21 de noviembre 2024 - 09:53

La política monetaria no tendrá cambios de fondo sin importar el resultado del balotaje 2024, estiman analistas

Tres economistas coincidieron, aunque con matices, sobre el futuro de la economía uruguaya, durante un evento de ADM.

Tres economistas coincidieron en que no habrá grandes cambios en la política monetaria, más allá de quién gane el balotaje.

Tres economistas coincidieron en que no habrá grandes cambios en la política monetaria, más allá de quién gane el balotaje.

Foto: Freepik

La política monetaria se mantendría sin muchos cambios gane quien gane el balotaje 2024 entre Yamandú Orsi y Álvaro Delgado, de acuerdo al consenso de especialistas que ponderaron la estabilidad histórica del país.

El concepto fue desarrollado durante un evento de la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM) que planteó la pregunta “¿Dos modelos económicos en disputa?" para escuchar a tres destacados economistas aportar sus visiones, con coincidencias sobre las proyecciones hacia el próximo año, pero también matices.

Al comienzo del evento, el expresidente del Banco Central del Uruguay (BCU) Julio de Brun centró su análisis en lo que consideró una tradición nacional, donde el peso corporativo de los sindicatos ha influido significativamente.

Tradición corporativista

“Uruguay es un país con una larga tradición corporativista. De hecho, tiene mecanismos institucionales muy instaurados, y últimamente la negociación salarial descentralizada es un elemento institucional del corporativismo reconocido por el Estado a través de la representación de trabajadores y empresas en la discusión de una política pública particular, como es la política de ingresos y de empleo”, dijo el economista, integrante del Partido Colorado.

A su vez, agregó que “hay otros elementos del corporativismo mucho más subyacentes que afectan al desempeño del país y, sobre todo, un elemento que para mí es esencial en el funcionamiento del Estado: su autonomía respecto de los distintos grupos de interés que conforman la sociedad".

"Uruguay sufrió mucho hasta los años 60 esa pérdida de autonomía del Estado. De hecho, el crecimiento de la regulación y el estancamiento económico que vivió el país entre mediados de los 50 y hasta comienzos de los 70, respondió en buena medida a esa pérdida de autonomía del Estado y al exceso de regulaciones que terminaron minando la capacidad de dinamismo de la autonomía uruguaya”, opinó.

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Y admitió: “Por eso siempre se me eriza la piel cuando uno ve un gobierno condicionado en su toma de decisiones por lo que puedan hacer distintos grupos de interés que responden a una concepción ideológica más que al propio fenómeno de las instancias sindicales”.

“Es lo que tiene que ver, por ejemplo, con la educación, donde tanto los intentos de reforma a la educación durante los gobiernos del Frente Amplio (FA), como la propuesta que está en el programa de gobierno de volver a replantear el tema de la reforma educativa y hacer vinculante la opinión de lo que pueda ser una suerte de discusión pública sobre este tema, denotan que en el FA sigue habiendo una cierta inclinación a incorporar en su programa de gobierno una fuerte dosis de decisión colectiva”, afirmó De Brun, con un tono eminentemente político.

En ese sentido, culminó: “Yo creo que ahí están los elementos de varias reacciones que afectarán el desempeño futuro de la economía uruguaya y que, dependiendo de la voluntad internacional, habrá que ver cómo estos elementos se manifiestan más o menos explícitamente en el funcionamiento de la economía en los próximos años”.

¿Dos modelos económicos?

A su vez, el director del Observatorio de la Coyuntura Económica de la UCU, Javier de Haedo se diferenció partiendo de un concepto polémico, afirmando que para él no existen dos modelos económicos en Uruguay. “¿En qué modelo se desarrolló el sector forestal? ¿En qué modelo aterrizaron las tres plantas de celulosa? ¿En qué modelo vino el señor Eurnekian a hacer el aeropuerto que hoy se utiliza? ¿A qué modelo le dieron el ‘investment grade’ un buen día? ¿Y a qué modelo le han dado recientemente la máxima calificación que conocemos en la historia? El modelo no se llama Frente Amplio ni Coalición Republicana, se llama Uruguay”, afirmó con vehemencia.

Y planteó: “Todo lo anterior ocurrió por aspectos positivos de este modelo Uruguay que nos distinguen en el vecindario y que son un denominador común para unos y otros. El modelo Uruguay tiene dos matices, uno con mirada más de izquierda y otro con mirada menos de izquierda”.

“Salvando las diferencias, en Argentina recién ahora hay dos modelos, cuando llegó (Javier) Milei. Llamémoslo en términos del modelo de la casta y el modelo libertario”, expresó el economista sobre lo que ocurre en el país vecino.

En esa misma línea, De Haedo continuó su razonamiento diciendo que “hay un común denominador que ambas coaliciones comparten, elogian y promueven, más allá de nuestras fronteras. Hay un consenso sobre el pacto social o modelo de desarrollo, con un Estado presente, con una amplia oferta de políticas públicas, y también se comparten las dificultades para ese voto sostenible, mediante reformas que eleven la tasa de crecimiento a largo plazo”.

“Hay semejanzas y diferencias, como en los dibujos de los diarios, donde hay que encontrar las diferencias, pero a veces es difícil verlas. Las semejanzas están en las mismas políticas económicas y los mismos resultados en materia de finanzas públicas y deuda pública. La misma política salarial y un país caro, por varias razones: por un Estado pesado, por el tipo de cambio real y por vacas atadas, donde se debe subsidiar la inversión para que sea rentable”, definió el economista.

Al respecto, prosiguió: “El Frente Amplio plantea revertir algunas reformas ‘light’ de esta Coalición Republicana, como la transformación educativa, que ni siquiera se llama reforma, y la seguridad social, que el presidente (Luis) Lacalle Pou dijo que era ‘aguada’. También plantea corregir, razonablemente desde mi punto de vista, algunas otras reformas, como la regla fiscal, que no me gustó y hay que mejorarla, y la inclusión financiera, donde yo creo que hay que volver a lo que el Frente Amplio había establecido, donde ahora se permiten las transacciones”.

“Me temo que la verdadera tasa de crecimiento a largo plazo, en un escenario neutro, sin viento a favor, es del 1%. Y para sostener el estado que todos queremos, se necesita crecer mucho más de 2,5%. Para ello, se requieren reformas pro-crecimiento, y hay una frondosa agenda pendiente. Hace falta ponerle motor al velero. Y de las propuestas de los dos candidatos, no surge nada espectacular al respecto”, concluyó De Haedo.

Las expectativas a futuro

Finalmente, la economista Tamara Schandy, de la consultora Exante, presentó los principales datos de la encuesta de expectativas empresariales que la consultora elabora semestralmente. Según los principales resultados, la encuesta señala que hay más empresarios que esperan un leve deterioro de la economía que los que esperan una mejora.

“Los que esperan un leve deterioro están en el índice del 30%, no son tan pocos, y hay muy pocos esperando una mejora. Si lo comparamos con los períodos electorales anteriores que están en las gráficas, está un poco más exacerbado de lo que habíamos visto en ocasiones previas, pero en general hay un bloque importante en el medio de quienes esperan escasos cambios o modificaciones leves”, explicó Schandy.

A su vez, advirtió: “Esto habla de que, en definitiva, hay, por un lado, un escenario de expectativa de estabilidad, pero, por otro lado, también un desafío de gestión de las expectativas, sobre todo por lo que decía antes, respecto de que tenemos un escenario en el que las visiones más objetivas sobre el futuro, sobre el desarrollo de las empresas, sobre la producción, sobre la rentabilidad, sobre la inversión en general, han ido cayendo en estas últimas ediciones de la encuesta”.

Sobre la valoración de la gestión del actual equipo económico, la economista afirmó que “esta administración está cerrando con niveles de aprobación sumamente altos en lo que respecta a la esfera empresarial”.

“La gran mayoría de los ejecutivos tiene una muy buena percepción de lo que ha sido la gestión en materia de inflación, desarrollo de infraestructura y promoción de la inversión. Estas son las áreas mejor evaluadas, con un 80% de respuestas positivas”, informó la economista de Exante.

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