En noviembre del 2023, a pocos días del balotaje, durante un almuerzo un conocido economista, me señala una puerta a unos 10 metros de la mesa y me dice: “Ves esa puerta, si agarro un arma y le disparo a la cerradura, tengo que tener mucha suerte para que pase por el orificio. Bueno, esas son las chances que a Milei le vaya bien”.
Quiénes serán los ganadores y perdedores del modelo Milei: los tres escenarios posibles
De los tres, el primer escenario está pasando de la categoría de probable a la de factible. Si sale mal, una parte significativa de la sociedad se resistiria a las reformas estructurales. Una tercera opción es que no salga ni mal ni bien.
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El modelo Milei: si sale bien
Si sale bien, significa que el gobierno habrá ganado la batalla cultural y el modelo económico liberal no solo será aceptado, sino también demandado por gran parte de la sociedad. Junto con la baja de la inflación el gobierno obtendría una contundente victoria en las elecciones legislativas del 2025, tras lo cual profundizaría el proceso de desregulación de la economía, reducción del estado y baja de impuestos.
En pocos años los supermercados estarían repletos de productos de todo el mundo, la inflación sería un mal recuerdo del pasado y usaríamos el dólar como moneda para las transacciones cotidianas, veríamos una fuerte suba del poder adquisitivo del salario, los automóviles se podrían comprar más baratos y mediante el sistema de leasing, la clase media compraría viviendas con crédito hipotecario a 30 años, los pasajes aéreos, computadoras y celulares costarían lo mismo que en Europa.
La inversión sería récord, al igual que las exportaciones. Habria una inversion en infraestrtura sin precedentes financiada por privados. Los impuestos se reducirían significativamente, la pobreza bajaría al 15% para el 2030 y la economía crecería al 5% anual durante muchos años.
Como en toda transformación profunda habrá ganadores y perdedores. Muchas empresas abrirán y muchas otras cerraran, otras se transformaran. Se perderán cientos de miles de empleos en el sector publico, que serán remplazados por una mayor demanda en el empleo privado. Muchos deberán actualizar sus habilidades y volver a capacitarse. Habrá mayor movimiento dentro del país de personas que se trasladan por oportunidades laborales como sucede en los Estados Unidos y economías con mayor dinamismo en el mercado de trabajo. El proceso será dinámico, vertiginoso, por momentos duro, pero en conjunto la mayoría de los argentinos habitaremos un país mucho mas próspero.
El modelo Milei: si sale mal
Si sale mal, una parte significativa de la sociedad se resistiria a las reformas estructurales, la oposición intentaria destruir el superávit fiscal desde el congreso y la justicia. El dólar subiria y las corporaciones intentarian derrumbar al gobierno. El gobierno perdería las elecciones legislativas de 2025 y el Presidente no sería reelecto en 2027. Los gobernadores buscarían colocar en la presidencia una figura de consenso que plante una salida corporativista, como hizo Duhalde en el 2002.
La crisis de la economía se profundizaría y se aceleraría el éxodo de jóvenes al exterior, al mismo tiempo que cobraría fuerza el discurso de que “Argentina es un país inviable”. Aumentaria la conflictividad social, veriamos un nuevo default de la deuda, la inflación volveria a niveles por arriba del 100%, la economía se estancaria y la pobreza se consolidaria en niveles cercanos al 50%. Entraríamos en una crisis política por falta de representatividad, al mismo tiempo que parte de la sociedad se resistiría a volver al pasado.
El modelo Milei: si no sale mal ni bien
Una tercera opción es que no salga ni mal ni bien, sino más o menos. En este escenario, el gobierno mantiene el equilibrio fiscal, logra bajar la inflacion, pero no aprobar reformas económicas importantes. La desregulación de la economía se traba en el Congreso y la justicia. Las reducciones de impuestos a nivel nacional son neutralizadas por nuevos impuestos provinciales y tasas municipales. La sociedad acompaña, pero muchos pierden el entusiasmo. La inflación baja a niveles de un dígito anual, la economía crece, aunque lentamente, y el desempleo aumenta.
El escenario generado sería similar al de la segunda mitad de la década de 1990, cuando las reformas impulsadas por el gobierno de Ménem quedaron a medio camino. Algunos trabajadores perderían sus puestos de trabajo, pero serían muchos más quienes estarían mucho mejor remunerados y defenderían fervientemente el modelo. Al igual que en la década de 1990 para muchos dentro del sistema sería el mejor gobierno de la historia y para otros el peor, dado que las personas suelen evaluar los gobiernos en función de su economía personal.
Al no haberse completado las reformas estructurales, el país y la continuidad del modelo serían vulnerables frente a un shock externo, como una fuerte caída de los precios de los commodities o una suba de tasas en Estados Unidos que corte el financiamiento. En el largo plazo, Argentina podría salir adelante, pero el camino sería más costoso.
De los tres, el primer escenario está pasando de la categoría de probable a la de factible: todo indica que la bala atravesó la cerradura. El país lleva dos trimestres consecutivos de crecimiento y sobre bases firmes: reduccion del gasto, de la inflacion, normalizacion de precios relativos, desregulacion, superavit fiscal, comercial, de cuenta corriente y recuperacion de saliarios reales.
Falta un largo camino, y muchos argentinos aún no sienten la mejora, pero las bases del cambio son sólidas y son muchos los factores que me hacen pensar que ya no hay vuelta atrás.
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