Si no fuera porque dirige desde hace años uno de los lugares más emblemáticos de José Ignacio, el hombre delgado, alto y barbudo podría confundirse con un veraneante más en el balneario elegido por los turistas más exigentes. El personaje se acercó, extendió su mano y con una amplia sonrisa dijo “Soy Martin, mucho gusto”. Allí comenzó una amena y larga charla con Ámbito de la que solo puede compartirse un resumen.
"No es contradictorio ser empresario y de izquierda", afirmó Martín Pittaluga, fundador de La Huella
El operador gastronómico defiende un Ministerio de Turismo que controle precios y funcione con políticas de Estado. Su relación con los empresarios argentinos y los políticos de ambas orillas.
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A Martín Pittaluga, fundado de La Huella, no le gusta que le digan empresario, aunque maneja uno de los negocios más exitoso y reconocido de la costa. Menos le gusta que le digan zurdo cheto, porque dice que no lo entiende, más allá que milita con la palabra en política y también con la acción en cada una de sus actividades.
¿Qué tiene como marca empresarial La Huella?
- Sobre todo es el lugar, por punto geográfico, el destino que es José Ignacio. José Ignacio es un lugar particular y único que con el tiempo se fue convirtiendo en un destino de playa, de moda, de todo el año. Como operadores gastronómicos generamos este lugar que empezó como algo pequeño. Hoy tenemos un producto de calidad y simpleza en la carta, con un servicio rápido e imperfecto, no buscamos la perfección. Al contrario, no creo que sea nuestro objetivo, sino que pases un buen momento, que comas correctamente bien por lo que pagas.
¿Por qué lo definís como imperfecto?
- Es un restaurante imperfecto y un caos organizado. Es un restaurante caóticamente organizado. En el sentido que no vengan acá a buscar un espacio romántico, que sin embargo los hay porque tenemos lugar para todas las situaciones. Lo importante es encontrar acá la misma calidad en distintos lugares, en distintos espacios del restaurante. Cuando llueve, cuando hace sol, cuando viene el viento, hemos tenido situaciones climáticas adversas, sin embargo, se resiste. Es como un barco o un faro prendido todo el año en José Ignacio.
¿Se puede ser popular y a la vez exclusivo?
- La exclusividad siempre es una palabra difícil. Exclusividad sería un lugar que no podés entrar por el precio o porque se restringe, ¿no? Generalmente los lugares exclusivos son o porque es muy caro ser miembro o porque es muy caro el precio o porque directamente no podés entrar. Nosotros no somos exclusivos. Somos abiertos, populares en ese sentido. Después tenemos de todo un poco y al tener de todo un poco, tenés las figuras que vienen a Punta del Este y que nos encantan, son vecinos muchos, los cuidamos y cuidamos a todo el mundo. Respetamos mucho al cliente que no conocemos también.
¿Y qué significa ser un lugar elegido por los empresarios?
Sí, hay empresarios, pero creo que son uno más acá. Nos parece muy bueno que vengan y creo que es saludable. Pero están con el montón. No es que hay un sector para empresarios. Tenemos muchos como clientes, por suerte. Lo digo con respeto y cariño. Es un lugar que sí que eligen, donde han tenido reuniones de negocios.
¿Se cierran negocios en La Huella?
- En este lugar se han hecho muchos negocios, sobre todo inmobiliarios. Esos son los empresarios que más detesto y que quiero a la vez. Porque son esos que desarrollan el lugar y lo destruyen y ellos creen que están aportando algo para la comunidad. Igual son amigos. Si me pongo a militar un poco, que me gusta, te diría que es una lástima que no nos ayuden los empresarios desarrollistas, los inmobiliarios. Los que venden, compran y hacen cosas grandes, que entiendan que si siguen haciendo eso, vamos a perder la gallina de los huevos de oro, ¿no? Ese pueblo divino que está ahí, con la cantidad de proyectos que hay, ya no hay agua en algunos lugares…. No hay planificación. Estamos en el medio del caos, somos parte responsable. Tengo la suerte de viajar a Grecia, a España, a Portugal por trabajo, a muchos lugares del mundo, y veo los lugares que han sido destruidos y los que no. Y veo como en América Latina nos ha destruido muchas veces el efecto desarrollo. Mientras que en la costa este de Estados Unidos y en muchos sitios de Francia, no se hace eso. Se controla, se frena, se corta.
¿Cómo es tu relación y la de La Huella con los políticos?
- Acá entran todos, de todos los partidos políticos, los uruguayos, los argentinos. También ha sido un espacio de encuentro político. Capaz que de tomar decisiones políticas. Espero que haya ayudado algo en ese sentido. A mí me aburre trabajar para un grupo exclusivo. Nada más me aburre la exigencia.
¿Te consideras un empresario raro, al tener militancia política de izquierda y colocar otros temas en debate como el medio ambiente?
- No soy un empresario. Soy un operador gastronómico. Creo que todos los gobiernos, todos los partidos políticos y muchos empresarios hablamos de ir por el camino de lo reciclable, de lo orgánico, de lo no contaminante. Estamos en camino a hacerlo. Por supuesto que priorizamos el medioambiente por encima de muchas otras cosas. Mi militancia es local, en lo que es el ordenamiento local. Fui concejal 10 años. Estoy metido también en un partido político que es el Frente Amplio a nivel departamental y a nivel local también. Y creo más en la comunidad, considero que la comunidad es lo más importante.
¿Tu militancia alguna vez influyó en el negocio?
- Algunas veces me han dicho que soy contradictorio. Puede ser. ¿Quién no lo es? No entiendo por qué al ser de izquierda no podés tener un restaurante o tener un auto o una casa o dos. Tengo una en Buenos Aires y otra acá. Un auto bueno y viejo y no es contradictorio para mí. El modelo de izquierda, por lo menos donde yo milito y donde yo participo, es un modelo de distribución de la riqueza, es un modelo de mejorar las condiciones y eso es donde yo me pospongo a nivel sensibilidad. Ayer me dijo una clienta ‘¿por qué sos un zurdo cheto?’ Yo no sé qué es peor, que me digas cheto o que me digas falso, un zurdo cheto. Cheto no sé lo que quiere decir. ¿Por qué soy empresario? ¿Por qué soy de la clase media alta? No entiendo el mensaje. Capaz que no hay tantos ahora, pero conozco muchos amigos empresarios que son de izquierda. Creo que está un poco simplificado el tema. Sobre todo en la Argentina con la grieta. Uruguay se está convirtiendo un poco también en eso. Simplifican.
¿Cómo estás viendo la temporada?
- La temporada es explosiva, explosiva y gratificante. El turismo es uno de nuestros grandes ingresos, una industria totalmente no contaminante. Creo que hay mucho para hacer. Espero que tengamos un Ministerio de Turismo con políticas de Estado, que es lo que no hay en Uruguay y si hay en muchos otros países donde haya una continuidad más técnica que política. Pero que sobre todo contemple un mayor presupuesto y una intervención mayor en el control de lo que damos como servicios de turismo.
Mas allá de eso, es una excelente temporada. Pero cuidado con las temporadas muy buenas porque Uruguay no está preparada tampoco a nivel de infraestructura para sostener y soportar todo este volumen. Hay que pensar, hay que ordenar, hay que planificar. Estamos un poco salvajes. El volumen es salvaje, no está controlado.
Hay algunos empresarios que temen que sea una temporada corta. ¿Qué pensás?
Creo que no. Va a ser una buena temporada y larga. Ahora está desbordado y no es bueno porque nosotros estamos trabajando igual que los últimos 4 años. No tenemos más capacidad ni queremos más. Nosotros vamos a ver la buena temporada después del 15 de enero, en febrero y en marzo. Ya viene siendo un buen año, un buen invierno. El mejor de los últimos años. Uruguay está bien parado. Es un país estable, con reglas claras. Reivindico que el gobierno de Lacalle Pou tuvo una estabilidad positiva y va a continuar en esa línea de una economía ordenada. Pero hay que planificar más.
¿Los argentinos vinieron más por medidas económicas que los favorecen y los brasileños menos?
- Los argentinos vienen, primero, porque quieren mucho Uruguay. Y nosotros nos cuesta querer a los argentinos, pero estamos aprendiendo a querernos, digamos. Necesitamos a los argentinos en todo aspecto. Economía, ganadería, turismo, más que nada. Más que nunca. Hay muchos argentinos que tienen su casa, su segunda residencia en Uruguay. Hay que tener cuidado con los precios, los gastos fiscales. Hay que tener cuidado de cómo vamos poniendo los precios en cada lugar. Promuevo que un Ministerio de Turismo controle los precios. No quiere decir que los ponga, pero sí que los controle. ¿Por qué un parador en la playa cobra la Coca-Cola a 1.000 pesos? No, no, no. En todas partes del mundo hay precios controlados. Es la discusión sobre si el mercado manda o no. Es pan para hoy y hambre para mañana. Hoy al turista lo matamos ¿y después? ¿cómo continúa esta película?
La servilleta más famosa y los políticos uruguayos
En 1996, el ministro de Economía argentino Domingo Cavallo relató, tras renunciar a su cargo, que el ministro del Interior, Carlos Corach, había anotado en una servilleta los nombres de los jueces federales que respondían al presidente Carlos Menem, preparados para actuar según las órdenes y necesidades políticas del mandatario.
La expresión “La servilleta de Corach” se hizo famosa en la década del noventa. Pittaluga trae esta anécdota al diálogo con Ámbito porque ese episodio se dio en un restaurante del que fue propietario en Buenos Aires de nombre Bleu Blanc Rouge.
Tres décadas después, el gastronómico dice que mantiene relaciones cercanas con políticos de todos los partidos de ambos lados del Rio de la Plata. Entre los uruguayos menciona que han pasado por ahí y “se hicieron amigos“ del establecimiento los blancos Luis Albeto Heber y Juan Sartori y varios frenteamplistass como Mario Bergara, Daniel Martínez e incluso el presidente del FA, Fernando Pereira, cuando era dirigente sindical
Pittaluga resaltó que ha tenido el honor también de haber recibido a todos los presidentes de la democracia y que algunos varias veces como los Lacalle padre e hijo. Y contó que espera con expectativa que pronto el presidente electo Yamandù Orsi “se anime” a visitarlos. “Capaz que tiene algún preconcepto, pero lo voy a invitar”, aseguró.
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