27 de noviembre 2024 - 08:07

La energía nuclear, la aliada inesperada de la sustentabilidad que representa una oportunidad para la Argentina

En un contexto de creciente demanda energética impulsada por la inteligencia artificial (IA) y la urgencia de descarbonizar las economías, esta fuente ha resurgido como un pilar clave en el camino hacia un futuro energético limpio.

La energía nuclear busca posicionarse como una opción segura, limpia y confiable para la transición energética global.

La energía nuclear busca posicionarse como una opción segura, limpia y confiable para la transición energética global.

Durante gran parte del siglo XX, la energía nuclear fue vista como una fuente peligrosa y contraria a la naciente visión de sostenibilidad. Este estigma tenía fundamentos claros: su alta complejidad técnica, el manejo problemático de desechos radiactivos y desastres históricos que dejaron profundas huellas sociales y ambientales. Sin embargo, en los últimos años, la percepción de la energía nuclear ha dado un giro significativo. En un contexto de creciente demanda energética impulsada por la inteligencia artificial (IA) y la urgencia de descarbonizar las economías, esta fuente ha resurgido como un pilar clave en el camino hacia un futuro energético limpio.

En este marco, Argentina, con su vasta trayectoria nuclear, podría beneficiarse enormemente. El país cuenta con un historial único en el desarrollo y manejo de tecnología nuclear, lo que podría atraer la atención de grandes empresas tecnológicas como Amazon, Google y Microsoft, que están apostando e invirtiendo en reactores nucleares para alimentar sus múltiples centros de datos.

En esa línea, es importante comprender cómo funciona la energía nuclear, que se genera mediante la fisión, un proceso en el cual los núcleos de átomos pesados se dividen, liberando grandes cantidades de energía térmica. Dicha energía se utiliza para producir electricidad a través de generadores mecánicos (turbinas). A partir de la fisión, se trata de un proceso similar al que se emplea para generar electricidad a partir del calor de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleo.

Desde la creación de las primeras centrales en la década de 1950, la energía nuclear ha sido un actor clave en la matriz energética global, aunque su historia está marcada por dos grandes desastres: Chernobyl (1986) y Fukushima (2010). Ambos con consecuencias ambientales, muertes y enfermedades a largo plazo que la marcaron profundamente en términos reputacionales. Corresponde destacar, que estos eventos impulsaron avances sustanciales en seguridad y eficiencia en la industria, haciéndola madurar y evolucionar en forma exponencial.

En este sentido, un ejemplo es el desarrollo de los Pequeños Reactores Modulares (SMRs), que ofrecen una alternativa más segura, económica y adaptable para la generación de electricidad con bajas emisiones de carbono. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), estas innovaciones están revolucionando el sector nuclear y minimizando riesgos ambientales.

Por eso, en el marco de un sistema económico y productivo que se encuentra haciendo grandes esfuerzos transicionando hacia la descarbonización, el gran atractivo de la energía nuclear es su capacidad para producir electricidad a gran escala sin emitir gases de efecto invernadero. A diferencia de las energías renovables, como la eólica y la solar, que dependen del clima y las condiciones geográficas, la nuclear puede generar de forma continua, lo cual es crucial para satisfacer la creciente demanda energética no sólo de nuestras ciudades, sino también de los centros de datos y aplicaciones de inteligencia artificial (IA), que requieren un alto suministro constante y predecible. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la energía nuclear ya genera más electricidad libre de carbono que la eólica y la solar combinadas, y se espera que la capacidad instalada se triplique para 2050, ayudando a alcanzar las metas de cero emisiones de las grandes potencias y corporaciones a nivel global.

A medida que la demanda de energía crece debido al avance de la IA y las necesidades de los centros de datos, empresas líderes han decidido apostar por esta tecnología. Amazon Web Services (AWS), por ejemplo, anunció este año una inversión de 500 millones de dólares para desarrollar este tipo de nuevos reactores. En el caso de Microsoft, planea reactivar un reactor en EEUU para destinar su producción energética exclusivamente a sus centros de IA. Google, por su parte, firmó el primer acuerdo corporativo del mundo para comprar energía nuclear de múltiples reactores modulares pequeños (SMR). La compañía asegura que esto los ayudará a alcanzar sus ambiciosos objetivos de energía libre de carbono y cero emisiones netas. Otras empresas como OpenAI también están evaluando esta tecnología para resolver sus necesidades energéticas.

Esta sed de energía limpia puede ser beneficiosa para el país, que cuenta con más de 50 años de historia productiva, profesionales calificados de primer nivel y con tres centrales nucleares de potencia operativas: Atucha I, Atucha II y Embalse. La Central Nuclear Atucha I aporta energía a la Argentina desde 1974 y es la primera central nuclear de América Latina. Más allá de la infraestructura y su operación, el expertise en términos de investigación y desarrollo de la Comisión Nacional de Energía Atómica y de INVAP, empresa que ha exportado reactores nucleares e impulsa tecnología de punta, son activos fundamentales para esta nueva etapa energética que se plantea el mundo.

Lógicamente, su crecimiento no está exento de desafíos. Aquellos relacionados a la gestión de residuos radiactivos se encuentran entre los prioritarios, pero los avances tecnológicos nos permiten visualizar que es posible gestionarlos de forma efectiva y sostenible.

El año pasado, en la máxima reunión ambiental de líderes políticos, la COP28 realizada en Dubai, 24 países se comprometieron a triplicar la potencia nuclear instalada hasta el año 2050 para alcanzar un balance neto de cero emisiones en ese horizonte. Este año, en la COP29 desarrollada en Bakú, Azerbaiyán, el número de firmantes de este acuerdo se extendió a 31, incluyendo potencias como el Reino Unido, Francia, Canadá y Estados Unidos.

Así, la energía nuclear busca posicionarse como una opción segura, limpia y confiable para la transición energética global. Si bien sus riesgos no deben minimizarse, los avances tecnológicos y la mayor demanda de energía limpia sugieren que esta fuente puede ser indispensable en la lucha contra el cambio climático. A medida que más empresas y gobiernos apuestan por este suministro, la energía nuclear tiene el potencial de transformar su imagen y posicionarse como una pieza clave en la construcción de un futuro sustentable. Una tendencia que la Argentina, dadas sus capacidades y potencialidades, debe aprovechar.

Socio Director en Business & Sustainability

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