El fin último de la educación y de las instituciones educativas es la formación de ciudadanos plenos, en donde puedan identificar sus talentos, desarrollarlos y ponerlos al servicio propio y de la comunidad, para vivir en sociedades democráticas donde la participación social genere bienestar. Entendiendo además, que la base para que las comunidades puedan alcanzar un crecimiento económico- social y que aumenten una convivencia armónica requiere la inclusión de todos, en definitiva es condición hacer efectivo el Derecho a la Educación, entre otros.
La escolarización no garantiza la inclusión social
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Si bien, en el marco de las ideas no hay dudas sobre el aporte de la escuela para la inserción y participación social, el debate actual se impone al identificar los resultados, en particular en los sectores más desfavorecidos: alta cobertura educativa e indicadores de eficiencia y aprendizaje preocupantes. Esto nos habla de que la escolarización no garantiza la inclusión social y en consecuencia, como sociedad nos tiene que preocupar y ocupar.
La alta matriculación en nuestro país puede confundir, pensando que el Derecho a la Educación está cubierto, pero las cifras nos golpean. Tan solo el 41% en Lengua y el 6% en Matemática logran nivel satisfactorio/avanzado en contextos vulnerables (Aprender 2022). Además identificamos en nuestro entorno historias sin horizontes, la inmediatez en las acciones, la palabra futuro que no encuadra en ninguna reflexión de vida. El desánimo y la certeza de que el paso por la escuela no genera otro punto de partida invade la subjetividad de las personas.
Y si atendemos a un Derecho que no figura en ningún documento “el derecho a soñar”, estamos aún más complicados. Considerar la posibilidad, que a partir de una base de desarrollo consistente los niños y jóvenes puedan tener la libertad de soñar con el empleo o profesión que deseen, para ser dueños de su presente y de su futuro, reviste el panorama más sombrío.
Murillo y Román (2011) sostienen que importa saber bajo qué condiciones la educación es capaz de concretar la promesa de inclusión y movilidad para sus ciudadanos y reflexiona sobre la real capacidad de las escuelas en contrarrestar el peso de la cuna de sus estudiantes.
Estas afirmaciones y su análisis son más complejos de lo que podrían parecer, porque la educación y las acciones educativas, no se dan de forma aislada. Se concretan en un capital cultural determinado, en contextos de fragilidad económica, con cobertura en salud deficitaria, con problemáticas sociales sin asistencia, con sistemas educativos que no cuidan, ni promueven a su principal actor en la intervención pedagógica: al docente y a los equipos.
Ninguna de las propuestas se pueden pensar por fuera de estas realidades. Pero considerando que la INFANCIA ES HOY, nos proponemos identificar posibilidades contextualizadas de una acción eficiente conociendo los diversos componentes que condicionan e interactúan con la Escuela, el equipo docente, los estudiantes y las familias.
En el conurbano bonaerense, Partido de San Fernando, funciona el Colegio Madre Teresa, que es una institución socioeducativa gratuita y sin fines de lucro especializada en el trabajo con los niños, niñas y jóvenes más vulnerables a quienes acompañamos a partir de la educación para vivir su presente y proyectar su futuro con posibilidades de ser. Ofrecemos educación situada y diversificada. Integramos la cobertura del desayuno, almuerzo y colación, en respuesta a las necesidades básicas nutricionales y como espacio educativo. Promovemos la cultura, por medio de una Orquesta Sinfónica, el deporte para las niñas y jóvenes con el hockey y acompañamos a los egresados y a los jóvenes de la comunidad en sus trayectorias laborales o de estudio.
Las evidencias son elocuentes: Llegamos con un servicio integral gratuito a 1300 chicas y chicos de barrios vulnerables, sostenemos el derecho a la educación sin interrupciones hace 21 años. Las circunstancias externas o internas (que existen) las abordamos en equipo y concretamos las clases sin suspender ningún día. Las pruebas Aprender 2022 señalan que la matrícula permanece estable a lo largo de la secundaria, indica el 0% de deserción y que el 88% de los estudiantes alcanzó niveles de desempeño Satisfactorio y Avanzado en la evaluación de Lengua, y en Matemática lo hizo el 50%. El 82% sigue una carrera o tiene empleo formal.
Estos resultados de calidad, encierran considerar la sostenibilidad y replicabilidad a nivel presupuestario. En este sentido, la transparencia desde la rendición de cuentas tanto al Estado como a los ingresos privados compone un principio rector del Colegio Madre Teresa. Administramos fondos que no nos pertenecen y respondemos al propósito de los mismos: El acceso al saber y la transformación social.
El Colegio Madre Teresa, ilustra un sistema y un conjunto de dimensiones que fallan pero también reivindica la acción: La escolarización con garantía de inclusión. Esto implica la voluntad y decisión colectiva, requiere integrar el entorno y a todos los actores sociales para que sea viable.
La Madre Teresa de Calcuta dijo: “si no se vive por los demás, la vida carece de sentido”. Esta frase no pierde vigencia y, hoy más que nunca, tenemos la responsabilidad de transformar esos intervalos de solidaridad en un compromiso constante. El recurso de la humanidad que hoy hace la diferencia es el conocimiento y en eso estamos trabajando a corto y largo plazo y en el Día Internacional de la Infancia, queremos sumar a más en este desafío posible.
Directora ejecutiva del colegio Madre Teresa
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