Desde hace décadas, Argentina repite un patrón que la condena a recurrentes crisis económicas y sociales, signadas por la escasez de divisas, la fuga de capitales y el colapso del tipo de cambio. La historia nos ha enseñado que cuando las reservas se agotan y la economía se sostiene con un frágil equilibrio financiero, el desenlace suele ser traumático.
Escasez de divisas y sobrevaluación del peso: ¿cuánto más se puede resistir?
La historia nos ha enseñado que cuando las reservas se agotan y la economía se sostiene con un frágil equilibrio financiero, el desenlace suele ser traumático.
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El fantasma de la crisis cambiaria ya no es solo una posibilidad teórica, sino un escenario cada vez más sensible.
Hoy las señales de alarma están encendidas: el déficit de la cuenta corriente se agrava, el Banco Central (BCRA) se encuentra con reservas netas negativas, y la sobrevaluación del peso mina la competitividad del país. Mientras tanto, el turismo al exterior y el crecimiento de las importaciones drenan los pocos dólares disponibles, acercándose peligrosamente a un desenlace predecible.
El fantasma de la crisis cambiaria ya no es solo una posibilidad teórica, sino un escenario cada vez más sensible. Con vencimientos de deuda y sin acceso a los mercados voluntarios de crédito, Argentina enfrenta una de sus encrucijadas económicas más críticas de los últimos 5 años. ¿Es posible evitar la debacle? ¿O estamos destinados a repetir la historia?
El presente articulo analiza la mencionada situación de creciente escasez de divisas, evidenciada por el déficit de la cuenta corriente y la persistente caída de reservas internacionales.
A partir de datos empíricos recientes, se examina la sobrevaluación cambiaria, el impacto del saldo comercial y las restricciones para el acceso a financiamiento externo. Se contrastan estos hallazgos con los marcos teóricos planteados por Diamand (1985), Wainer (2021), Basualdo (2019) y Olmos (2006), entre otros, para comprender la vulnerabilidad estructural de la economía argentina.
Introducción
La recurrente crisis de escasez de divisas en Argentina ha sido objeto de numerosos estudios académicos. Como señala magistralmente Marcelo Diamand en “El péndulo argentino”, la economía nacional oscila entre ciclos de apreciación cambiaria y devaluaciones abruptas, generando inestabilidad macroeconómica.
Evidencia empírica de la crisis cambiaria
Por ocho meses consecutivos, Argentina registra un déficit persistente en la cuenta corriente, agravado por la apreciación del tipo de cambio real (TCR) y la liberalización de las importaciones. En enero de 2025, el déficit de cuenta corriente escaló a U$S 1.660 millones, impulsado por un fuerte incremento en el gasto en turismo. Actualmente, la cantidad de turistas argentinos que viajan al exterior ha alcanzado niveles récord comparables con principios de 2018, a pesar de que el salario en dólares hoy es 19% menor en términos reales.
Las reservas brutas del Banco Central (BCRA) han descendido a (-U$S 5.900) millones desde el pico que supero los USD 33.000. Sin embargo, las reservas netas, al considerar los vencimientos de los BOPREAL (y ya comenzaron las urgencias), excluyendo los depósitos del Tesoro, el saldo negativo alcanza los (-U$S 8.200 millones). La intervención del BCRA en el mercado de contado con liquidación (CCL) ha contribuido en forma decisiva.
Sobrevaluación del tipo de cambio real y deterioro del saldo comercial
El tipo de cambio real multilateral (TCRM) se encuentra entre 14 y 16% por debajo de su nivel de principios de año 2018 (año trágico), cuando comenzaba con un precio muy bajo del dólar, coincidentemente la economía estaba comandada por los mismos actores, con los mismos objetivos: otorgar todos los dólares que se pidan a precios altamente conveniente a quienes están de salida del "carry trade". Esta situación de creciente apreciación de la moneda nacional ha erosionado la competitividad externa y ha llevado a una caída del superávit comercial, que en enero de 2025 se redujo a solo U$S 145 millones. Sin el impacto positivo del sector energético traccionado por los avances energéticos del gobierno anterior, el resultado habría sido un déficit de alrededor de U$S 600 millones. Rogando que la paz en Europa que habilitaría a Rusia a regresar a proveer la UE y la decisión de “perforarlo todo” de Donald Trump, no nos impacten durante 2025. Adicionalmente, el déficit comercial con Brasil se profundizó en febrero alrededor de (-U$S 400 millones), con un crecimiento interanual de importaciones del 56%. Para todo el año (ceteris paribus), se estima que el déficit bilateral con Brasil podría alcanzar U$S 3.800 millones, neutralizando las divisas obtenidas por el superávit energético.
Restricciones externas y crisis de deuda
Aun si los 78 billones de deuda en pesos se quedan en el sistema haciendo “roll over”, las reservas son escasas, sin acceso al mercado de deuda voluntaria, Argentina enfrenta vencimientos de deuda en dólares por U$S 22.800 millones en los próximos 12 meses, incluyendo U$S 12.250 millones en bonos del canje y BOPREAL. En este contexto, el BCRA ha recurrido a la venta de dólares en los mercados MEP y CCL para sostener la estabilidad cambiaria en forma creciente hasta el récord del día viernes próximo pasado y algo más este lunes. La realidad es que no se ha logrado la acumulación significativa de reservas necesarias para alcanzar las metas del FMI. Esa es la razón por la cual los funcionarios del FMI-que desde el momento de una eventual aprobación del DNU, le llevaría casi un mes al directorio la decisión final-, viene marchando “a paso de hombre”, con Kristalina Georgieva consultando sindicalistas y mirando con el rabillo del ojo la tragedia de los miércoles.
A pesar de todo, un acuerdo con el FMI podría representar un alivio insuficiente. Porque en la jerga sabemos que prestar y tomar escasamente es siempre más riesgoso que “no prestar o tomar”. La razón es sencilla: “si se queda corto” el auxilio, puede tambalear la deuda vigente sumada a la que está por llegar. Un apoyo real y contundente que evite que el riesgo país siga trepando requeriría el refinanciamiento total de la deuda con el organismo y el desembolso de dólares frescos para cancelar la deuda del Tesoro y abundar poder de fuego. El numero ideal estaría entre USD 25.000 y U$S 30.000 millones-una peripecia que parece altamente improbable”. Es que habrá que atender atrasos, una demanda reprimida potencial y, un tope máximo de $1.500 por dólar (habrá bandas cambiarias) puede llegar rápidamente a tocar el techo.
Conclusiones
La situación macroeconómica argentina en 2025 refleja una nueva manifestación del “péndulo argentino” descrito por Diamand. La sobrevaluación del peso, el déficit de la cuenta corriente y las restricciones al acceso a financiamiento externo generan un escenario de vulnerabilidad extrema. Como lo han documentado Basualdo y Olmos, la dependencia estructural de la economía argentina del endeudamiento externo y la fuga de capitales limita la capacidad del país para sostener la estabilidad cambiaria sin recurrir a nuevos ajustes severos que la sociedad parecería no poder soportar.
Si no se producen generosos desembolsos que otorguen “amplitud de disponibilidades” para que el desprendido ministro disponga liberalmente, es probable que Argentina enfrente una crisis cambiaria y financiera antes de las elecciones de octubre de 2025, con un impacto social significativo.
Nos encontramos en un momento límite. Las señales de agotamiento social y financiero son inconfundibles: marchas y represión de la protesta, reservas netas negativas, relación de deuda extraordinaria cercana a 95% del PBI y una economía que opera con escasez estructural de dólares, en medio de un nivel de actividad que no termina de arrancar. Las cifras estimadas de crecimiento que trascienden de los organismos, salen de los datos proporcionados por el mismo gobierno, por eso lucen exageradamente optimistas.
Como en los episodios más oscuros de nuestra historia económica, el margen de maniobra se reduce día a día, mientras el péndulo argentino oscila hacia una nueva fase de crisis.
La urgencia del ministro tiene mucho sentido dentro de su lógica. Si el acceso a financiamiento no se restablece rápidamente y no se encuentra un rebote en la acumulación de divisas, la estabilidad cambiaria será una ilusión efímera. En un escenario donde las expectativas juegan un rol decisivo, la desconfianza podría desencadenar una corrida devastadora, acelerando una devaluación que arrastre al poder adquisitivo y detone una crisis social de proporciones desconocidas.
Las próximas 6 a 8 semanas serán determinantes. Sin un apoyo preciso, el país podría enfrentar el “efecto manada” que condicionaría no solo el presente, sino también el futuro de otra generación entera, aunque reconozcamos que ahora mismo está fuertemente comprometido. La historia de Argentina nos ha demostrado que las crisis no avisan, pero esta vez, por repetitivas, las señales son demasiado claras como para ignorarlas. El tiempo se acaba.
Director de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado en UBA y universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de seis libros.
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