9 de marzo 2025 - 00:00

Acuerdo con el FMI: el Gobierno, entre el pragmatismo y la campaña

La necesidad de dólares empujó a Javier Milei a forzar aún más los límites de la institucionalidad. El tono electoral se instaló de forma prematura.

Javier Milei y Luis Caputo encaran un nuevo ciclo de endeudamiento con el FMI.

Javier Milei y Luis Caputo encaran un nuevo ciclo de endeudamiento con el FMI.

Presidencia

Con la suspensión de las PASO, el calendario electoral se corrió. La decisión del Gobierno, avalada por el Congreso, no solo fue una oportunidad de ahorro para el Estado y una obligación para los partidos de ordenarse hacia adentro. Sin la fecha tempranera de las primarias, también se abría una chance para que la política demorara la largada de la campaña y se centrara en una agenda propositiva.

No obstante, lejos de eso, la campaña de adelantó y a los discursos efectistas se sumó un volantazo del Gobierno hacia un pragmatismo que se aleja cada vez más del purismo teórico y “anti casta” que se había propuesto Javier Milei en el inicio de su gestión.

El hecho mezcla parte de ambas cuestiones. La necesidad de dólares puso a Javier Milei ante el doble paradigma: por un lado, evitar presión sobre el tipo de cambio en el año electoral, con una retórica reduccionista que divide entre Milei y el kirchnerismo, categoría que ahora aplica a todo aquel que no piense como el Presidente, incluido Facundo Manes. Discurso proselitista sin más vueltas.

Por otro lado, el costado pragmático que elude todo atisbo de reglas institucionales, y acaso democráticas, al hacer la vista gorda a la normativa que se instauró en 2022, en tiempos de otro acuerdo con el FMI, el que impulsó el entonces ministro Martín Guzmán.

La primera picardía fue anunciar el “envío al Congreso” del DNU. Los DNU rigen, no se envían al Congreso. O, como con los jueces por decreto, el Gobierno anda al filo de las interpretaciones. Al filo del reglamento. Los alfileres de Zubeldía, en aquel Estudiantes de los sesenta. En rigor, los DNU llegan al Congreso, y quizás allí queden por los siglos de los siglos, sin tratarse. Ámbito explicó este fin de semana qué implica el camino del decreto de necesidad y urgencia. Por un lado, a diferencia del proyecto de ley, con que no lo rechace una cámara basta para que siga vigente. Una ley, en cambio necesita que sea aprobado (por la positiva) por las dos cámaras.

¿Es legal? ¿Es correcta la interpretación del “envío” al Congreso? “Lo envía porque el Congreso debe aprobarlo; y basta que lo haga solo una Cámara. Pero el DNU rige desde su publicación, aunque el Congreso no lo trate. El delirio de los DNU”, dijo a este medio el constitucionalista Félix Lonigro. Su par Andrés Gil Domínguez fue más categórico: “Con el DNU se evita al Congreso”.

La justificación la dio el ministro de Economía Luis Caputo. En declaraciones periodísticas afirmó que “la gente” quiere el préstamo con el FMI. Pero que si se envía el acuerdo al Congreso, “el Senado lo va a rechazar porque tiene mayoría kirchnerista, y eso no es lo que quiere la gente”. Es decir, para el ministro la representación popular vale para el Ejecutivo, aunque el partido gobernante haya salido segundo en la primera vuelta electoral. Pero no vale para el Senado, pese a que se trata de una elección federal que determinó esa conformación del cuerpo de la Cámara Alta. El que no entiende es porque no quiere.

En el peronismo mencionan que la ley de 2022 “dice claramente que el Congreso debe aprobar todo programa de financiamiento u operación de crédito público”, y resaltan que esta operación es de crédito público, valga la redundancia.

También mencionan que, en aquel entonces, la información era detallada, con anexos de la política económica y el técnico. “Detalle no menor: cuando Milei votó (como diputado) en contra del acuerdo de 2022, argumenta que había que hacer un ajuste mayor. Es decir, su análisis y su voto negativo se basan en el memorando de política económica. O sea, sí importa que los legisladores puedan leer todo el detalle”, agregaron, con cierta indignación.

En este caso, se trata de un aval a ciegas, que de todas maneras recibió el espaldarazo del FMI, ya que desde el organismo se afirmó que los modos del aval interno no son de su incumbencia.

Pelea de agendas en el Congreso

La otra batalla, también en tono electoral, estará dada por la pelea de agendas. El oficialismo busca avanzar con la agenda de seguridad, una forma de contrastar con un supuesto desinterés de Axel Kicillof, que se empeña en mostrar planillas de baja en las estadísticas criminales. La oposición intenta mantener vivo el escándalo $LIBRA y anhela avanzar con la conformación de una comisión investigadora de un caso que tiene menos resonancia en las personas de a pie de los que podrá tener en la justicia, local y extranjera.

Se desinfla previsiblemente la estafa cripto: nadie conoce a los damnificados. O son contados los que dejaron sus dólares USDT en esa timba recomendada por el Presidente. Sin embargo, será desde los tribunales de donde podrán llegar los dolores de cabeza para el oficialismo. Los locales están atravesados por intereses criollos. Los foráneos son terreno desconocido.

Como sea, se desnudan falencias de los libertarios, que ponen en duda buena parte sus premisas con las que intenta elevarse sobre el resto de la política con el dedo en alto. Maniobras espurias y tráfico de influencias también se suman al listado de contradicciones con el discurso “anti casta” de Javier Milei.

En el oficialismo dicen en voz baja que la campaña se acelerará desde estas épocas. Más presencia de Karina Milei, más recorridas por provincias, más discurso para polarizar con el peronismo, ya elegido como rival. Sin embargo, en el crisol generado por las elecciones de 2023, el escenario es incierto. Una muestra llegará en diez días, cuando cierren las alianzas para las elecciones de la Ciudad. Divisiones por doquier en la etapa de rearmado de la política. División de la división. Libertarios, el PRO, el peronismo K, el peronismo no K, la UCR alfonsinista, la UCR peluca, libertarios no mileístas, amarillos despechados: una oferta atomizada que partirá votos en todos los espacios.

En paralelo, a medida que se tensiona la sociedad entre Milei y Mauricio Macri, se ponen sobre la mesa alianza que podrán variar en cada distrito. Sociedades a la carta en cada provincia.

Y, en ese escenario, el radicalismo juega a dos bandas, entre aquellos que ven en Milei la posibilidad de un protagonismo personal, y aquellos que creen que el libertario es el límite, y no ven con malos ojos una reedición de Juntos por el Cambio, e incluso sumarse a armados que incluyan al peronismo. La Convención Nacional de la UCR de este año podrá ser, desde el lugar de aliado, clave para lo que venga en la política. Como aquella de Gualeguaychú en 2015 que forjó la alianza con el PRO.

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