Entre el 11 y el 22 de noviembre, en un complejo contexto geopolítico marcado por la preocupación sobre la seguridad energética y la inestabilidad mundial, se llevará a cabo en Bakú, Azerbaiyán, la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, COP29.
Enfrentando la crisis climática: la COP 29 y el desafío de un mundo en alerta
La COP29 será una instancia crucial para acelerar la acción climática. Uno de los principales objetivos será acordar una nueva meta de financiación climática que asegure que todos los países cuenten con los recursos necesarios para tomar medidas más contundentes.
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Esta cumbre es una de las tres principales Conferencias ambientales de las Partes de 2024, subrayando la interconexión de las crisis abordadas. La realización de la COP16 de Biodiversidad en Colombia, la COP29 sobre el Clima y, posteriormente, la COP16 sobre Desertificación en Arabia Saudita en un lapso de solo seis semanas demuestra que un clima estable requiere un entorno natural estable, y que un futuro sostenible no es posible sin un planeta sano.
Las dramáticas consecuencias de la crisis climática son cada vez más evidentes a nivel mundial, y este año ha sido especialmente duro en términos de impactos climáticos. Los fenómenos meteorológicos extremos han causado muerte, destrucción, enormes daños materiales y pérdidas económicas en todo el mundo. Una imagen desgarradora de tres amigos en el río Natisone, cerca de Údine (Italia), captó la atención mundial a fines de mayo, poco antes de que perdieran la vida al ser arrastrados por la corriente. Inundaciones sin precedentes en España, huracanes violentos en Cuba y Florida, incendios forestales extensos en Sudamérica, sequías extremas en el Amazonas y los Estados Unidos, y tifones mortíferos en China y Filipinas han sido parte de este trágico panorama.
En la región amazónica de Brasil, Colombia y Perú, por ejemplo, se estima que la sequía dejó a más de 400,000 niños y niñas sin acceso a alimentos, agua y educación. En los Estados Unidos, la sequía extrema afecta actualmente a 48 de sus estados, creando una crisis hídrica sin precedentes que impacta a unas 150 millones de personas en áreas tanto rurales como urbanas, afectando críticamente la agricultura, los recursos hídricos y la economía en general.
La agricultura es uno de los sectores más vulnerables a esta crisis. Según estimaciones de Morgan Stanley, aproximadamente un 44% del trigo, un 43% del arroz, un 32% del maíz y un 17% de la soja provienen de áreas de alto riesgo climático.
De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el año 2024 podría convertirse en el más cálido registrado, con una temperatura media global superior a la de 2023. Hasta el momento, la temperatura media en 2024 ha sido 0,23 °C más alta que en 2023. El verano boreal de 2024 fue el más cálido de la historia, y agosto fue el decimotercer mes, de los últimos catorce, en el que la temperatura global superó en 1,5 °C el nivel preindustrial. El pasado 22 de julio, con una temperatura media global superior a los 17 °C, se registró el día más caluroso de la historia. Solo en agosto, las superficies congeladas del Ártico y el Antártico se redujeron en un 17% y 7%, respectivamente.
Al ritmo actual, en solo cinco años alcanzaremos el límite de 1,5 °C por encima de la temperatura preindustrial, establecido en el Acuerdo de París de la COP21 en 2015. Esto colocaría al mundo en el camino de un aumento catastrófico de entre 2,6 y 3,1 °C para el final del siglo.
Entre 2000 y 2019, se estima que un promedio de 500,000 personas murieron cada año debido a las cada vez más sofocantes olas de calor. El cambio climático y los desastres asociados desplazan anualmente a aproximadamente 30 millones de personas en todo el mundo, y para 2050 se proyecta que habrá más de 1,200 millones de desplazados climáticos. Este año se produjo el primer desplazamiento por motivos climáticos en América Latina: debido al aumento del nivel del mar y las frecuentes inundaciones, los 1,200 habitantes de la comunidad indígena Guna, en el islote de Cartí Sugtupu (Panamá), fueron trasladados en mayo a una nueva comunidad en tierra firme, llamada Nuevo Cartí.
En este contexto, la COP29 será una instancia crucial para acelerar la acción climática. Uno de los principales objetivos será acordar una nueva meta de financiación climática que asegure que todos los países cuenten con los recursos necesarios para tomar medidas más contundentes, reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y construir comunidades resilientes.
Asimismo, los países ya comenzaron a definir sus nuevos compromisos climáticos nacionales, previstos para 2025, que deberán alinearse con el objetivo de mantener la temperatura mundial por debajo de 1,5 °C.
Otros temas destacados de esta Cumbre incluyen la implementación del Fondo de Respuesta ante Pérdidas y Daños, el avance en herramientas de transparencia, el desarrollo del nuevo programa de trabajo sobre transición justa y la mejora del apoyo a los Planes Nacionales de Adaptación.
La COP29 es también un recordatorio de que el tiempo apremia, y cada actor, en particular, las empresas, debe asumir su parte para evitar un colapso climático que afectará a generaciones presentes y futuras. Desde innovaciones en tecnología limpia hasta inversiones en energías renovables y la reducción de emisiones a lo largo de sus cadenas de valor, las empresas tienen el poder de impulsar cambios significativos.
Director del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (FCE-UBA), Secretario Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Universidades por la RSE (RedUniRSE).
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