Este domingo de balotaje, que augura la segunda vuelta más reñida del siglo XXI, culminará con el anuncio de un nuevo presidente (o no), y con una nueva reconfiguración del mapa político del Uruguay a partir de la manera que absorba el golpe el bloque perdedor.
La vida después del balotaje para el Frente Amplio y la Coalición Republicana
En cualquiera de los dos principales bloques políticos del país, la cohesión de sus partes no goza de la mejor salud, algo que podría verse agravado a la hora de afrontar un revés electoral.
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Álvaro Delgado confía en que Guido Manini Ríos permanezca en la coalición en caso de perder en el balotaje
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El Frente Amplio no supera las contradicciones por el plebiscito y crecen las tensiones entre el PIT-CNT y los economistas
Por el lado Frente Amplio (FA), con una dirigencia hoy en fila india detrás de su candidato presidencial Yamandú Orsi, no alcanzar el Poder Ejecutivo tras ser ampliamente la fuerza política mayoritaria en la primera vuelta, significaría una escalada de tensiones entre sectores que ya mostraron posiciones dispares ante una iniciativa concreta, como el plebiscito que fuera planteado por el PIT-CNT para reformar la seguridad social y que finalmente no alcanzó los votos necesarios.
Sin embargo, el corsé que implica que esta coalición de izquierdas se encuentre bajo un mismo lema hace más difícil pensar que ocurra un cortocircuito tal que genere un escenario de cisma entre una socialdemocracia que se encuentra muy cómoda con lo hecho en los períodos anteriores, y una parte más radical que mostró los dientes junto al sindicalismo y demanda cambios para acelerar en una dirección.
A lo largo de la campaña, la intención reformista del PIT-CNT, pero sobre todo su planteo de suprimir las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional (AFAP), generó fuertes discusiones entre filas frenteamplistas, especialmente desde el espacio más representativo, el Movimiento de Participación Popular (MPP), con el expresidente José Mujica a la cabeza, quien rechazó férreamente la papeleta blanca afirmando que esta era, directamente, "un caos".
En la otra vereda, la insistencia del Partido Comunista (PCU) y el Partido Socialista (PS) de alinearse a la campaña del PIT-CNT, obligó al presidente del FA, Fernando Pereira, a dar "libertad de acción" a las partes, evidenciando que era imposible alcanzar una declaración conjunta sobre el tema, y dando una muestra de la existencia de visiones de la economía que poco tienen que ver entre sí.
No obstante, no es la primera vez que discrepancias de esta magnitud se dan dentro del FA. Durante la crisis económica del 2002, el por entonces senador y posteriormente ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, se enfrentó a casi todos sus compañeros frenteamplistas para defender la política económica que estaba llevando adelante el gobierno colorado de Jorge Batlle cuando, encabezados por su entonces presidente Tabaré Vázquez, estos pedían devaluar y declarar el default como la salida de la situación.
La Coalición Republicana, tan cerca y tan lejos
En un intento de que nada cambie, el oficialismo cambió de pieles. La apresurada "Coalición Multicolor" conformada por el presidente de la República Luis Lacalle Pou tras la primera vuelta de 2019, pasó a tomar un cariz algo más formal y a llamarse Coalición Republicana, ya registrada incluso como lema ante la Corte Electoral, en una suerte de reedición 2.0 del no tan fructífero y extinto Partido de la Concertación.
Entre una elección y otra, pasaron cosas, a lo largo del gobierno coalicionista, el Partido Nacional (PN) pareció sentirse cómodo de más en su rol de mando, algo que trajo chispazos con los demás socios minoritarios, especialmente con Cabildo Abierto (CA), que se mostró desafiante y contestatario en varias oportunidades, haciendo pensar varias veces en una fractura que finalmente nunca llegó.
En el nuevo orden, el Partido Colorado (PC) y el Partido Independiente (PI) parecieron sentirse mejor en roles de escuderos para conservar su cuota de poder, acompañando mayoritariamente las decisiones que venían desde el PN, mientras que el intrascendente Partido de la Gente, simplemente, dejó de existir, pese a que su único diputado continuó operativo.
Esta vez, luego de la primera vuelta de octubre, y a pesar a votar algo peor que su antecesor, Álvaro Delgado volvió a confirmar la preponderancia del PN sobre los demás socios de la alianza, aunque ante una nueva correlación de fuerzas. La elección de Guido Manini Ríos fue un fracaso y CA no solo desapareció del Senado, sino que directamente casi sale expreso del Parlamento tras conseguir solo dos diputados, una situación aprovechada por un PC rejuvenecido de la mano de Andrés Ojeda.
Tras debutar en funciones ejecutivas con su líder Pablo Mieres en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), el PI votó mucho mejor que en los comicios pasados, pero mucho peor de lo que esperaba, quedando en el mismo lugar: con un solo diputado. El Partido Constitucional Ambientalista (PCA) del diputado Eduardo Lust ni siquiera alcanzó una banca, aunque sus banderas verdes oscuras reemplazaron a las verdes claras del Partido de la Gente y se integró a la Coalición Republicana.
Con dos partidos fuertes y tres en posiciones de inferioridad a la hora de negociar, Delgado deberá sortear bien sus cartas para mantener a todos conformes dentro de la alianza, especialmente luego que Lust y Manini Ríos se mostraran reacios a continuar unidos de perder las elecciones y pasar a un rol opositor.
El lema Coalición Republicana es un hecho, y también su participación en Canelones, Montevideo y Salto para las Departamentales de 2025. Sin embargo, en algunos departamentos con un claro predominio partidario, la implementación de la herramienta electoral no está tan clara en el futuro cercano, lo que hace suponer lejana la idea de una unificación bajo el mismo paraguas a nivel nacional.
Panorama difícil para una coalición que, en caso de que Delgado pierda, es probable que vuele en pedazos —al menos temporalmente—, y obligaría a Lacalle Pou, su creador e impulsor, a ordenar y zurcir si aspira a presentarse para un nuevo mandato en 2029.
¿Un gobierno de unidad?
En las últimas horas, Delgado sorprendió a todos con unas declaraciones donde afirmó que le gustaría contar con la presencia de su contrincante Orsi en una eventual administración suya. El político blanco ya manifestó con anterioridad que considera "valiosos" a algunos dirigentes del FA y se animó a hablar de un gobierno de unidad.
Si bien en la actualidad esto parece ciencia ficción y es desestimado por los diferentes actores de ambos lados, los años dirán si los debilitamientos internos, si las irrupciones de outsiders y nuevas formas de hacer política (algunas ya llegaron) no obliguen el día de mañana a estos dos bloques, hoy antagónicos, a estar coordinados.
Algunos años atrás, en México era imposible pensar en una coalición entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y menos aún entre el PRI, el PAN y el recientemente disuelto Partido de la Revolución Democrática (PRD). Y, sin embargo, el ascenso vertiginoso de Andrés Manuel López Obrador de la mano de la nueva alianza Morena en 2018 los obligó a todos a juntarse, y aun así, no pudieron vencer a Claudia Sheinbaum en junio.
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