presupuesto es una excelente oportunidad para lograr finanzas sustentables y equidad tributaria. Si el país no tiene recursos no puede sostener exenciones injustas, comprar aviones de guerra o aumentar fondos a la Side si no hay para recomponer ingresos a jubilados ni obras públicas indispensables. Milei ganó prometiendo ajustar a la casta, pero el único ajuste real fue sobre los sectores medios y trabajadores, especialmente informales y del sector público.

Así como la inflación requiere de un Plan consistente, la cuestión fiscal se resuelve con crecimiento y tributando tanto las altas rentas y patrimonios y las actividades exentas y con alta elusión impositiva.

La sustentabilidad requiere si el Gobierno no tiene mayoría, la legitimidad de un consenso ciudadano y acuerdos políticos legítimos y transparentes no “transa” de cargos o de fondos. Además de un programa integral que se aleje de ciertos dogmatismos fiscales, como se alejó en lo cambiario para no repetir la experiencia de Macri.

Se trata de la suma virtuosa de todas las anclas para evitar vientos huracanados y retomar un rumbo certero. El país necesita un piloto de navegación que cierre la grieta y ajuste el modelo a la realidad, además de un buen plan de navegación, sino Argentina seguirá como un barco a la deriva y más allá de que el clima global augura vientos de cola con la baja de tasas en Estados Unidos y Europa, vale recordar a Séneca cuando afirmó que “no hay vientos favorables para el que no sabe donde va”

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