15 de noviembre 2024 - 13:12

¿Qué es necesario para que Moody's modifique el grado inversor y la perspectiva de Uruguay?

La agencia calificadora internacional desarrolló los escenarios a los que se enfrentará el próximo gobierno.

Moodys explicó qué factores podrían incidir en la modificación del grado inversor de Uruguay.

Moody's explicó qué factores podrían incidir en la modificación del grado inversor de Uruguay.

El 15 de marzo pasado, Uruguay fue protagonista de hito económico y financiero cuando la agencia calificadora Moody’s Ratings elevó su grado inversor a Baa1 —equivalente a BBB+— con perspectiva estable; ahora, la firma internacional explicó qué factores podrían incidir en un nuevo ajuste de la nota crediticia.

En el marco del ciclo de conversaciones Inside LatAm, Moody’s llevó a cabo un webinar enfocado en el país, denominado “Uruguay Post-Elecciones: Escenarios y Oportunidades en Sectores Claves”, al que Ámbito asistió. Allí, la vicepresidenta del Servicio de Inversiones de la agencia, Samar Maziad, explicó tanto los motivos que llevaron a la calificadora a mejorar el grado inversor uruguayo, como los factores que incidirían en una eventual modificación durante el 2025, pensando también en el nuevo gobierno que se definirá en el balotaje del próximo 24 de noviembre.

¿De qué depende una modificación en la nota crediticia de Uruguay?

En ese sentido, Maziad explicó que, antes de cambiar el grado inversor, lo más probable es que surgiera la posibilidad de variar la perspectiva del país. Actualmente, ésta es “estable” y, además de permanecer así, podría ser “positiva” o “negativa”.

La perspectiva estable, en el caso uruguayo, apunta a que “las recientes reformas de los marcos fiscales y de política monetaria” permanecerán más o menos igual que ahora, “lo que respaldará un historial más prolongado de cumplimiento de los objetivos fiscales y una carga de deuda estable”. Asimismo, “las tasas de crecimiento sostenidas y una implementación sólida de la política fiscal equilibran los riesgos relacionados con la exposición de Uruguay a shocks” relacionados con la coyuntura principalmente externa.

Ahora bien, para que esta estabilidad pase a ser un escenario positivo, la economista de Moody’s señaló que las reformas estructurales y fiscales adicionales que se apliquen de aquí en adelante deberán conducir a “una importante caída de la carga de deuda y a una menor carga de intereses”.

Asimismo, tendría que ocurrir “una mejora significativamente más pronunciada en el desempeño del crecimiento” —algo que no está proyectado por la firma internacional, que estima un crecimiento del 3,5% del Producto Bruto Interno (PBI) para este año, del 3% para el 2025 y del 2,6% para 2026—; que, a su vez, debería estar “respaldada por una mayor inversión privada durante un período prolongado”, así como por “una mayor diversificación económica y un mayor dinamismo de resiliencia”.

En contrapartida, el escenario uruguayo podría empeorar, si bien el mayor riesgo a nivel financiero y contra la estabilidad del país —el plebiscito de la seguridad social impulsado por el PIT-CNT— fue desactivado al no conseguir los votos necesarios para su aprobación en las elecciones generales de octubre. Al respecto, Maziad señaló como factores que llevarían a este retroceso la erosión de las reformas fiscales y de política monetaria que lleven a un aumento de la deuda, y el retorno a tasas de crecimiento persistentemente bajas.

¿Qué situaciones deberá observar el próximo gobierno?

Gane quien gane y sea del color que sea, el próximo gobierno deberá seguir con particular atención la rigidez en el gasto público, generada por el alto nivel de déficit fiscal y el importante endeudamiento en dólares que tiene el país; y los bajos niveles de inversión, principalmente extranjera, a partir de un contexto internacional adverso para el flujo de capitales.

El envejecimiento poblacional que enfrenta Uruguay —con un crecimiento anual del 0,2% promedio en este siglo y un 16% de la población con más de 65 años— también será un aspecto a monitorear de cerca, en tanto afecta la distribución de ingresos en términos de aportes y del sistema provisional y es un elemento de presión a mediano plazo sobre el crecimiento económico potencial.

Además, la vicepresidenta del Servicio de Inversiones de Moody’s apuntó que la próxima administración deberá “mantener una amplia continuidad de las políticas para cumplir los objetivos fiscales y respaldar un crecimiento sólido”. Dentro de esto, tendrá que mantener el marco fiscal pese a la rigidez sobre el gasto; impulsar el crecimiento productivo y mejorar los resultados educativos; y atraer inversión privada en medio de los cambios de políticas globales.

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