La inundación en Bahía Blanca y el cambio ambiental

Desde el aspecto ambiental se pueden desarrollar varios análisis y conjeturas que dan una idea de lo ocurrido en términos generales y en las características puntuales de este evento puntual. La planificación urbana es clave.

La situación de Bahía Blanca se ve agravada por el cambio de uso de suelo de  ecosistemas de retención hídrica como los bosques y humedales.

Como en todo evento climático extremo asociado a zonas urbanas de alta densidad, lo ocurrido en la ciudad de Bahía Blanca el 7 de marzo, no escapa a la condición de catástrofe. Los resultados que dejó la tormenta son de público conocimiento y de un impacto que moviliza la sensibilidad social en todos sus aspectos. Ahora bien, luego del desastre provocado en la ciudad, se escalonan una serie de procesos tanto en lo operativo como en el análisis de la situación ocurrida. Cada mirada temática tendrá su espacio para analizar y sacar conclusiones que ayuden a atender los efectos de la catástrofe y poner foco en la reconstrucción de la ciudad y sus habitantes.

Desde el aspecto ambiental se pueden desarrollar varios análisis y conjeturas que dan una idea de lo ocurrido en términos generales y en las características puntuales de este evento puntual.

Para darse una catástrofe de esta magnitud tiene que haber de mínima dos situaciones que se encuentren en el mismo momento, estas son el evento climático extremo por fuera de las dimensiones consideradas para la región, en este caso una tormenta que descargó más de 290 mm en un periodo de tiempo de menos de 12 hs, y la presencia de asentamientos urbanos de alta densidad como el caso de la ciudad de Bahía Blanca y alrededores. A estas dos variables se le pueden sumar características que intensificaron el impacto.

Desde la mirada climática este tipo de eventos está cada vez más consolidado debido a factores que propician la intensidad de de las tormentas. El aumento de temperatura de la atmósfera y como consecuencia el aumento de la cantidad de vapor dan como resultado un proceso de retroalimentación positiva, donde a mayor temperatura se acumula más vapor y el vapor retiene más energía. Esta energía retenida en la atmósfera se libera en forma de eventos climáticos como las tormentas, sequías, olas de calor, tormentas de nieve, con la particularidad de una mayor intensidad en cada evento.

Esta situación se ve agravada por el cambio de uso de suelo de ecosistemas de retención hídrica como los bosques y humedales. Estos sistemas naturales ayudan a retener y amortiguar el efecto del calentamiento global de forma natural, dando sostén a los ciclos biogeoquímicos como es el del agua. La deforestación indiscriminada, la transformación de bosques a sistemas productivos y los eventos de incendios, inciden directamente en los balances hídricos. La recuperación de estas capacidades naturales no está dentro de la mayoría de los esquemas de manejo ambiental, lo cual lleva al incremento de la problemática climática.

Ahora bien, ya entrando de lleno en las consecuencias del evento climático en la ciudad debemos hacer algunas consideraciones, la primera es que Bahía Blanca es muy vulnerable desde lo territorial ya que se ubica en la cuenca inferior del arroyo Napostá, el desborde de este arroyo y del canal Maldonado dejaron gran parte de la zona bajo el agua. El evento no afectó a todos por igual, impactó sobre todo en la cuenca baja y en el centro de la ciudad, los sectores de mayor poder poder adquisitivo - localizados en las zonas más altas no resultaron afectados.

Mucho se repite que no hay planificación, hay muchos estudios y planes que repiten esto que apuntamos, lo que falta es gestión territorial que construya más resiliencia territorial a partir de un correcto diagnóstico de la matriz de soporte ambiental y de la implementación de estrategias que permitan minimizar el impacto de estos eventos que llegaron para quedarse.

Bosques Nativos Argentinos para la Biodiversidad