23 de marzo 2025 - 00:00

El Congreso le da oxígeno a Milei, mientras el PJ fuerza unidad y mira estrategia electoral

Casa Rosada administra la volatilidad financiera con pragmatismo político. Elecciones locales, una muestra de las nacionales. La atomización de la Ciudad y el dilema de la Provincia. El peronismo ante la necesidad de juntar tropas.

Javier Milei se respalda en el Congreso para sostener su agenda.

Javier Milei se respalda en el Congreso para sostener su agenda.

Mariano Fuchila

El paso exitoso por la Cámara de Diputados del DNU que habilita a un acuerdo con el FMI fue un alivio para el Gobierno. Una victoria en medio de un momento de tensión política y cambiaria. La posibilidad de avanzar hacia un desembolso del Fondo es oxígeno para Javier Milei, una noticia que eclipsa los malos tragos de las últimas semanas. Inclusive los de la última, cuando avanzó la conformación de una comisión investigadora por la estafa $LIBRA y estallaron las internas del bloque libertario.

Si bien en los mercados hay ansiedad por conocer más detalles, el Gobierno se encargó de avisar que durante abril habrá novedades. Expectativas en días de suba del dólar y de volatilidad internacional, que no juega a favor del país.

Pero, además, el acuerdo con el FMI puede ser leído en clave electoral, en tiempos donde la política ya entró en modo campaña y el oficialismo eligió sus caballitos de batalla: la estabilidad económica será su gran bandera, seguido por mostrarse fuerte en materia de seguridad. La venta de dólares en medio de un escenario de sequía de reservas netas era un escollo, máxime cuando buena parte del mercado empezó a leer que el dólar está barato, mientras en paralelo Luis Caputo puso en duda la continuidad del crawling peg del 1% y deslizó un posible sistema de flotación.

La estabilidad del dólar, ancla de la inflación, puede tener más vida y llegar hasta octubre. “Ojo que a mí me dieron u$s11.000 millones y tuve que devaluar igual después de las PASO, en medio del proceso electoral”, advertía esta semana Sergio Massa en sus oficinas de Libertador, desde donde aseguró que seguirá en modo “perfil bajo”.

En concreto, incluso en la oposición creen que más allá de que las negociaciones están en marcha, el FMI puede colaborar con Milei, que la Casa Blanca puede darle también una mano y que el propio Presidente acertó al correr de la negociación al chileno Rodrigo Valdés, director del Departamento del Hemisferio Occidental y el principal escollo para Argentina al momento de cerrar acuerdos.

Bajan el tono también al envío del DNU en vez de una ley. Una coherencia del PJ, que siempre se ufanó del pragmatismo. Entienden en Unión por la Patria (UP) que La Libertad Avanza es minoría en ambas cámaras, que cierra acuerdos a cada rato y cuando se le complica apela al DNU. Curiosidades: hay más pruritos en el PRO, donde el exministro Hernán Lacunza cuestionó a Milei por saltearse la “Ley Guzmán” de 2022.

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En el peronismo también calman a los entusiastas que creen que el Gobierno llegará en crisis a octubre. Observan, sí, una merma y un desgaste en su caudal desde el caso $LIBRA en adelante, pero no mucho más. Asimismo, imaginan que para no devaluar y sostener una inflación controlada, saltarán otros tornillos económicos. La producción nacional y un déficit en la balanza comercial, los más probables.

Si bien falta demasiado para las elecciones nacionales, las locales empiezan a dar señales. El cierre de alianzas en la Ciudad fue, en ese sentido, el hecho más trascendente desde lo político. La atomización de la oferta, en especial desde el centro hacia la derecha, y los esfuerzos del peronismo por sostener la unidad, son ejes claves de una compulsa que puede nacionalizarse y que, en el plano porteño, por las candidaturas que se barajan, puede ser una gran PASO para 2027.

No obstante, más que nunca parece primar la máxima de que serán veinticuatro elecciones, y no una. Cierres a la carta por distrito, alianzas distintas en cada provincia, las locales y las nacionales con lógicas diferentes. Y, en el medio, las incógnitas de la provincia de Buenos Aires.

Sin PASO y ¿desdobladas?

La tesis de que en un adelantamiento de la contienda de Buenos Aires “provincializará” la discusión electoral es descartada por algunos actores relevantes de Unión por la Patria. “La elección provincial de Buenos Aires es una campana de madera. La realidad es que siempre se nacionaliza, más allá de las fechas, porque es resonancia para el resto del país y porque contiene al 40% del padrón nacional”, señalaban en uno de los sectores de UP.

Ya hay acuerdo para que este jueves la Legislatura apruebe la suspensión de las PASO, cucarda que de forma inteligente sectores del peronismo no quisieron regalarle a La Libertad Avanza. Generó sorpresa que bajaran al recinto los diputados kicillofistas para acompañar a los libertarios, con proyecto propio para finiquitar las primarias. Llamados de último momento llevaron a que el kichnerismo y el Frente Renovador no dieran quórum, negociaran la presentación de un proyecto de alfiles del gobernador y así se zanjaran las diferencias. “Ruptura, no. Es mucho”, decían en la semana. Desinteligencias, varias.

Los tres sectores deberán ponerse de acuerdo para poner la fecha de las generales, con tres miradas que parecen inflexibles. Cristina insiste con unificar fechas para que el peronismo gane musculatura en la pelea nacional. Tanto los renovadores como quienes responden a Kicillof prefieren evitarlo, no solo por la estrategia de campaña, sino también por cuestiones prácticas. Las nacionales serán con boleta única y las provinciales con las listas sábana tradicionales. Testeos realizados muestran que de ser elecciones concurrentes un votante medio tardará alrededor de 4,5 minutos. Eso obligaría a dividir mesas, quizás extender horarios y hasta ejecutar una doble fiscalización si no se quiere retrasar los envíos de las actas para el escrutinio.

En ese marco, tanto Kicillof como Massa apuntan a desdoblar, pero mientras el primero va por el adelantamiento, el segundo apunta a correrlas hacia noviembre. Uno quiere despegar la puja Cristina vs Milei del eje de campaña. El otro ve el riesgo de que en un virtual adelantamiento los intendentes luego no pongan el mismo esfuerzo en octubre. Lo vivió en carne propia en 2023, con gobernadores que aseguraron legisladores en octubre y para el balotaje se relajaron. “En Buenos Aires se pelea territorialidad”, asegura.

La alianza prácticamente confirmada entre el PRO y LLA en la provincia de Buenos Aires obliga al peronismo a abrazarse, aunque sea a los codazos. El lanzamiento del Movimiento Derecho al Futuro de Kicillof busca mostrar a un vasto sector del peronismo que pugna por una renovación de liderazgos. En La Plata son cautos y ponen siempre paños fríos ante quienes deslizan rebelión o enfrentamiento, o desafío a Cristina. “Es una línea interna, nada más”, aseguran. En la otra vereda pueden hasta comprenderlo en el extremo, pero le endilgan “falta de timing”. “Está bien que quiera mostrarse al frente de un sector, pero corre la agenda mediática a la interna del PJ en un momento de debilidad de Milei”, aseguran. “Además, si quiere ser Presidente tiene que ponerse al frente de todos los espacios, y no solo de uno”, agregan.

Como sea, esta semana en el Congreso hubo una doble rebelión a los mandatos de Cristina. Gobernadores peronistas en Casa Rosada mientras se discutía el DNU del acuerdo con el FMI, diputados que aseguraron el quórum, senadores de provincias peronistas que armaron un nuevo interbloque para tener representación propia principalmente en las reuniones de Labor Parlamentaria, donde se define el temario que luego llega al recinto.

Unidad a los codazos

Milei mostrará una victoria en estas elecciones, esté o no conforme con el resultado de octubre. Podrá exhibir que crece su bloque de diputados y de senadores. Al fin de cuentas es el objetivo de los comicios de medio término.

En el primer caso, hay consenso en la amplitud del arco político en que estará en cerca de los 90 diputados propios, más del doble de los 39 actuales. Pero al mismo tiempo todo hace suponer que será a costa de comerles escaños a sus aliados antes que al peronismo, que deberá cotejar 2025 contra la elección de 2021, dominadas por Juntos por el Cambio. El PJ solo había obtenido en aquella oportunidad victorias en un puñado de distritos norteños y en Tierra del Fuego. El resto del mapa se había pintado de amarillo.

Distinto es el caso del Senado, donde la renovación se hará contra la elección de 2019 (los senadores duran 6 años en sus cargos), cuando al Frente de Todos le había ido bien. La abrumadora presencia de 34 bancas UP sobre las 72 totales terminará inexorablemente el 10 de diciembre.

En el peronismo trabajan para que las peleas internas que puedan darse en los comicios locales se solucionen para las nacionales, máxime en los distritos que eligen senadores. Por eso fue clave la unidad, pese a todo, en el cierre de alianzas de la Ciudad para las locales del 18 de mayo. Leandro Santoro, ya confirmado como candidato a legislador porteño, tendrá la oportunidad histórica de quedarse con la victoria sosteniendo el cuarto de la torta que suele obtener el peronismo, pero que ahora será contra una oferta atomizada del espacio liberal de centro, con el PRO, LLA, la Coalición Cívica, Horacio Rodríguez Larreta y hasta los liberales de Yamil Santoro pescando en la misma pecera.

Similar es el caso de Chaco, distrito que también elige senadores en octubre, donde al cierre de esta nota se trabajaba contra reloj para que el peronismo tenga en las provinciales del 11 de mayo una lista de unidad, aun con la ruptura consumada en el cierre de alianzas. Dos casos testigos para que la sangría de UP en el Senado sea lo menos traumática posible.

Quedan también dudas sobre qué ocurrirá en las provincias con gobernadores dialoguistas. Salta, por caso, renueva senadores. Y si bien Gustavo Sáenz hace gala de ser “provincialista” hasta hace no tanto se mantenía en el cerco de UP. Ese distrito hoy tiene dos senadores en el interbloque que comandan José Mayans y Juliana Di Tullio. Allí, LLA acelera un armado fuerte con Alfredo Olmedo a la cabeza y hay entusiasmo violeta con quedarse con dos bancas.

Tucumán, por su parte, solo pone en juego diputados, y en esos terruños administra el gobernador más apuntado por el Partido Justicialista de Cristina Kirchner. Osvaldo Jaldo no puede escudarse en un provincialismo. Ni, como su par catamarqueño Raúl Jalil, hacer gala de haber hecho equilibrio sobre la cuerda. “Jalil no solo no le votó todo al Gobierno, sino que en general se movió por intereses provinciales”, explicaban en el peronismo, y mencionaban la última concesión que logró el catamarqueño: el traspaso del Complejo Minero Capillitas de Fabricaciones Militares a la empresa provincial Catamarca Minera y Energética Sociedad del Estado (CAMYEN S.E.). Jaldo, arguyen, “está último en el listado de transferencias de Nación a provincias”. No obstante, dejan que la pelea por el armado de listas quede en manos del titular del PJ provincial, Juan Manzur. Hay puentes, claro, entre Jaldo y Manzur. También hay internas de larga data entre ambos, y una militancia descontenta por ver cómo el trabajo de base fue usufructuado al final del camino por Javier Milei.

De todas maneras, hay quienes barajan la hipótesis de que hasta las elecciones de medio término, muchos gobernadores se ponen la dentadura de goma, y empiezan a mostrar los dientes reales para el segundo tramo de gestión.

Pasó no solo en la era de Mauricio Macri, sino también en la de Alberto Fernández, con cambiemitas que se sentaban en su mesa en los primeros tiempos, hasta que dejaron de hacerlo, a medida que su administración se desgastaba. Aceleradamente.

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