El escándalo del criptogate que sacude al Gobierno desde que el Presidente promocionara $LIBRA hace una semana ingresó en una nueva etapa. El mercado no le pasó factura a Javier Milei y tampoco parece claro que la estafa del activo digital impacte en la confianza de sus propios votantes. Sin embargo, el episodio empieza a tener múltiples derivaciones que son menos lineales que una ecuación con resultado medible en votos.
$LIBRA, algo malo pasó: la cuarta pared, los ribetes judiciales y la necesidad de un giro narrativo
El caso estalla en ribetes que van en distintas direcciones. Al judicial, de largo aliento, se suma la necesidad de modificar el estilo comunicacional. El video sin editar que desnudó la ficción. El impacto en las encuestas. Los términos y condiciones de la alianza con el PRO.
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Javier Milei dio una entrevista que dejó al descubierto los hilos que suelen permanecer ocultos.
La primera de ella, claro está, es la judicial, de donde podrán venir los reveses para el líder libertario. Pero, en paralelo, la fallida entrevista de un periodista amigable rompió la cuarta pared y expuso el revoque que suele esconderse detrás de la fachada. El Gobierno tendrá que renovar una narrativa que hasta acá había sido exitosa, al tiempo que el golpe reconfiguró el tablero político, con un repunte en las acciones del PRO para sentarse a negociar la potencial alianza electoral.
Impacto en indecisos
Un sondeo realizado por la consultora Zuban Córdoba concluye que “aunque el núcleo duro del gobierno no parece afectado en general, el impacto sobre los ‘indecisos’ es nítido y claro”. Algunos datos: el 56% no está de acuerdo con el argumento oficial que postula que Javier Milei “actuó como ciudadano desde su cuenta personal”. Además, un 83% cree que Milei debería dejar de actuar como influencer. Asimimo, 6 de cada 10 consultados creen que se trató de una estafa.
En una línea similar, una encuesta de Management & Fit recabó que tres de cada cuatro personas considera que el Presidente no debe promocionar inversiones financieras. “La principal responsabilidad de lo sucedido en el caso $LIBRA recae en Milei con el 49,5% de las menciones. El 63,7% expresa que Milei tuvo entre mucha y algo de responsabilidad en lo ocurrido. Un 51.2% argumenta que el hecho disminuyó su confianza en la figura presidencial. La respuesta de Milei a lo que sucedió con el caso $LIBRA es calificada de inapropiada por el 45,9%”, menciona la consultora.
Ambos trabajos tienen referencias comunes. Una de ellas también ataca fundamentos de la Casa Rosada sobre el supuesto desconocimiento de los argentinos, bajo la premisa de que las criptomonedas son cosas de especialistas y timberos. La abrumadora mayoría, superior al 80%, está al tanto de los hechos. Otra: quienes más responsabilidades le achacan a Milei son votantes de Unión por la Patria, mientras que el núcleo duro permanece inamovible. El problema para el Gobierno es que, otra vez, hay un hecho que afecta a quienes se ubican en el centro, en los que pendulan en cada votación.
De todas maneras, a tanto de las elecciones, es probable que el efecto directo vaya diluyéndose. Máxime cuando, suspendidas las primarias, la convocatoria a las urnas recién será en octubre. Sería arriesgado afirmar que esa suspensión haya sido una victoria del Gobierno en el Congreso, ya que la moción era bienvenida por distintos actores del ecosistema político, incluido parte del peronismo que alzó la mano con La Libertad Avanza (LLA).
Sí fue un triunfo haber bloqueado la conformación de una comisión investigadora, con una bufonada del radicalismo, que primero la impulsó y luego la rechazó, en un abrir y cerrar de ojos. Ya se había visto con las leyes de financiamiento educativo y de reforma jubilatoria. La lectura: pesan los gobernadores, que siguen con la ventanilla abierta en la Casa Rosada. El dilema es cuánto le costará al Gobierno ahora esos apoyos. Difícil imaginar que los mandatarios se mantengan en la posición sumisa, atados apenas a promesas en general incumplidas, en el momento de más debilidad de Javier Milei.
Sin embargo, es en el PRO donde creen que el escándalo $LIBRA es una chance para barajar y dar de nuevo. El partido de Mauricio Macri aclaró rápido que no avalará un juicio político contra Milei. Será parte del tercio que blinda al presidente. Ya se mencionó en estas líneas: el club del veto que funcionó el año pasado era, antes que un sostén fiscal, una muestra para alejar el fantasma del juicio político. Ese respaldo del PRO tiene más valor ahora.
Por lo pronto, la estafa cripto le pone un tapón a la salida de dirigentes, que amagaban el garrochazo. Suponen en cuarteles amarillos que estarán lamentándose quienes ya cruzaron la vereda. En el mejor de los casos, servirá para sentarse en la mesa con otra musculatura. No en vano el PRO apuntó contra el entorno del Presidente, quienes “no lo cuidan”. Léase: su hermana Karina y Santiago Caputo, quienes junto con Patricia Bullrich propiciaron el vaciamiento al partido de Macri. De todos modos, la preocupación amarilla se mantiene, porque pasan los días y no observan cambios en la postura de LLA. No ceden en las líneas subterráneas con una oferta con descuento, acorde a la coyuntura.
Otra carta en la manga: el macrismo tiene mejores terminales en Comodoro Py, en días en que la investigación por las causas judiciales avanza más rápido de lo esperado. La jueza María Servini, que recibió la mayor parte de las denuncias, ordenó al fiscal federal Eduardo Taiano que busque pruebas. Este sábado imputó formalmente al presidente Javier Milei. El expediente analiza posibles delitos por abuso de autoridad, tráfico de influencias, estafa y cohecho y también involucra a Hayden Mark Davis, Julian Peh, Mauricio Gaspar Novelli, Manuel Terrones Godoy y Sergio Daniel Morales.
Aun en el hipotético caso de que hombres y mujeres de a pie se olviden pronto de tema $LIBRA, la Justicia podrá poner contra las cuerdas a Milei. Y, según mencionan quienes trajinan pasillos de tribunales, inclusive si controlara las carpetas criollas, es incierto lo que pueda ocurrir con las investigaciones en los Estados Unidos. Nadie conoce demasiado cómo funciona el FBI, por más que haya quienes se propongan como expertos. Incluso, como se analizó ya en este medio, el recuerdo del FIFA-Gate y sus arrepentidos sobrevuela en diversos ámbitos.
La cuarta pared
Un problema en ciernes, menos medible, más subjetivo, es la necesidad que tendrá el Gobierno por ajustar una narrativa que le venía dando réditos. ¿Cómo sostener diatribas como los “periodistas ensobrados”, “la casta putrefacta” o incluso “los chorros K”? El tono agresivo del Presidente tal vez deba variar tras haber sido parte necesaria de lo que terminó siendo una estafa. Intentó defenderse en esos términos habituales, incluso en su primer tuit para defenderse de la promoción de $LIBRA. No resultó. Este sábado reincidió con un posteo que agravia al foro de periodistas FOPEA.
Acaso, el único momento efectivo de ese estilo comunicacional se debe a un regalo del peronismo, que en su desesperación creyó que podría darle a Milei un empujón mientras este caminaba por la cornisa. El pedio de juicio político que impulsó el PJ le regaló golpes a LLA que de otra manera no hubiera tenido. Tiros fáciles y previsibles.
Las primeras estrategias: mantener la agenda, incluida la gira en los Estados Unidos, donde reafirmó su rol global en una cumbre conservadora y recibió el apretón de manos de Donald Trump. La segunda, se relaciona con la entrevista fallida: quitarle el peso de la culpa a Milei para que recaiga en Santiago Caputo, quien se mueve en otras capas menos superficiales. El señalamiento de Guillermo Francos y de Manuel Adorni (o, inclusive, del propio entrevistador en sus justificaciones) a su figura son menos los ecos de una interna que una táctica premeditada.
El reportaje, pensado para exculpar al Presidente, le trajo otro problema adicional. Se rompió la cuarta pared, la que está detrás de la cámara, invisible al espectador.
La difusión del tape sin editar tuvo un efecto similar al que representa la mirada a cámara en el cine, hecho que evitan todos los actores. Salvo excepciones, como la Kevin Spacey en la serie House of Cards. Allí, representaba a Frank Underwood, un político inescrupuloso que haría lo que fuera para llegar a ser Presidente de los Estados Unidos, y solía dirigirse a los espectadores mirando a cámara.
Es que esa mirada desnuda la existencia de una producción, de un dispositivo de enunciación que el cine oculta para que el espectador pueda sumergirse en un viaje y disfrutar de la película. Así funciona el contrato de la ficción.
Lo explicaba el teórico italiano Francesco Casetti: “Las miradas y las palabras dirigidas a la cámara son percibidas como una infracción a un orden canónico, como un atentado al ‘buen’ funcionamiento de la representación y del relato fílmicos”. La mirada dirigida hacia cámara se presenta así como “un caso de enunciación enunciada”. Es decir, pone de manifiesto el rol que en los filmes busca permanecer oculto. También se refirió a ello el argentino Eliseo Verón: “En un filme de ficción, la mirada de un personaje hacia la cámara produce un desarreglo (en el sentido de mal funcionamiento), una ruptura de la diégesis: el espectador, inmerso en el voyeurismo cómplice del relato, se ve sorprendido de repente por una mirada que viene de la imagen”.
Ese fue el efecto de la intervención de Caputo, que frenó en seco una pregunta que comprometía al Presidente. Se vieron los hilos: las dificultades de Milei para hacer una entrevista en vivo, la necesidad de un aparato comunicacional omnipresente, la complicidad de periodistas cercanos, la confusión que reina en Casa Rosada sobre la función pública y la privada, y la preocupación real del Gobierno por las esquirlas judiciales que podrá tener el caso. Podría ampliarse esa lista.
Para colmo, se dio la profecía autocumplida, como en aquel cuento de Gabriel García Márquez. Narra el colombiano la historia de un pueblo donde se corrió el rumor infundado de que “algo malo” iba a pasar. La cuestión es que a partir de ese postulado sin sustento el pueblo termina deshabitado. Todos huyeron tras escuchar ese vaticinio. Es decir, finalmente algo malo pasó. Se cumplió la profecía.
Acá, el periodista convertido en funcionario se mofaba en compañía de Milei de la supuesta maldad de Caputo; un diálogo en sorna que intentaba caricaturizar al resto de la humanidad. Pero, de repente, Caputo apareció y le torció el rumbo del reportaje, un hecho que quedó al descubierto por la difusión del video sin editar.
Algo malo pasó.
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