Aunque tengan ornamentos con terminología en inglés, locuciones latinas y formato reputado, muchos ensayos académicos no son necesariamente científicos debido a que no permiten comprender la realidad concreta.
Plan Milei: ¿Bimonetarismo, competencia de monedas o dolarización despesificadora?
¿La propuesta de transformación monetaria que en la actualidad deja trascender Javier Milei es bimonetarismo, competencia de monedas o dolarización despesificadora?
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Por otro lado, suelen utilizarse distintos términos para significar los mismos fenómenos y, teniendo en cuenta que la palabra es la unidad analítica del pensamiento, en algunos casos no se trata de diferencias menores o preciosismos.
Intentando que el nombre del concepto se desprenda del proceso concreto de la realidad, ¿la propuesta de transformación monetaria que en la actualidad deja trascender Javier Milei es bimonetarismo, competencia de monedas o dolarización despesificadora?
¿Qué es el bimonetarismo?
En los últimos años, fue popularizándose el término “bimonetarismo” para describir una característica de la economía argentina como consecuencia del patrón de acumulación que se configuró desde 1976 y que, con oscilaciones y relativa independencia de las políticas económicas implementadas, ha permanecido hasta la actualidad.
Con el concepto bimonetarismo suele denominarse la utilización de un tipo de dinero adicional diferente al nacional para, por lo menos, algunos de sus funciones. A modo de síntesis, además de circular y ser una referencia entre capitales exportadores e importadores, el dólar comenzó a hacerlo también entre pequeños ahorristas para, por lo menos, algunas funciones: tener alguna cobertura por devaluaciones (reserva de valor) y para la compra-venta de propiedades (unidad de cuenta y medio de pago) y alquileres.
La convertibilidad que rigió entre 1991 y 2001 brindó la sensación de que era sostenible el bimonetarismo y que, incluso, era indistinto el dinero utilizado. Así se percibió hasta que la insostenibilidad económica del modelo y las disputas entre fracciones del capital derivaron en una devaluación abrupta del dinero nacional. Este final irradió, otra vez, la supremacía del dinero estadounidense respecto al nacional.
¿Qué implica una competencia de monedas?
Las pistas que van dando distintos funcionarios del gobierno nacional tampoco indican que su objetivo sea poner en marcha una “competencia de monedas” porque este concepto induce a pensar en ciertas condiciones de igualdad en las que cualquiera de las monedas que disputan su primacía podría alzarse como vencedora.
Si ambas monedas no tuvieran la misma fortaleza, se trataría de un proceso espontáneo de expulsión de la más débil por la llamada “Ley de Gresham”.
La fortaleza de un dinero nacional dimana, en última instancia, de la estructura económica, la productividad y la industria nacionales en comparación con las de otras latitudes. A diferencia del período 2003-2015, en la actualidad no existen políticas, más o menos óptimas, para el fortalecimiento del dinero nacional. Todo lo contario.
A qué se llama la dolarización despesificadora
La política económica industricida implementada por Milei se trasladará al dinero nacional manifestándose en un tipo de cambio más elevado o, lo que es lo mismo, un peso más devaluado.
Se induce inflación y recesión, se deterioran los salarios reales y se fijan tasas de interés por debajo de la inflación.
En la campaña electoral, Milei sostuvo respecto de los plazos fijos: “Jamás en pesos, jamás. El peso es la moneda que emite el político argentino, por ende, no puede valer ni excremento”, fomentando la corrida contra el peso. Respecto a la cotización del dólar, afirmó: “cuanto más alto esté, es más fácil dolarizar”.
Si no pudiera aplicarse inicialmente una dolarización estricta -el plan original-, lo que implica que el dólar sea el único dinero de curso legal, ¿qué proceso estaría en curso? Teniendo en cuenta que la propuesta de Milei no es implementar un bimonetarismo porque éste implica una “convivencia de monedas” más o menos estática; no se trata de una “competencia de monedas” sino de potenciar la extensión del uso del dólar y el deterioro del peso; entonces, se trataría de una “dolarización despesificadora” o “proceso dolarizador”, cuyo final lógico es una dolarización estricta.
En este medio ya se han expuesto tanto las consecuencias como los ganadores y perdedores de una dolarización.
Por último, es necesario insistir que la salida de una dolarización es difícil, entre otros motivos, porque un nuevo reacomodamiento de precios relativos para terminar beneficiando a los sectores populares implicaría un proceso inflacionario desfavorable en una primera etapa. Además, habría que convencer a la sociedad sobre la conveniencia de una desdolarización que conllevaría, entre otras medidas, una pesificación de los depósitos en dólares.
Economista UBA-UNDAV. @Pablo_Ferrari77
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