10 de enero 2025 - 11:29

La falencia de la educación ambiental

En Argentina solamente el 1,5% de las carreras de más alto nivel (Maestrías y Doctorado) están orientadas a los problemas más importantes de la humanidad.

Esta falencia es un problema involuntario en la mayoría de los expertos ambientales a nivel mundial, pues varios de ellos desconocen que tienen esta falencia. 

Esta falencia es un problema involuntario en la mayoría de los expertos ambientales a nivel mundial, pues varios de ellos desconocen que tienen esta falencia. 

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Enero es un mes de celebraciones a nivel ambiental. Por un lado, el 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental a fin de reconocer su prioridad para la prosperidad de la humanidad. Mientras que unos días después, el 28 de Enero se celebra el día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2 que tiene por objetivo concientizar y sensibilizar sobre el cambio climático. Por lo tanto, estas fechas son útil para reflexionar sobre los avances en la materia y mencionar lo aún falta.

Quienes han pasado por ello, consideran que “no hay mayor acto de rebeldía que estudiar”, por ello leer, estudiar y educar son parte de las primeras acciones que podemos hacer si queremos transformar nuestro alrededor y tener en cuenta a las generaciones futuras y sus posibilidades dentro de un mundo finito.

Por suerte, día tras día los jardines escolares, las escuelas primarias, secundarias, terciarios, universidades y otras organizaciones están ofreciendo nuevas actividades educativas y formativas sobre la naturaleza, el ambiente y el impacto humano. Asimismo, o más aún estimado lector, tengamos presente que la educación comienza en casa y la educación ambiental también debe ocupar una parte de ello. Aunque, a veces y en especial en esta temática son los más peques quienes enseñan a sus padres o a nuestros mayores.

Como comentaba al principio, estos días son para reflexionar sobre el camino recorrido y conocer lo que falta con la buena intención de acelerar la transición hacia un mundo más verde. Es por ello, que quiero presentar algunas consideraciones sobre la educación ambiental en Argentina y cuál es la falencia que está presente a nivel mundial.

En el 2024, la CONEAU manifestó que ha acreditado 1.953 carreras de posgrado entre maestrías y doctorados sobre distintas áreas de conocimiento. Solo para tener presente, la acreditación de la CONEAU es una señal de que las carreras cumplen con cierto requisito de calidad establecidos por el Ministerio de Educación en consulta con el Consejo de Universidades en Argentina.

Ahora bien, al analizar las distintas carreras respecto a factores ambientales en base a su titulación, se observa que existen:

  • 15 Maestrías y 3 doctorados vinculadas directamente con energía
  • 8 Maestrías y 2 Doctorado sobre desarrollo sustentable
  • 1 Maestría sobre Cambio Climático
  • 1 Doctorado sobre Economía Circular y Producción Sustentable

Por lo tanto, en Argentina solamente el 1,5% de las carreras de más alto nivel (Maestrías y Doctorado) están orientadas a los problemas más importantes de la humanidad. ¿Consideran que esta cantidad de propuestas educativas son suficientes? ¿Qué sucede en otros países de la región y en otras partes del mundo? Estas son preguntas para reflexionar. De ahí que no me voy a detener a profundizar estas consideraciones, pues quiero ir a un aspecto aún más profundo sobre la falencia de la educación ambiental.

Al revisar los distintos programas se observa las temáticas que generalmente se abordan son sobre el uso de los recursos, su reutilización, aspectos vinculados a la innovación, políticas públicas, procesos de producción más eficientes entre otros. Claramente estos aspectos son importantes, pero hay un aspecto que no se aborda y es una falencia grave, más aún si comprendemos su impacto en las decisiones humanas y su rol a nivel mundial.

Esta falencia es un problema involuntario en la mayoría de los expertos ambientales a nivel mundial, pues varios de ellos desconocen que tienen esta falencia. Sin embargo, la presencia de esta falencia en la educación ambiental impide acelerar los cambios que necesitamos para revertir nuestro daño ambiental.

Precisamente, la falencia es no educar sobre el funcionamiento del sistema monetario ya que tiene un rol clave para facilitar y acelerar el vínculo entre el sistema de producción y el sistema de consumo.

Para dimensionar el rol del sistema monetario frente a la problemática ambiental, recordemos que para frenar el cambio climático necesitamos acelerar y redireccionar los recursos financieros en aproximadamente 25 veces el monto destinado a nivel global para enfrentar al COVID-19. Sin embargo, el Banco Mundial publicó en Agosto del año pasado que casi el 60 % de los bancos en mercados emergentes y economías en desarrollo (MEED) ofreció menos del 5 % de sus carteras totales para el financiamiento de inversiones relacionadas con el clima y que más del 25 % de esas instituciones no ofreció ningún tipo de financiamiento climático.

Por lo tanto, urge reducir el analfabetismo monetario en la comunidad ambiental a fin de comprender el impacto de un dinero desvinculado del ambiente, el impacto de la tasa de interés positivo en los proyectos de energías renovables y la incompatibilidad de una deuda con un crecimiento ilimitado en un mundo finito, entre otros aspectos.

Para finalizar, comparto la siguiente recomendación: empiece a leer los aportes de Silvio Gesell y Frederick Soddy sobre el dinero, la deuda, la tasa de interés y la naturaleza. Por su lado, Gesell deslumbró a Keynes y Soddy fue premio nobel de química, por ello confió que ambos autores lo atraparán.

Doctor en Ciencias Económicas (UNLaM). Profesor del Doctorado de Economía Circular y Producción Sustentable (UFLO - UCEL - UCP). Subcordinador Académico de la Diplomatura en Blockchain, Bitcoin y Criptomonedas de la FCE-UBA. Consultor en ONG Bitcoin Argentina.

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