El recorrido hacia un posmodernismo tecnológico se acelera día a día y ningún país que pretenda insertarse en ese nuevo mundo puede permanecer al margen. Menos si posee casi todos los recursos naturales estratégicos que serán necesarios para concretar el imaginario de sociedad hiperconectada, que se está gestando de cara al 2050. En este marco de pensamiento futurista -pero totalmente real-, la Argentina enfrenta oportunidades y desafíos en energía y minería, los dos sectores clave para alcanzar los objetivos del milenio.
Energía y minería, las llaves para transformar la economía del país (y del mundo)
La ventana para convertir a la Argentina de “país con petróleo” a “país petrolero” sigue abierta. Pero también serán indispensables las energías renovables y los minerales estratégicos. Sin embargo, no existirá inserción al nuevo mundo si no se incluye a los argentinos en el plan de desarrollo.
Por el lado de las oportunidades es innegable el potencial de Vaca Muerta para proveer de petróleo y gas a los argentinos, la región y el resto de las naciones. Se calculan miles de millones de dólares en exportaciones: “Es otro campo”, se repite una y otra vez. Los avances tecnológicos de la última década en el proceso de producción no convencional y una estabilidad económica jurídica hacen pensar que el sueño de llegar a producir 1,5 millón de barriles de crudo y 240 mm3 de gas por día está más cerca que nunca. ¿Será en el 2030 o antes?
La ventana para convertir a la Argentina de “país con petróleo” a “país petrolero” sigue abierta. Hoy el offshore también aporta muchísimo, pero tendrá mucho más para dar si se confirman nuevos hallazgos submarinos de magnitudes incalculables. Los expertos coinciden: los hidrocarburos seguirán demandados intensivamente hasta formalizar una transición energética a un modelo sostenible y asequible para miles de millones de personas. Y ahí surge otra oportunidad: las energías renovables.
Argentina hoy no supera el 20% de matriz energética limpia, pero las posibilidades son inmensas. En cada foro, exposición o disertación sobre las renovables se repite el potencial del país: tenemos excelente radiación solar, fuertes vientos, acaudalados ríos para hidroeléctrica, grandes extensiones de tierra no poblada para proyectos nuevos, incontables toneladas de materia orgánica para biomasa, y la lista sigue, porque también hay oportunidades con el hidrógeno, la geotermia y la mareomotriz.
Todas esas alternativas son respetuosas con el entorno, inagotables, autóctonas y están en constante evolución. La visión de largo plazo jugará un rol central para las renovables en los próximos años. Lo mismo reclaman los generadores de energía nuclear, tan indispensable para la matriz nacional como cualquier otra. En sus manos también hay otra oportunidad: el diseño y construcción de reactores modulares pequeños y medianos (SMR, por sus siglas en inglés), una de las innovaciones más prometedoras del sector.
Pero las llaves para transformar a la economía argentina necesitan de materia prima para abrir puertas. Y allí aparece, reluciente y prometedora, la minería como otra gran oportunidad para el desarrollo nacional.
Hoy el país produce, en mayor o menor medida, tres tipos distintos de minerales: los metalíferos, que se dividen en básicos, ferrosos, preciosos y radioactivos (hierro, plomo, zinc, cobre, molibdeno, litio, plata y oro); los minerales no metalíferos que no contienen metales, como por ejemplo calizas, arenas, pizarras, arcillas, sal común, yeso, sales de potasio y boratos, fluorita, baritina, bentonitas, piedras semipreciosas, utilizados como insumos básicos en diversas industrias; y las rocas de aplicación, que se utilizan para la construcción y la ornamentación, como los pórfidos (adoquines, baldosas), piedras lajas, mármoles (rosado, blanco, travertinos, tipo ónix, negro y otros), granitos y granulometrías.
No hay industria del mundo -y sobre todo las del futuro- que no necesiten de lo que Argentina posee. El país hoy cuenta con una gran riqueza mineral, distribuida a lo largo de su territorio, sobre todo en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza y de la Patagonia como Río Negro, Chubut y Santa Cruz. Sin embargo, también hay actividad minera en Entre Ríos, Formosa, Neuquén y Buenos Aires. ¿Argentina puede convertirse al 2050 no solo en país petrolero, sino también en país minero? ¿Por qué no?
Los bienes del posmodernismo tecnológico se fabricarán con minerales estratégicos argentinos o de otras partes del mundo. Pero se fabricarán. Dependerá de la voluntad de los protagonistas del sector no repetir los errores del pasado, ordenar el presente y planificar adecuadamente el futuro. Pero atención: todo esto debe ser con los argentinos adentro.
No existirá inserción de la Argentina al nuevo mundo de la innovación, la Internet de la Cosas, la automatización, la Inteligencia Artificial, la robótica, la biogenética, la electromovilidad no contaminante, la urbanización sustentable, las comunicaciones digitales y las soluciones espaciales si no se incluye a los argentinos en el plan de desarrollo.
Para alcanzar el éxito y no permanecer al margen del mundo que se viene, tanto la energía como la minería deberán priorizar en sus objetivos de progreso a las comunidades y ambientes donde los proyectos se instalan, a los proveedores locales, a las posibles nuevas pymes nacionales, a los socios estratégicos de otros países y a la capacitación de las personas, para perfeccionar y retener a los actuales profesionales y formar a los jóvenes, que en definitiva, serán los que liderarán ese futuro que hoy imaginamos.
Editor de Ámbito.com y Energy Report.
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