14 de febrero 2025 - 18:49

¿Está bien medida la inflación por el INDEC?

Fuerte divergencia entre las mediciones de inflación del INDEC y el IDECBA: una cuestión metodológica con impacto económico.

La falta de actualización de la canasta del INDEC implica que se están midiendo los precios con ponderaciones que reflejan hábitos de consumo de hace dos décadas. 

La falta de actualización de la canasta del INDEC implica que se están midiendo los precios con ponderaciones que reflejan hábitos de consumo de hace dos décadas. 

INDEC

En el mes de enero, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) reportó una inflación del 2,2% a nivel nacional y del 2% en el Gran Buenos Aires (GBA). Sin embargo, el Instituto de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires (IDECBA) registró un 3,1% para su región, lo que representa una diferencia significativa del 40% y el 55%, respectivamente.

A nivel interanual, la brecha también es significativa: mientras que el INDEC informa un alza del 84,5% para el país y del 89,6% en GBA, el IDECBA estima un 100,6% para la Ciudad de Buenos Aires, una diferencia de entre 11 y 16 puntos porcentuales.

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Esta discrepancia no es menor y tiene consecuencias concretas en la toma de decisiones económicas y financieras. Los datos de inflación no solo impactan en la política monetaria y fiscal, sino también en la indexación de contratos, el ajuste de salarios y la valuación de bonos atados a la inflación. Entender la raíz de estas diferencias es clave para evaluar la precisión de las mediciones y su aplicabilidad en el análisis económico.

Una cuestión metodológica: canastas desactualizadas

El Índice de Precios al Consumidor (IPC) mide la evolución de los precios de una canasta de bienes y servicios representativa del gasto de los hogares. Sin embargo, la composición y ponderación de estos bienes no es estática, ya que el comportamiento de consumo varía con el tiempo. Aquí radica el problema central: mientras que la medición del INDEC se basa en la Encuesta de Gastos e Ingresos de los Hogares de 2004/2005, el IDECBA ha actualizado su canasta con datos de 2017/2018.

Este desfasaje metodológico genera distorsiones. Según el IDECBA, el peso relativo de los servicios en la estructura de consumo ha aumentado significativamente en los 13 años que pasaron entre las muestras. La falta de actualización de la canasta del INDEC implica que se están midiendo los precios con ponderaciones que reflejan hábitos de consumo de hace dos décadas. Para ilustrarlo, veamos cómo varían las ponderaciones en distintos rubros clave:

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La divergencia en las ponderaciones explica en parte por qué los índices difieren. Por ejemplo, el rubro "Vivienda, agua, electricidad, gas y otros" tiene un peso del 17,4% en el IDECBA, mientras que en el INDEC es del 10,5%. Dado que las tarifas de servicios han sufrido aumentos pronunciados en el último año, muy por encima del resto de los bienes, una mayor ponderación de este rubro genera un impacto más elevado en el índice de precios de la Ciudad de Buenos Aires.

Consecuencias económicas de una medición desactualizada

Si bien el INDEC no "mide mal" desde el punto de vista metodológico, la falta de actualización de su canasta de consumo introduce una distorsión significativa. En efecto, la nueva canasta de bienes y servicios ya fue diseñada y probada por el INDEC, y su implementación estaba prevista para el año pasado, pero el Gobierno decidió posponerla.

Las implicaciones de estas diferencias son profundas. Un ejemplo es que según la inflación medida por el INDEC, los salarios ya habrían recuperado el nivel de noviembre de 2023. Sin embargo, si tomamos la inflación calculada por el IDECBA, los ingresos reales aún estarían por debajo de ese umbral. Lo mismo ocurre con los contratos indexados y la deuda ajustada por CER, cuya valuación depende de los datos oficiales de inflación.

La pregunta clave es: ¿por qué el Gobierno no permite actualizar la canasta del INDEC? Una posible respuesta es que aún se encuentran pendientes ajustes en las tarifas de servicios públicos. Una nueva ponderación daría mayor peso a estos incrementos, impactando en la medición de la inflación oficial y, en consecuencia, en las expectativas del mercado y las decisiones de política económica.

En un contexto de alta inflación y pérdida de poder adquisitivo, contar con estadísticas precisas y actualizadas no es solo una cuestión técnica, sino una necesidad imperiosa para una correcta toma de decisiones económicas y financieras.

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