Las cartas ya están jugadas. Yamandú Orsi y Álvaro Delgado han hecho todo lo que podían hacer –o lo que decidieron hacer- para llegar a la Presidencia de la República. Ahora solo resta esperar.
Balotaje 2024: Yamandú Orsi y Álvaro Delgado ante la cita de su vida (política)
Los dos candidatos enfrentan el momento de la verdad en un clima extraño.
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Yamandú Orsi o Álvaro Delgado afrontarán pruebas de liderazgo en caso de llegar a la Presidencia
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Balotaje 2024: los equipos de Yamandú Orsi y Álvaro Delgado afinan mecanismos para monitorear los votos
Habrá movimientos hasta el último momento, claro está, porque en política se lucha por los votos hasta el final. Queda ese 8% de indecisos que perturba a más de uno en el Frente Amplio (FA) y en el Partido Nacional (PN), pero el grueso de las movidas políticas, las definitorias, ya ocurrieron.
Orsi y Delgado llegan a este balotaje, el más parejo en 30 años, con una extensa campaña electoral que no logró prender en el electorado. No vamos a volver ahora sobre este tema, pero la apatía con la política es un signo de esta época.
El inédito escenario de empate obligó a los dos candidatos a bajar un cambio, moderar los ataques a su rival y mantener cierta rectitud para no infundir tensiones que afecten el desarrollo de la elección y el escrutinio, que podría extenderse hasta el conteo del último voto observado, según algunos expertos en opinión pública.
Nadie quiere un escenario como el de cinco años atrás, cuando Daniel Martínez decidió esperar al recuento total de los votos por considerar que la ventaja de Luis Lacalle Pou era mínima. Cuatro días demoró el conteo hasta que –sin que hubiera finalizado el trabajo de la Corte Electoral- el frenteamplista admitió la derrota. En esa elección, sin embargo, hubo un factor clave que parece no repetirse esta vez: la participación electoral fue récord y votó el 90% de los uruguayos habilitados.
“Los resultados van a estar la noche misma del domingo. Es improbable que vuelva a pasar eso”, confían del lado de Delgado. Pese a estar segundos prefieren evitar una burocratización de la definición política (al menos por ahora).
Depositan, en cambio, su expectativa en el interior rural y en esa “mayoría silenciosa”, como la bautizó el candidato blanco. Como muestra de eso que se está moviendo sin llamar la atención, cuentan que los votantes del PN que vienen desde Argentina no se contabilizan en buques o micros. “Están llegando en auto. Gente que no votó en octubre”, aclaran.
Orsi superó ampliamente a Delgado en la primera vuelta. El Frente Amplio es la fuerza política mayoritaria del Uruguay, por eso la Coalición se reeditó, llevando a este escenario de empate.
Del lado del exintendente de Canelones no tienen dudas. “Vamos a ganar. Será por 3% o por uno, pero ganamos”, aseguran, haciéndose eco de la diferencia mínima y máxima que arrojaron los últimos sondeos publicados antes de la veda. “Eso sí, es un parto de nalgas”, admiten con resignación.
En todo caso, la institucionalidad uruguaya, tan ponderada como atractivo de marca país, tendrá una nueva oportunidad para dar muestra de cuán robusto es su estado. Los uruguayos, incluso los más apáticos, tienen este domingo una cita con el civismo; Orsi y Delgado, con el futuro de la política.
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