12 de abril 2025 - 00:00

Nicolás Massot: "La Libertad Avanza se parece demasiado a lo que decían que venían a cambiar"

"¿Es un proyecto de cambio o es un proyecto de poder?", se preguntó el diputado de Encuentro Federal. En un mano a mano con Ámbito, apuntó contra algunos de sus exsocios de Juntos por el Cambio, cuestionó con dureza el plan económico del Gobierno, contó qué es lo que más le sorprende de los libertarios y se refirió al caso $LIBRA.

El diputado de Encuentro Federal, Nicolás Massot. 

El diputado de Encuentro Federal, Nicolás Massot. 

Mariano Fuchila

Nicolás Massot regresó a la Cámara de Diputados en 2023 de la mano de Patricia Bullrich. Pero jamás se integró al bloque del PRO, que supo presidir durante el gobierno de Cambiemos. Se distanció de la ministra de Seguridad tras su alianza con La Libertad Avanza. Por eso, el diputado recaló en el bloque Encuentro Federal, que se caracteriza por su diversidad, tanto por las expresiones políticas que lo integran, como por el sentido de sus votaciones, que suelen ser muy dispares.

Como fuera, la bancada sigue en pie, y el bonaerense se enorgullece de eso. Destaca que se trata de un espacio en el que todos piensan distinto pero que, con confianza y respeto, lograron alcanzar una enorme cantidad de acuerdos. Precisamente, eso que, considera, el presidente Javier Milei evita hacer: consensuar. "Me sorprendió lo lejos que está dispuesto a llegar Milei con tal de evitar cualquier tipo de acuerdo", confesó en un mano a mano con Ámbito que se llevó a cabo dos días antes de que el Gobierno anunciara el acuerdo con el FMI y el fin del cepo cambiario.

Desde su despacho, donde conversó largo rato con este medio, Massot apuntó con dureza contra el plan económico del gobierno de La Libertad Avanza, se refirió al caso $LIBRA que tanto preocupa al Gobierno y, con sutileza, le pasó factura a los gobernadores. Además, se mostró sorprendido por el aval que el Presidente recibe por parte de buena parte de sus exsocios de Juntos por el Cambio y consideró que, en muchos casos, el PRO y la UCR avalan los accionares de Milei por cuestiones electorales aún, cuando los libertarios se animan a ir más allá que el kirchnerismo.

Además, durante la charla, se preguntó en más de una oportunidad si el gobierno de Javier Milei "es un proyecto de cambio o es un proyecto de poder", para luego responderse que, "se parece demasiado a lo que decían que venían a cambiar". "La Libertad Avanza y Milei han hecho carne la idea de que el fin justifica los medios", dijo en otro tramo del reportaje.

Periodista: Voy a empezar citándolo. Cuando apenas se presentó la Ley de Bases, dijo que en el Congreso, “las Fuerzas del Cielo no existen”, sino lo que se imponen los números. Un año después, con dos vetos blindados, el DNU del FMI ratificado por Diputados y el DNU 70 sin ser rechazado... ¿lo sorprendieron los logros libertarios en el Congreso pese a tener minoría en las dos cámaras?

Nicolás Massot: No, lo que me sorprendió es lo lejos que está dispuesto a llegar Milei con tal de evitar cualquier tipo de acuerdo o de consenso con otros sectores de la sociedad en general, para legitimar su plan de gobierno. Está dispuesto prácticamente a cualquier cosa. La alternativa es fácil.

P: ¿Cuál sería esa alternativa?

N.M.: La alternativa es que con el FMI acuerda. Con el FMI va, se sienta en una mesa, cede cosas. Con Trump se hace 6.000 kilómetros, por las duda. O sea, con un montón de sectores fuera de la Argentina, él acuerda diferentes cuestiones. Hace concesiones, sacrifica convicciones. Es el mismo Presidente que decía "jamás he ido a hablar con los comunistas chinos", y hoy, una de las cosas que hace es pedirles por favor que no le descontinúen el SWAP ni que no le pidan el cobro. También tenía grandes desacuerdos con "el comunista de Lula" y fue al primero que llamó cuando nos quedamos sin gas el año pasado. Es decir, fronteras para afuera, Milei es uno. Fronteras para adentro, no aplica prácticamente nada de ese manual acuerdista pero está listo para conceder prácticamente todo hacia afuera. Entonces, lo que me sorprendió no fue que obtuvieran el tercio para blindar los vetos. Sí me sorprendió de algunos de mis excompañeros, compañeros del PRO y de algunos compañeros radicales, y me sigue sorprendiendo. No me sorprende La Libertad Avanza, lo que sí me sorprende de La Libertad Avanza y de Milei es cuán han hecho carne la idea de que el fin justifica los medios. Como nadie antes. Yo me hago cargo de lo que digo, no creo que ni siquiera el kirchnerismo, ni Gerardo Zamora o Gildo Insfrán, por nombrar ejemplos de los gobernadores a los que ese sector de la política les achaca la falta de institucionalidad y demás, se han animado.

Nicolás Massot
Para Massot los libertarios, virtualmente, gobernarían sin el Congreso.

Para Massot los libertarios, virtualmente, gobernarían sin el Congreso.

P: ¿Podría dar algunos ejemplos?

N.M.: Ninguno de ellos gobierna tres años consecutivos sin Presupuesto. Estamos con una discrecionalidad absoluta. Nadie, ni Néstor, ni Cristina, ni Zamora, ni Insfrán, los menciono solamente porque son los más mencionados en esta crítica, precisamente, nunca gobernaron ni dos, ni mucho menos tres años sin Presupuesto. Y si lo hicieron alguna vez en un año, fue materia excepcional, reconocida por ellos, y lo intentaron subsanar. Acá tenemos un Gobierno que ya va por el tercer año. Si fuera por ellos, gobernarían sin Congreso. Acordémonos lo que intentaron hacer en la Ley Bases, un superpaquete de facultades delegadas por cuatro años. No hubo ningún espacio político, ni tampoco Cristina, cuando lo quiso promover a Carlés, aún con mayoría en ambas cámaras y con una posibilidad prácticamente cierta de poder defender un decreto, se animó a nombrar un juez por decreto. Son muchos los ejemplos. El Decreto de Necesidad y Urgencia fue una institución utilizada por todos los gobiernos y, de hecho, el régimen anómalo en el que vivimos es gracias y culpa de Cristina Fernández de Kirchner como senadora en el primer gobierno de Néstor Kirchner. Y tenemos esta anomalía por la cual el DNU en vez de ser un vehículo de necesidad y urgencia, es un vehículo para facilitar la sanción de leyes que no tienen mayorías. Por ejemplo, el Acuerdo con el Fondo, ¿no? Tenemos al ministro Caputo que, cuando le preguntaron por qué por decreto, en vez de decir lo que tendría que haber dicho, si hubiese estado apegado a la Constitución, que era una cuestión de necesidad y urgencia y apelar a los tiempos del directorio del Fondo y de la crisis cambiaria en la que vive el Gobierno, producto de una política cambiaria agotada, basada en el arbitraje de tasas y el carry trade, él dijo abiertamente "lo hacemos por decreto porque no sabemos si pasa el Senado". Entonces lo que me sorprende no es lo que obtengan o lo que no obtengan.

P: ¿Y qué lo sorprende?

N.M.: La falta de límites del Gobierno y, sobre todo, la complicidad de grandes sectores de la política y grandes sectores de la sociedad. Están validando que en la Argentina el ganador por un voto de las elecciones pueda hacer lo que se le venga en gana. Antes, esa era la crítica al kirchnerismo. Ahora, es la justificación a Milei.

P: A más de un año de gestión, cuál es su conclusión: ¿respeta la República?

N.M.: Él avanzó con medidas acertadas en algunas cuestiones, que hubiera sido fácilmente legitimado: el trayecto de desinflación, de desburocratizar al sector privado y la economía con agenda de desregulación que, a mi modo de ver, es lo mejor que tiene el Gobierno, en cabeza de Federico Sturzenegger, la política del superávit fiscal. El triunfo de él y su énfasis en esas cuestiones calaron en la sociedad y calaron también en la deficiencia política. Esa es la parte, tal vez que, en perspectiva histórica, cuando se juzgue esta experiencia de Gobierno, quede como ganancia de largo plazo o como cambio cultural, como le gusta decir a algunos. Ahora, eso se podía hacer de diversas maneras. Se podía hacer legitimándolo institucionalmente, con los debidos procesos, pasando por el Congreso como corresponde, y eso le hubiera dado un grado de sustentabilidad que hoy no estaría en tela de juicio. O lo podés hacer a los ponchazos, pensando que el 56% dura para siempre, o "Milei emperador", como le gusta decir a ellos, tres o cuatro mandatos, el mismo error que cometimos desde el macrismo cuando gobernábamos, y entonces, lo que te pasa es que a menos de dos años de haber llegado, tus defensores, digamos, el sector privado, los mercados que han sido los apelativos que Milei siempre puso por delante para justificar un montón de cuestiones, son los primeros en quitarte la confianza. Porque lo que hay que entender es la diferencia entre la fe y la confianza.

P: Menciona cierta complicidad por parte del electorado. ¿Cuánto tiene que ver con los gobiernos anteriores que no resolvieron muchos problemas?

N.M.: Muchísimo.

P: Y el hecho de que no haya "nada" en frente: el peronismo se está peleando; Juntos por el Cambio, que podía ser una oposición más de centro se dividió, y una parte importante terminó acompañando al Gobierno...

-Yo no lo pienso de esa manera. Yo no pienso que lo hay en frente. Porque caemos en el fetiche de siempre de ¿Cuánto dura este gobierno? ¿Cuándo se termina? Eso lo determinará electoralmente la sociedad. Hace falta terminar con esta berretada de justificar cualquier atropello, cualquier medida ilegítima o ilegal, rayana en la ilegalidad como la que estamos viendo, yéndonos para atrás. ¿Hasta cuándo vamos a estar mirando por el espejo retrovisor y no por el parabrisa para adelante? ¿Cuánto dura esto? ¿Qué tan lejos vamos a ir? Milei se pasó 25 pueblos poniendo jueces por decreto, usando como antecedente una medida que Macri hizo y deshizo en unos días y que corrigió. Claro, en ese momento yo fui de los que dijo ésta es la manera, hay que avanzar porque hay que completar la Corte. Yo lo defendí. Ahora, en retrospectiva, digo: "Qué peligroso era defender esas cosas". Porque uno nunca piensa que unos pocos años después va a venir una persona con muchos menos escrúpulos y va a llevar ese antecedente mucho más lejos. Entonces, ¿dónde termina esta complicidad? Se tiene que terminar esta idea de justificar cualquier aberración solamente por los horrores del pasado. Y eso va de la mano con abandonar este fetiche de decir que el Gobierno tiene que terminar. Ni el Gobierno tiene que terminar, ni tiene que hacer las cosas de cualquier manera. Que se quede tres mandatos, no hay ningún problema. Pero con los límites de la República, del Congreso, del Poder Judicial, del periodismo, los más explícitos y los menos explícitos, haciendo las cosas para las que fue votada como corresponde que se hagan. No de cualquier manera y no por la banquina.

El rol de Juntos por el Cambio y los gobernadores

P: A propósito de sus exaliados, que son el PRO y la UCR, dijo que estaba sorprendido por su accionar. ¿A qué se lo atribuye? ¿Habla con ellos?

N.M.: No, yo no sé. Sí hablo. Por supuesto, tengo muchos amigos, gente que respeto mucho. No, no quiero ni dar nombres propios.

P: Pero, en general, ¿qué cambió?

N.M.: No lo entiendo. Si lo entendiera, te lo explicaría. Pero justamente lo que me sorprende no viene de La Libertad de Avanza, lo que me sorprende es lo que no entiendo, tanto de amplios sectores del PRO como de algunos sectores de la Unión Cívica Radical y de muchos de nuestros gobernadores. No entiendo cómo están calibrando las decisiones. Probablemente ellos no me entiendan a mí. No quiero decirlo con ningún dejo de superioridad. Simplemente yo considero que la mejor manera de legitimar y de acompañar a un Gobierno es en todas las veces que haga falta decirle que "no" y ponerle los límites, para que habiendo recogido esa autoridad moral puedas legitimar las cosas que estén bien, desde el mismo lugar. Porque sim por lo contrario, nos ponemos en posturas como las que luchamos tan frecuentemente de justificación permanente, sin límite, con el único argumento de que puede volver lo peor del kirchnerismo, no tiene final. Eso no tiene final, tiene principio, nada más, que es lo que estamos viendo ahora. No para nunca. Y después, los empieza a traicionar el interés de corto plazo y empiezan las oposiciones tardías producto de un cierre de listas o de una alianza fallida. Es un problema.

P: En otras palabras, ¿ve en el acompañamiento de muchos de sus exaliados una especulación electoral?

N.M.: Sí. Lamentablemente, sí.

Nicolás Massot
Para Massot, los gobernadores deberían ponerle mayores límites al Gobierno.

Para Massot, los gobernadores deberían ponerle mayores límites al Gobierno.

P: Los gobernadores son los que muchas veces atentan contra las sesiones que sus propios diputados impulsan. ¿Eso responde al "látigo y la chequera? ¿Es una cuestión electoral? ¿Ambas cosas?

N.M.: La Argentina está en una crisis profunda hace mucho tiempo y tiene distintas aristas, no solamente macroeconómicas. Los gobernadores tienen crisis educativas, de seguridad, sanitarias, de delitos de frontera, inmigratoria. Es decir, una cantidad de jurisdicciones que en la Argentina le pertenecen al orden provincial, que los tiene totalmente ocupados y detraídos de la discusión más macroeconómica o federal. Uno por ahí esperaría que ejerzan de manera más colectiva un límite. La Argentina tiene diferentes pesos y contrapesos. A veces, esperaría una coordinación un poco mayor y a veces ha pasado en nuestra historia en donde se han erguido uno o dos gobernadores como primus interpares a la hora de dar esa discusión de centralismo-federalismo que está tan presente ahora en la eliminación de la obra pública, en la eliminación del Fondo de Incentivo Docente, en la eliminación de todas las transferencias de partidas a las provincias que el Gobierno tergiversa maliciosamente, como si solamente perjudicara a los gobernadores o a la política y, en realidad, perjudica a cordobeses, chubutenses, entrerrianos o santafesinos, que son tan argentinos como los que viven cerca de la Casa Rosada. Entonces, uno a veces esperaría que el control federal opere en paralelo al control republicano parlamentario.

El Caso $LIBRA

P: Esta semana se realizó la sesión con los proyectos $LIBRA en la que algunos gobernadores fueron clave para que se reunieran al quórum. ¿Es un antes y un después en el Congreso, sobre todo en Diputados, que es donde Milei logró blindar los dos vetos, aprobar el DNU del FMI o fue una mayoría circunstancial?

N.M.: No lo sé, me cuesta, el antes y el después es algo muy tajante. Me parece muy normal que las mayorías sean diferentes para cada tema. O sea, esta lógica de que uno está con el Gobierno o no está con el Gobierno , voto a favor o voto en contra, a mí me parece casi esquizofrénico.

P: A propósito del caso $LIBRA, hablaba de la confianza que debe tener un Gobierno, ¿afectó a la imagen del Presidente?

-Es que nadie entiende qué es lo que tienen que ocultar. No lo entiende nadie. No lo entiende la mayoría de los funcionarios de este Gobierno, que no participaron y no entienden qué pasó. No saben quién fue. No saben si está involucrada la hermana, el Presidente, el vocero, el de al lado, el portero, la secretaria privada. No saben quién le abrió, qué comieron en Olivos. Nadie sabe nada. Es increíble por qué es tan fácil de esclarecer. Lo único que tendría que haber pasado el primer día es que alguien, idealmente Karina Milei y Manuel Adorni, que son los que no pueden decir que no los conocían porque les abrieron la puerta nueve veces, seis de la Casa Rosada, tres de Olivo y dos de esas nueve veces le abrieron la puerta al despacho presidencial y en total estuvieron decenas de horas hablando, vaya a saber uno de qué... lo único que uno quiere saber es de qué hablaron. ¿Cómo se llegó? ¿Cuál fue la previa? ¿Había algún acuerdo? ¿Realmente pensaron que eso ayudaba a las pymes? ¿Se comieron una curva? Si se comieron la curva, bueno, ¿dónde está la denuncia penal? ¿O no hay nadie responsable? Lo único que tuvimos fue un intento de entrevista en donde el Presidente había intentado culparla de vuelta por la decimocuarta vez a Cristina Kirchner por una estafa que había sido autoinflingida y después la entrevista pasó a la fama por una intervención de un asesor y un periodista que la aceptó. Y después de ahí no pasó más nada. Y tenemos un Gobierno que está tratando permanentemente, apretando legisladores, de vaciar sesiones, por un Congreso que lo único que dice es vengan, que acá no les vamos a tirar piedra, no mordemos, no hacemos nada. La Constitución dice que para cuestiones de orden pública, como es que el Presidente use las cuentas oficiales en su investidura para promover el negocio, está la figura de la interpelación. Y acá viene la pregunta del millón...

P: ¿Cuál sería esa pregunta?

N.M.: ¿Esto es un proyecto de cambio o es uno más de los proyectos de poder de un grupo de gente que le gustó haber llegado y quiere permanecer y hace lo que venga por permanecer? Interviene y direcciona licitaciones, avala defalcos de determinadas empresas que no pagan impuestos por cautelares y las vota en el Congreso, le pone la pata encima a una ley que busca combatir la epidemia de ludopatía por una connivencia con algunas empresas de juego, gobierna sin Presupuesto, pone jueces por decreto, se auto-autoriza la deuda, maneja las partidas presupuestarias con total discrecionalidad. Entonces la pregunta es: ¿es un proyecto de cambio de una gente que era corajuda y que venía a estar de transición para cambiar la Argentina? ¿O es un proyecto de poder que viene a quedarse y a permanecer haciendo lo que haga falta? Aún retrasando el tipo de cambio y destruyendo el empleo, financiando la salida de US$ 20.000 millones, cuando sabemos que estamos a la puerta de que el gobierno reconozca que no ha funcionado. Y que permitimos que US$ 20.000 millones de las exportaciones en vez de ir al Banco Central vayan a financiar la valorización o la salida de capitales para una baja de la inflación que no es sustentable, para una devaluación que no fue por única vez porque va a tener que devolver a devaluar. De hecho ya la brecha se triplicó en tres semanas. Entonces la pregunta es, ¿es un proyecto de cambio o es un proyecto de poder? Y si es un proyecto de poder, se parece demasiado a lo que decían que venían a cambiar.

Congreso atomizado y el "cuco de Cristina"

P: El Congreso y la política en general, está cada vez más atomizada. ¿Le preocupa? ¿Cómo está viendo el escenario actual?

N.M.: Esa es una capa inferior del verdadero problema. Acá lo que hay que preguntarse es si vamos a tener un organismo colegiado, como es el Congreso, que tiene tres funciones: controlar a los dos otros poderes, poner límites, pero también tiene la función de legitimar y permitir, por la obtención de mayorías, el avance de una administración. Pero lo que subyace, como el corazón de nuestro sistema, es que el combustible para que las cosas pasen es obtener mayorías. Y eso es tan real en los regímenes presidencialistas como en los parlamentarios. Lo que cambia es el énfasis. No hay ningún ejemplo, de ningún sistema presidencialista, que pueda funcionar con una minoría crónica en el Congreso. Solamente nosotros pensamos que se puede funcionar y hasta defender el funcionamiento de un sistema, diseñado para legitimar las políticas públicas mediante la obtención de mayorías, pervirtiéndolo. Y convertir en un sistema de excepción permanente donde, a base de DNUs y vetos, podés llevar adelante un país. Y, encima, generar confianza, credibilidad y la sensación de que tus cambios son sustentables. Es un no lugar, pero no es por Milei. Cualquiera que lo intente va a fracasar.

Nicolás Massot

"Para ser un país, tenés que tener una serie de acuerdos mínimos", afirmó el diputado.

P: En comisión habló de la "vetocracia"...

N.M.: Un gobierno que te avisa que cualquier iniciativa que no nazca el Gobierno, aunque tenga mayorías agravadas del Congreso va a ser vetada, se parece mucho a una vetocracia. La atomización es una consecuencia: el problema es que hemos pervertido la naturaleza del sistema representativo. Este Congreso tiene que obtener acuerdos, no romperlos. Tiene que formar puentes y mayorías, no tirarse piedras o adjetivos. En la medida en que permanezcamos de esa manera, yo vaticino que la Argentina no va a tener éxito, no Milei, porque no es el primero que tropieza con esta piedra. Nosotros o yo, no voy a traer a colación a gente que no está en esta entrevista, pero no era el único, tuvimos una diferencia muy severa con el Presidente Macri, en su momento, por el mismo motivo. Porque en un momento se tomó como política de Estado y se consideró que era posible avanzar de manera sustentable y cimentar y legitimar a largo plazo nuestras reformas con el cuco de Cristina. Y eso es imposible. Pero no por Cristina, no importa si es buena o mala. Lo importante es que, nos gusta o no nos guste, representa en algunas épocas un 25%, en otras un 35% del electorado argentino. Y uno no puede diseñar un país con futuro excluyendo al 30% o al 35%. Sea kirchnerista, libertario, macrista, radicales o comunista.

P: El "cuco de Cristina" está volviendo.

N.M.: Pero el cuco más grande no es el de Cristina. El cuco que vuelve es el de la próxima elección, el del año que viene, el de qué va a pasar en la Argentina, el del tipo de cambio y del desempleo. Todos esos cucos. Esos son consecuencias de la utilización de un gobierno y el cuco de Cristina. Yo no estoy diciendo que las solución es que ganemos nosotros. Para nada. Es más, yo estoy dispuesto a seguir ejerciendo el rol que ejerzo sabiendo que electoralmente no tienen una gran demanda. Yo estoy preparado para eso y muchos lo estamos. Lo importante es que cualquiera entienda que gane quien gane el largo plazo y los proyectos comunes, que son los países, se construyen legitimadamente. Y la manera de legitimarlos y darles durabilidad está establecida: es con la ley y la Constitución en la mano, con el Congreso funcionando, y la justicia independiente, no intervenida por decreto.

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