20 de noviembre 2024 - 08:41

"Se ve cada vez más un odio hacia los ricos", afirmó Martín Litwak

El experto en temas tributarios cuestionó el concepto de justicia social y el rol del Estado. "En Uruguay hay pocos liberales", afirmó.

Martín Litwak defiende que el Estado se gestione como un consorcio propietario.

Martín Litwak defiende que el Estado se gestione como un consorcio propietario.

Foto: Martín Litwak Prensa

El experto en temas tributarios, Martín Litwak, compartió en diálogo con Ámbito su mirada sobre el panorama del liberalismo actual. Instaló dos conceptos que pueden llevar a la polémica: la existencia de países a la los que definió como “infiernos fiscales” y su idea de que existe “odio hacia los ricos”.

Litwak estará en Montevideo esta semana para participar de la “Cumbre Anual sobre Impuestos 2024: dando forma al futuro de los impuestos y la privacidad”, un evento internacional junto a otros expertos locales e internacionales, como Axel Kaiser, presidente de la Fundación para el Progreso, y Hernán Bonilla, presidente y fundador de CED, entre otros.

¿Está en riesgo la propiedad privada?

- Si uno mira en el corto plazo, seguramente no. Si uno mira en el largo plazo, seguramente sí. Es decir, en este momento, el mundo tiene mucho más impuestos que los que ha tenido en toda su historia. Entonces, eso obviamente afecta a la propiedad privada. Por otro lado, tenemos ciertos países con cierta ideología que hablan de la función social de la vivienda, o los impuestos a las viviendas ociosas, con lo cual, los derechos a la propiedad no son tan absolutos como eran hasta hace por ahí un par de décadas atrás. Lo que preocupa son las tendencias que si uno mira los pasados 20 años, ve mayor burocracia fiscal, mayor caracterización fiscal entre países.

Usted maneja un concepto que es el de infiernos fiscales. ¿Qué son?

- Consideramos que existen cuatro tipos de países. Los infiernos tributarios no se tratan solo de impuestos. Tenés países que tienen altos impuestos, pero que tienen una gran seguridad jurídica, y esos no son infiernos tributarios, son simplemente países con altos impuestos. Alemania tiene impuestos altos, pero la gente vive, produce, invierte y crece, Después tenés países, con pocos impuestos, pero que no te dan ninguna seguridad jurídica. Muchos casos de países africanos son los que se llaman estados fallidos. Y después tenés las dos categorías más conocidas.

Los infiernos tributarios, que son países con altos impuestos, pero a la vez bajan la seguridad jurídica, es decir, te sacan muchos impuestos, pero no te aportan nada como Estado. Y los países fiscales, que muchas veces son criticados de manera injusta para nosotros, porque son países que tienen no solamente seguridad jurídica alta, sino además bajos impuestos. Debería ser el mejor escenario, sin embargo, han tenido mala prensa justamente por los países de impuestos altos que no quieren competir.

¿Por qué afirma que hay odio hacia los ricos?

- Es algo que se ve cada vez más. Hay movimientos, por ejemplo, el tax the rich que encabezó la demócrata Alexandria Ocasio-Cortez en los Estados Unidos, donde parecía que los ricos tenían la culpa de todo, o que los ricos tenían que pagar por todo. Entonces se pone en relieve y se pone en primer plano. La inequidad se genera cuando uno ve el porcentaje de las ganancias totales de un país con la que se queda, por ejemplo, un 1% más rico. Entonces si yo te dijera, mira, el 1% más rico de Estados Unidos se queda, yo diría genera, pero digamos en la izquierda diría se queda, con el 20% de los ingresos de todo el país, la primera reacción sería: ‘ché puta, qué injusto esto’. O sea, ¿cómo puede ser que solo el 1% se quede con el 20% de las ganancias? Ahora, cuando uno va a la otra cara, la contracara del ingreso, que es el impuesto, y uno dice el 1% más rico que se queda con el 20% de toda la ganancia, paga el 40% de los impuestos. Entonces la desigualdad es mucho más grande en materia de pago de impuestos que en materia de ganancias. Ahí las cosas se ponen un poco en perspectiva y donde la crítica de estos sectores no tiene demasiado sentido.

¿Y qué pasa con conceptos como justicia social o redistribución de la riqueza? ¿Se siente muy lejos de eso?

- Muy lejos. No me voy a poner en la posición, digamos, libertaria absoluta afirmando que la justicia es un robo. Me parece que son declaraciones que son muy divertidas, pero que también son a veces ofensivas con la gente que vive de eso, ¿no? Y no es culpa de ellos muchas veces. Teniendo empatía, creo que lo que pasó acá es que, por error, se le han dado al Estado funciones que no debería tener, cuando el Estado surgió como una herramienta que permitía a la gente defenderse. Y entonces uno pagaba un impuesto para que el Estado te defienda. Después apareció todo el tema de otras funciones a cargo del Estado. Ahí podemos empezar a discutir si el rol del Estado es proveerlas, es supervisarlas, o no debería ser ninguno. Pero cuando además agregamos que tiene que decidir quién se queda con la plata al final del día, es decir, le saco a uno para darle a otros, ahí entramos en funciones que, desde mi punto de vista, no deberían existir. Entonces tenemos hoy el Estado justamente mucho más grande, con mucha más burocracia, con muchos más salarios, con muchos más gastos, y eso, en definitiva, es un círculo vicioso donde necesito después más impuestos para bancar el Estado y para bancar todos esos funcionarios que después deciden cómo se dividen los impuestos que paga la gente. Creo que el Estado debería comportarse como un consocio propietario. Es decir, hay 10 tipos viviendo acá, se gasta tanto, hay que arreglar tanto. Pero de ahí a que, si el del tercero se fractura una pierna, el del séptimo pague el tratamiento, no tiene demasiado sentido.

Uruguay y Argentina somos muy distintos en muchas cosas. Por ejemplo, en el concepto del liberalismo. ¿Los liberales uruguayos son distintos a los liberales argentinos?

- Tiene que ver, no tanto con el concepto de liberalismo, sino con la realidad que muestra que el uruguayo es una persona mucho más moderada en todo, y el argentino es más extremista. Entonces, creo que en cualquier discusión se manifiesta eso, en el caso del liberalismo no es una excepción. Sin ninguna duda que Uruguay es un país batllista, y eso hace que el componente público sea más importante. Cuando Luis Lacalle Pou estuvo en la cena fin de año de una de las fundaciones liberales más grandes que hay en la Argentina, que es la Fundación Libertad de Rosario, habló de su gobierno liberal y dijo que el liberalismo tampoco implica que si alguien necesita una mano del Estado no se la vamos a dar. Y en Argentina decían, bueno, pero esto es comunista. Hay un poco de extremismo, creo que el concepto de Lacalle Pou es correcto, el tema es, ¿hasta dónde te doy una mano?, ¿qué porcentaje de los impuestos te doy una mano? Argentina se mueve entre extremos, Uruguay siempre fue un país mucho más de centro, mucho más moderado.

Hoy estamos acá, a cuatro días de las elecciones, y no pasa nada a diferencia de lo que pasa cuando se vota en Argentina, e inclusive hoy en día en Estados Unidos. Claramente, tengo un preferido, pero no me inquieta que el otro gane. Uruguay va a seguir siendo un país confiable, seguro, agradable, con seguridad jurídica, un país que está despegado del resto de Latinoamérica en todas estas cuestiones.

¿Cómo definirías a los liberales uruguayos?

- Hay pocos liberales en Uruguay, los que se llaman son liberales en el centro. Hay pocos liberales en serio, pero por otro lado, creo que el liberalismo, no es que el liberalismo ignora las diferencias sociales, y de alguna manera, no se preocupa por los que están mal, eso es una realidad errónea del liberalismo, que todos tienen que manejarse solos, y el que no puede que se joda. En Argentina, por ejemplo, muchos años vos tenías al peronismo y a los radicales, como los dos partidos tradicionales, los dos partidos eran, si los comparabas con Uruguay, izquierda en algún punto. Y ahora nos fuimos por otro extremo, porque de vuelta, el argentino es extremo, y ese es el gran problema en Argentina, porque es muy difícil construir un país, cuando el que viene ahora, destruye todo lo anterior, y el que viene después va a destruir todo lo que está haciendo este ahora.

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