A un año de asumir la presidencia siento que aún hay un debate acerca de la caracterización del gobierno de Javier Milei que suele ser justificatorio en algunos casos y en otros algo ingenuo. Recapitulemos.
Un año de gobierno: el avance del autoritarismo bajo la bandera de la libertad
La democracia argentina está hace un año bajo un modelo que es neoliberal en lo económico, ultraconservador, violento e inhumano en lo social y fascista en lo político. El Gobierno busca imponer un modelo económico centrado en la desregulación, las privatizaciones y la desigualdad.
Presidente de Bloque de diputados Nacionales por Unión por la Patria.
Milei dio su discurso inaugural de espaldas al Congreso de la Nación, quizás no lo veíamos tan claro en ese entonces, pero el paso del tiempo y la concatenación de hechos similares echa claridad.
Seguidamente, continuó dando pasos de desprecio hacia el Poder Legislativo. Con la ley Ómnibus y el DNU 70/23 buscó concentrar un poder desmedido en el Ejecutivo, socavando el control y la labor del Congreso Nacional.
Sumado a eso, el presidente Milei se encargó de insultar a todas aquellas personas que no piensan como él, y tienen una mirada del mundo diferente. En boca de Milei las y los legisladores (representantes del pueblo) "son ratas", el 85% de los periodistas (los que no le hacen entrevistas a él) "son ensobrados", todo aquel que no coincida con su visión económica es "un degenerado fiscal", y todo líder político opositor es atacado por él y su entorno de funcionarios + trolls.
Sus “fuerzas del cielo” se presentaron a sí mismas como “el brazo armado del Presidente”, su “guardia pretoriana” en un acto cargado de una estética con reminiscencias a la Italia de Mussolini. Nadie del Gobierno salió a plantear diferencias con el mensaje de sus seguidores. En estos casos, el silencio autoriza.
Ahora, yo me pregunto ¿Cómo debemos denominar a un liderazgo así? Creo, que hay que hacerlo sin dudas y sin rodeos, hay una sola manera de llamarlo: fascista.
El fascismo no es sólo una ideología anclada en el pasado; puede renacer bajo nuevas formas y liderazgos que, disfrazados de discursos modernos y la defensa del libre mercado, replican patrones autoritarios, antidemocráticos, autocráticos. En Argentina, Javier Milei representa un ejemplo contemporáneo de este fenómeno. Su liderazgo, caracterizado por el desprecio hacia las instituciones, la imposición de una visión única de la realidad y la persecución de cualquier mirada que no concuerde con sus ideas, evidencia rasgos claros de esa práctica. Y su vínculo particular con el Congreso y con las voces que allí se manifiestan es un claro ejemplo de eso.
La filósofa alemana Hannah Arendt describía como fascistas a aquellos líderes que buscan eliminar el pluralismo, la discusión política y la diversidad de pensamiento para la unificación de la sociedad en una única visión: la propia. Y es esto precisamente lo que está buscando Javier Miliei, eliminar cualquier espacio de disenso y concentrar el poder de manera absoluta.
Así las cosas. La democracia argentina está hace un año bajo un modelo que es neoliberal en lo económico, ultraconservador, violento e inhumano en lo social y fascista en lo político. El Gobierno busca imponer un modelo económico centrado en la desregulación, las privatizaciones y la desigualdad. En lo social la Libertad Avanza profundiza ataca los derechos sociales conquistados durante décadas, promueve un discurso violento que estigmatiza a las minorías, refuerza estereotipos regresivos, y reprime a quienes democráticamente buscan expresar su posición. Pero es en el plano político donde Milei revela su verdadera naturaleza autoritaria, buscando vaciar el congreso, cerrar uno de los poderes de la república, vaciarlo de discusión política.
Sin embargo, a un año de la asunción de Milei hay otra claridad: el de la construcción de una alternativa política que respete la pluralidad, los derechos del pueblo argentino y la dignidad humana; que edifique un mejor horizonte en el mundo del trabajo, productivo y económico; y que por sobre todas las cosas vuelva a levantar las banderas de una democracia plena, construida entre lazos de solidaridad, esperanza y amor por el prójimo.
La invitación es a alimentar la esperanza, a convocar a todos aquellos que pensamos que se le pueden poner límites a este Gobierno. Hay otra forma de hacer las cosas, lejos del autoritarismo, el odio y las agresiones. Por el mandato histórico de quienes tanto lucharon por una Argentina soberana y más justa salgamos a persuadir, a convocar, a convencer. Parafraseando a Bertolt Bretch "No aceptemos lo habitual como cosa natural. En tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar".
Presidente de Bloque de diputados Nacionales por Unión por la Patria
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